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Más de medio siglo preparando a los profesionales que la región y el país necesitan, ha hecho de la Universidad Autónoma un verdadero patrimonio académico de nuestra costa Caribe.

Durante ese medio siglo la resiliencia ha sido una de las características más llamativas de esa institución de educación superior que ha logrado superar -no sin dificultades- diversos asaltos a sus arcas y malos manejos administrativos que la han llevado al borde de la quiebra.

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Sin embargo, sigue ahí. A pesar de los esfuerzos descomunales de un nefasto rector que no solo saqueó todo lo posible sino que, además,  mal vendió o hipotecó los bienes que representaban sus activos. El gobierno nacional, a través de su necesaria intervención en marzo de 2018, blindó a la institución con medidas de salvamento para que se protegiera el derecho a la educación y sus recursos no pudieran ser embargados por los múltiples acreedores que, por los malos manejos, quedaron pendientes de pago.

Estas medidas de salvamento que la protegen de embargos a sus finanzas se mantienen, tal como lo reiteró la rectora saliente María Victoria Mejía, quien deja a la universidad después de «ordenar la casa» y restituir la gobernabilidad necesaria, con un plan de cumplimiento ejecutado en un 99 % con base a los requerimientos del Ministerio de Educación. Sin embargo, la rectora  reconoce que la Universidad sigue arrastrando un serio déficit económico, producto de las malas administraciones anteriores.

Pero en los próximos días, una nueva etapa empezará en la Uniautónoma del Caribe: por primera vez, desde la intervención del Ministerio de Educación, el Consejo Superior (recientemente nombrado) tendrá la enorme responsabilidad de elegir un rector en propiedad (por un lapso de cuatro años renovables por una sola vez) que sea capaz de timonear hasta un puerto seguro este barco académico al que azotan distintos vientos que amenazan con hacerlo naufragar.

Es una decisión trascendental para los siete mil estudiantes, los padres de familia, profesores y personal administrativo y para toda la comunidad de la región. Es por ello que cada uno de los nueve miembros del Consejo Superior debe actuar con la sabiduría necesaria para que, entre los siete aspirantes al cargo, elijan al mejor.

El nuevo rector debe ser un profesional competente con reconocida trayectoria docente y experiencia comprobada y certificada en puestos directivos en la academia. Uno con suficiente reconocimiento nacional que pueda ser interlocutor con los distintos sectores para gestionar recursos, estrategias y liderar ejecutorias que apunten al fortalecimiento académico y económico de la institución.

El rector que la Uniautónoma necesita debe tener visibilidad propia. No es el momento para inventos o experimentos, sino para que alguien que tenga el poder de convocar, utilice su potencial para unir a la comunidad en torno a la misma meta: el rescate definitivo de la Universidad.

Todos, sin excepción, esperan que ahora, más que nunca, los honorables miembros del Consejo Superior, demuestren que no son, ni serán, inferiores al reto que tienen frente a ellos: el futuro de toda una universidad, depende de ustedes».

Debe primar el interés por el bien común sobre cualquier afán de poder. Debemos mirar hacía un candidato que conozca la idiosincrasia de la región, pero que se mueva con comodidad en los escenarios nacionales e internacionales. Uno al que le quepa la academia en la cabeza, pero que tenga la visión suficiente para tomar decisiones económicas acertadas y el liderazgo necesario para construir un competente equipo de trabajo a su alrededor.

¿Cómo hacerlo? Con el estudio profundo e imparcial de cada una de las hojas de vida y escuchando atentamente las propuestas que ellos tienen para el futuro de la institución. En estos momentos se necesita de un rector visible, que tienda un puente comunicativo con todos los sectores en torno a la recuperación de la Uniautónoma. Uno que escuche, y que se haga escuchar. Que goce de suficiente credibilidad en la región y el país para que, junto con profesores y administrativos, pueda llevar a la Uniautónoma al sitial que se merece.

Padres de familia. Estudiantes, Docentes y administrativos. Comunidad en general. Todos los estamentos de la costa Caribe y el país, están vigilantes. Todos, sin excepción, esperan que ahora, más que nunca, los honorables miembros del Consejo Superior, demuestren que no son, ni serán, inferiores al reto que tienen frente a ellos: el futuro de toda una universidad, depende de ustedes.

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