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No merecemos esta suerte. Un pueblo como el de la costa caribe colombiana, que aguantó por décadas la inclemencia del pésimo servicio de Electricaribe en la prestación del servicio de energía eléctrica, tiene que vivir ahora con el desazón de que otra vez (al igual que el esperpento del aeropuerto) el remedio es peor que la enfermedad.

Y es que cuando por debajo de la puerta se filtra la factura del servicio de luz en cualquiera de las ciudades de la costa caribe, es como si alguien entrara a tu casa para asaltarte. Pero Air-e lo hace sin violencia física: solo escribiendo el nuevo monto que debes pagar. Basta con echarle un vistazo, para sentir que te están robando.

Mi vecino, un pensionado de 72 años, sorprendió un día a los moradores del conjunto residencial poniendo en la basura dos aires acondicionados que dos años antes había comprado. Su esposa trataba, en vano, de detenerlo pero el hombre, decidido, le lanzó una terrible advertencia: -Y si esta vaina sigue así, boto los abanicos y nos mudamos a Zipaquirá-.

Un día, mientras esperaba que me atendieran en un restaurante, el hombre de la mesa de al lado le confesaba a su amigo de manteles que se le habían juntado dos facturas de luz.

-Qué vas a hacer- le preguntó el amigo

-Si de acá al jueves no resuelvo, tocará empeñar el computador- dijo el otro resignado.

Y es que desde el estrato 1 al 6 en la costa caribe, la principal preocupación es cómo poder pagar un recibo que se ha triplicado en los últimos meses y que, según anuncios, seguirá subiendo.

Lea aquí: ¿A usted también lo asaltó Air-e?

Y no es quejarse por quejarse. Empecemos tirándole calculadora al delicado asunto: desde julio de 2021, a la fecha, el incremento de la tarifa de luz en Barranquilla –por poner el ejemplo de la ciudad más importante de la costa caribe— ha sido del 73.7%. No señor lector: no es un error de digitación, es la cifra citada por el alcalde Jaime Pumarejo en la petición hecha al presidente electo Gustavo Petro, en la que urge de soluciones a las altas tarifas de energía en las ciudades del caribe colombiano.

Es tan grave la situación en la costa caribe con las tarifas y prestación del servicio de luz, que los aires acondicionado en la mayoría de los hogares, son un elemento puramente decorativo: prenderlo significa un suicidio financiero.

La pesadilla que parecía no tener fin de Electricaribe en la que todos los hogares estábamos sumidos y a merced de apagones imprevistos, subidas de voltaje y suspensiones eternas del servicio por falla en las redes parecía ya cosa del pasado cuando se anunció, con bombos y platillos, que los problemas con el servicio de luz eran cosa del pasado y que Air-e, la nueva prestadora del servicio acabaría de tajo con todos los problemas de energía enquistados por años en el caribe.

Y fue así como el Consorcio Energía de la Costa, que actúa través de la compañía Aire, es quien comercializa y distribuye la energía para usuarios en Atlántico, Magdalena y La Guajira y cuyo consumo mensual promedio de alcanza los 414,7 kW/h. En los otros departamentos (Bolívar, Sucre, Córdoba y Cesar) la compañía Afinia tiene a cargo la prestación del servicio.

Lea aquí: Lo que los costeños le “debemos” a Electricaribe

Pero todo fue mentira. La pesadilla no solo no ha terminado, sino que viene con sagas peores y más recargadas: barrios enteros, incluso en ocasiones casi la mitad de Barranquilla y Soledad, han quedado por más de diez horas sin luz y en algunos casos, sin aviso previo. Las interrupciones del servicio siguen siendo frecuentes y, el valor de su consumo, es francamente impagable para todos los estratos: un ciudadano en estrato uno en Barranquilla, paga casi tres veces más de alguien en su mismo estrato en Bogotá. Una persona de estrato cinco en Barranquilla, por ejemplo, ha tenido que soportar abusos alarmantes en la facturación: de pagar 360 mil pesos mensuales, de un mes a otro, por el mismo consumo, paga hoy casi $700 mil.

Es tan grave la situación en la costa caribe con las tarifas y prestación del servicio de luz, que los aires acondicionado en la mayoría de los hogares, son un elemento puramente decorativo: prenderlo significa un suicidio financiero. Y, como es sabido, la naturaleza del clima de Montería, Sincelejo, Cartagena, Santa Marta, Riohacha y Barranquilla hacen necesario mayor consumo de energía: la nevera debe enfriar más y con mayor esfuerzo; los ventiladores no pueden apagarse y si quieres correr el riesgo, el aire acondicionado refrescará el sofocante calor pero impactará de forma mortal en tu factura de luz.

Lo peor de todo, es que el abuso con el precio de las tarifas de luz en ciudades como Barranquilla (de las más caras por kilovatio en el país) afecta el cierre de la brecha social e impacta negativamente en la competitividad de la ciudad en lo comercial e industrial.

Lea aquí: marchas contra tarifas de luz en Barranquilla

“Si bien la región Caribe ha alcanzado importantes niveles de desarrollo y progreso, no podemos permitir que estos avances continúen a expensas de la prestación del servicio de energía y sus incrementos tarifarios, pues vamos a terminar afectando el cierre de la brecha social, económica y de competitividad que, a pesar de todo hemos logrado”, advirtió el alcalde Barranquilla en su mensaje al Presidente Gustavo Petro, haciendo énfasis en que la solución de fondo es un acuerdo que genere equidad con el Caribe, ojalá con indicadores que reflejen apropiadamente los costos del sector y eviten disparidades regionales y sobresaltos en las tarifas como el que hoy lamentamos”.

No es justo que ciudades que han renacido de sus cenizas –como el caso de Barranquilla—y que tienen en marcha proyectos importantes en inversión social, infraestructura, biodiversidad y economía, se encuentre ahora con un nuevo palo en la rueda: la desproporcionada e injusta tarifa que los usuarios, ciudadanos naturales o comerciantes, tienen que pagar por el desdeño de empresas anteriores y malos manejos del sector energético. ¿Los errores por malas prácticas administrativas deben trasladarse acaso al bolsillo de los usuarios?

Ojalá que el presidente electo preste oídos al clamor de la gente del caribe colombiano que, literalmente, ya no soporta una factura más. Y en las redes sociales se fortalecen movimientos que llaman a la protesta contra la empresa de energía, la misma que tiene en el aire y con los bolsillos vacíos a sus usuarios.

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PERFIL
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Mi estilo narrativo tiene una identidad lograda a través de 35 años de ejercicio del periodismo y de la docencia universitaria. Me desempeñé durante nueve años como Jefe de Redacción de El Heraldo. Actualmente soy columnista del portal web Zonacero.com de gran lecturabilidad en la costa caribe colombiana y me desempeño como Profesor de tiempo Completo de la Universidad Autónoma donde dirijo, además, la Escuela de periodismo Álvaro Cepeda Samudio de la misma institución, una actividad extracurricular que pretende formar un semillero de nuevos periodistas con los estudiantes que tengan más vocación para ello.

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Esta entrada viene a cuento después de leer la siguiente caricatura. Me gustan mucho algunas caricaturas. Click para ampliar.

Supongo que no ha sido únicamente la literatura, sino la ciencia en general, o la imagen que de ella se tiene, la que sin proponérselo ha creado falsas expectativas sobre el futuro posible. Expectativas de una vida sin dolor, de una vida tan larga como se quiera, llena únicamente de paz y tranquilidad, o por qué no, de emociones fuertes pero controladas. Y con futuro posible, estimado lector, me refiero a ese futuro que usted y yo muy probablemente veamos y vivamos, no el de los nietos de sus nietos.

En la literatura no es muy difícil encontrar ejemplos de lo anterior. Como quizás el lector sepa, desde Julio Verne hasta Isaac Asimov, pasando por el genial H. G. Wells, se cuentan por decenas los escritores de ciencia ficción que por una u otra razón dedicaron gran parte de su producción a imaginar 'extensiones' del mundo en el que vivían, un mundo que en algunos aspectos se parece mucho al que descansa (o sufre, según algunos) bajo nuestros pies justo ahora. Es así como desde hace más de cien años se espera con ilusión la llegada de los carros voladores, los dispositivos de teletransportación y los viajes a colonias humanas o extraterrestres en otros planetas.

No siempre el problema es que todo esto sea o no posible; el problema es cuánto se demorará su masificación, si es que se logra. Ejemplo clásico: Hoy en día se puede construir un carro que 'vuele', que con algún sistema de propulsión (una hélice, una turbina) se mantenga suspendido en el aire o se desplace a velocidades sobresalientes sin tocar el suelo y sin ser del todo un avión. Es posible; se ha hecho. Lo complicado sería cambiar todos los carros del planeta por estos vehículos, adaptar las normas de tránsito a esta nueva situación, y (lo más difícil, creo yo) capacitar a los nuevos conductores, que lejos de aprender parqueando el auto de sus tíos en reversa, una vez al volante serían dueños de poco menos que misiles tripulados, algo que me da miedo. Cosas así.

Ejemplos como el anterior se encuentran por arrobas; dentro de ciertos límites, quizás ya existe la tecnología que permite muchas cosas antes sólo imaginables (¿no están cansados de leer y ver programas sobre 'los objetos salidos de Star trek'? Yo sí). La prueba de que el arte no es completamente responsable de meternos estas ideas en la cabeza es que no todas las historias de ficción en el futuro auguran situaciones bellas. Como no he leído mucho, siento que los ejemplos en el cine son mucho más numerosos que en la literatura. Muchos directores han soñado distopias, palabra en inglés que se podría definir como 'mundo futuro, probable y decadente'. Así las cosas, Blade Runner, Total Recall y Waterworld, con perdón de los cinéfilos, son distopias, pues prometen un futuro difícil, violento, con la humanidad reducida a la pobreza, la discriminación y la enfermedad. Nuevamente, ese es sólo un punto de vista; al otro lado tenemos cintas como I, robot o Minority report, quizás un poco menos pesimistas, que muestran cómo ciertos avances agigantados de la tecnología (y no completamente ajenos a las posibilidades actuales) podrían resultar verdaderamente beneficiosos para la humanidad.


El caso de Inteligencia Artificial me parece más razonable. Uno diría, después de pensarlo un poco, que Spielberg (al igual que Saramago) intenta mostrar las dos caras de la moneda; un mismo mundo en el que convive la felicidad verdadera con la decadencia completa, y el viaje de un personaje de un lado a otro. Siempre me ha llegado hondo el hecho de que existan tantas opiniones sobre algunos temas, tantos puntos de vista y a veces todos tan diferentes. ¿Es posible aprender algo de todo esto? Pues... quizás, si antes de creer en algo decidimos echar un vistazo al otro lado de la hoja, si antes de tomar una posición ciegamente escogemos abrir nuestras posibilidades y dedicar un poco de receptividad a quienes opinan algo opuesto a lo corriente, lo cómodo, el mainstream, quizás podamos aprender algo que no sabíamos, o caer en cuenta de cosas que ni siquiera imaginábamos.

dancastell89@gmail.com

PD1: Esta otra caricatura también me parece buen; es orgullosamente geek... así es la vida. Y viene muy a cuento. Se llama xkcd y la dibuja un ex trabajador de la NASA, para que se hagan una idea.



PD2: Si creían que hay verdades que absolutamente Todo el mundo cree, échenle un vistazo a la página de los creyentes de la tierra plana. Eso demuestra que todos los temas tienen por lo menos dos caras, (siempre) obviando, claro está, la validez de cada una.

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