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Hoy escribo en nombre de las personas a las que duele recordar. En nombre de aquellas que se alejaron, que ya no me acompañan, algunas porque se fueron al cielo, otras porque se fueron de mi vida.

Hoy escribo porque escribir lo es todo. Es catarsis, es venganza si quieres que los personajes de tu vida no estén tan bien en medio de las oraciones descabelladas que puedes redactar. Escribir es adornar en relatos sobre el papel tus sentimientos.

No sólo escribo, mezclo las páginas con un trago y brindo, por aquellos que quisieron una buena historia, una bendición como la de Juan Luis Guerra y terminaron cometiendo crímenes perfectos como Calamaro.

No sólo escribo y brindo, también elijo. Esta última es la más compleja, porque no siempre elijo lo más fácil, hoy elegí soltar, dejar ir a quien dejó de respirar para mirarme a lo lejos y elegí que se sienta orgulloso de mi.

Elegí soltar a quien se fue de mi vida dejando cicatrices imborrables, decidí soltar y sólo recordar. Elegí dejar de derramar lágrimas por aquellos que me hacen daño y lo ocultan bajo la palabra amor.

También vuelo, para ver desde arriba mis errores, contradicciones y pecados, para ver desde otro ángulo, ajeno a quien soy ahora, los momentos épicos con quienes se esfumaron de mi presente, aquellos que sólo podré volver a ver sobrevolando mis recuerdos.

Me creía de acero, fuerte por aguantar tantos fantasmas, pero leí hace poco que no es más fuerte quien más soporta, sino quien es capaz de soltar.

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