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Este año no siento un especial apasionamiento por alguna de las diez nominadas al máximo galardón de la noche. Ni la descomunal ‘Duna’ o la gélida “El Poder del Perro” encarnan alguna fiebre. No me interesa saber de la categoría “favorita del público”. En la que ponía más esperanzas, “Licorice Pizza”, me dejó algo impasible. Así que solo queda reflexionar sobre el susto que está metiendo “CODA”.

La Familia Bélier y CODA-Pósters de France 2 y Apple TV+

La Familia Bélier y CODA-Pósters de France 2 y Apple TV+

Así es. La versión norteamericana de la historia francesa “La Familia Bélier” (2014), dirigida por Eric Lartigau, parece la clásica historia de un éxito inesperado, pero todo se lo debe a la sustancia dramática que viene de la original.

Paula es una joven menor de edad que asume una enorme responsabilidad al ser la única integrante de su familia que puede escuchar. Ella representa para sus padres y hermano menor la conexión con un mundo que aún les resulta desconocido. Cuando Paula descubre su talento para el canto se verá enfrentada a elegir entre seguir sus sueños lejos de su familia o quedarse con ella.

Semejante planteamiento daría pie a un relato lacrimógeno, pero el tono ligero impuesto por Lartigau la convirtió en una ‘dramedia’ en la que se sopesan los momentos emotivos con las situaciones cómicas hasta su conmovedor final. Si la vieron saben de lo que hablo.

No fue una película que descollara en premios internacionales, salvo las seis nominaciones a los premios César que recibió, ceremonia en la que triunfó la labor interpretativa de Louane Emera (Paula). De ese modo no era difícil suponer que inspirara alguna versión en otra parte.

Soy muy sincero con relación a que en el cine se hagan ‘remakes’ de películas con cierto brillo hechas en otros países: no me gustan. Va a sonar que me contradigo, pero prefiero esa tradición franquiciadora en el teatro por el carácter íntimo del mundo de las tablas. No necesitas competir con la puesta en escena de una “Toc Toc” hecha en México o en España. Versionar en el cine implica asumir uno de los siguientes tres escenarios: respetar la idea original con los respectivos ajustes al color local, en reducirse a una parodia o en creer que puede superar el material primario con el riesgo de caer antipática. Todo desde luego con la cantidad de dinero que resuene en la chequera.

Y en el caso norteamericano pues hay suficientes motivos para desconfiar de la transformación que sufren éxitos europeos. Ciñéndome a Francia solo recordemos “La Cena de los Idiotas” (Jay Roach, 2010, inspirada en la obra de teatro y película escritas por Francis Veber en 1998) o “The Upside” (Neil Burger, 2017, inspirada en el superéxito del 2011 “Intocables” de Oliver Nakaché y Eric Toledano) Fíjense que esta última, junto con “La Familia Bélier” incluyen elementos relacionados con discapacidad, amén de la diversidad racial. Mientras más contemporáneo sea el planteamiento parece traducirse en una historia que compita por premios. En todo caso, los ejemplos anteriores hablan precisamente de lo que no se debe hacer en una adaptación. Todas flojearon en taquilla y si hay quien las recuerde es más por el cariño hacia los intérpretes de la talla de Steve Carell y Bryan Cranston, entre otros.

¿Le ocurre lo mismo a CODA (Sian Heder, 2021)? Pues partamos del hecho de que esta versión quiere ser lo más verosímil posible, así que incorpora en sus filas a los actores con discapacidad auditiva Marlee Matlin, Troy Kotsur y Daniel Durant para interpretar a los padres y hermano de Ruby (la protagonista). En la original, los actores que representaron a los padres de Paula (Karin Viard y François Damiens) no lo eran. Solo el joven Luca Gelber, quien interpreta a su hermano. Y vaya que Troy Kotsur la saca del estadio, pues su rol es el que más galardones ha recogido y es el firme candidato a coronar su recorrido con la estatuilla dorada este domingo 27 de marzo.

Esa apuesta por la inclusión le viene como anillo al dedo en una época donde estos valores riñen en supremacía con la calidad artística. Visibilizar al talento artístico con una discapacidad en una historia que lo requiere apunta al corazón de la industria, que a veces se conmueve por esta clase de incursiones. La cereza del pastel viene de la mano del cómico mexicano Eugenio Derbez, quien ahora sí afinca su lugar en La Meca del cine al participar de lleno en una película ‘oscarizable’. ¿Quieren más? La dirige una mujer. Y nos podemos pasar una tarde enumerando otras razones, que de paso convencieron al jurado en Sundace, su carta de presentación más fuerte.

Ahora, si compras una historia para versionarla, quieres ver hasta dónde llega tu derecho para reinterpretarla. CODA se toma libertades con el argumento original, pero en esencia no traiciona el de “La Familia Bélier” dada la implicación de las productoras francesas en su realización, por lo que si el público y la crítica norteamericana desconocían el material original se encontraron frente a una novedad que comulga con la corrección actual y su mensaje cala hondo en medio de lo que representó la tragedia de la pandemia o los actuales estertores de guerra. El amor por la familia es poderoso, no importa si suena a lugar común.

A final de cuentas ¿puede ganar? No es imposible, dado sus triunfos en los SAG Awards (Sindicato de Actores) y del Sindicado de Productores. “El Poder del Perro” representa el retorno de una gran directora como lo es Jane Campion, pero ya se topó con la horma de su zapato.  Campion puede asegurar su premio como mejor directora, pero CODA le pisa los talones para erigirse como el bálsamo de una era post-COVID que no le vendría mal a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Y como señala el diario ABC “es la pelea del streaming, Apple vs Netflix”.

¿Y Spielberg? Él ya está por encima del bien y del mal.

El domingo 27 de marzo por la noche estaré en un Space en Twitter comentando la ceremonia desde la cuenta @juanchoparada.

juanchopara@gmail.com

www.juanchoparada.com

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Periodista y filósofo. Máster en Dirección de Marketing Digital y Comunicación Web 2.0. Social Media Manager. Escritor cine, cultura, televisión, entretenimiento, sexualidad y tecnología.

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Esta entrada viene a cuento después de leer la siguiente caricatura. Me gustan mucho algunas caricaturas. Click para ampliar.

Supongo que no ha sido únicamente la literatura, sino la ciencia en general, o la imagen que de ella se tiene, la que sin proponérselo ha creado falsas expectativas sobre el futuro posible. Expectativas de una vida sin dolor, de una vida tan larga como se quiera, llena únicamente de paz y tranquilidad, o por qué no, de emociones fuertes pero controladas. Y con futuro posible, estimado lector, me refiero a ese futuro que usted y yo muy probablemente veamos y vivamos, no el de los nietos de sus nietos.

En la literatura no es muy difícil encontrar ejemplos de lo anterior. Como quizás el lector sepa, desde Julio Verne hasta Isaac Asimov, pasando por el genial H. G. Wells, se cuentan por decenas los escritores de ciencia ficción que por una u otra razón dedicaron gran parte de su producción a imaginar 'extensiones' del mundo en el que vivían, un mundo que en algunos aspectos se parece mucho al que descansa (o sufre, según algunos) bajo nuestros pies justo ahora. Es así como desde hace más de cien años se espera con ilusión la llegada de los carros voladores, los dispositivos de teletransportación y los viajes a colonias humanas o extraterrestres en otros planetas.

No siempre el problema es que todo esto sea o no posible; el problema es cuánto se demorará su masificación, si es que se logra. Ejemplo clásico: Hoy en día se puede construir un carro que 'vuele', que con algún sistema de propulsión (una hélice, una turbina) se mantenga suspendido en el aire o se desplace a velocidades sobresalientes sin tocar el suelo y sin ser del todo un avión. Es posible; se ha hecho. Lo complicado sería cambiar todos los carros del planeta por estos vehículos, adaptar las normas de tránsito a esta nueva situación, y (lo más difícil, creo yo) capacitar a los nuevos conductores, que lejos de aprender parqueando el auto de sus tíos en reversa, una vez al volante serían dueños de poco menos que misiles tripulados, algo que me da miedo. Cosas así.

Ejemplos como el anterior se encuentran por arrobas; dentro de ciertos límites, quizás ya existe la tecnología que permite muchas cosas antes sólo imaginables (¿no están cansados de leer y ver programas sobre 'los objetos salidos de Star trek'? Yo sí). La prueba de que el arte no es completamente responsable de meternos estas ideas en la cabeza es que no todas las historias de ficción en el futuro auguran situaciones bellas. Como no he leído mucho, siento que los ejemplos en el cine son mucho más numerosos que en la literatura. Muchos directores han soñado distopias, palabra en inglés que se podría definir como 'mundo futuro, probable y decadente'. Así las cosas, Blade Runner, Total Recall y Waterworld, con perdón de los cinéfilos, son distopias, pues prometen un futuro difícil, violento, con la humanidad reducida a la pobreza, la discriminación y la enfermedad. Nuevamente, ese es sólo un punto de vista; al otro lado tenemos cintas como I, robot o Minority report, quizás un poco menos pesimistas, que muestran cómo ciertos avances agigantados de la tecnología (y no completamente ajenos a las posibilidades actuales) podrían resultar verdaderamente beneficiosos para la humanidad.


El caso de Inteligencia Artificial me parece más razonable. Uno diría, después de pensarlo un poco, que Spielberg (al igual que Saramago) intenta mostrar las dos caras de la moneda; un mismo mundo en el que convive la felicidad verdadera con la decadencia completa, y el viaje de un personaje de un lado a otro. Siempre me ha llegado hondo el hecho de que existan tantas opiniones sobre algunos temas, tantos puntos de vista y a veces todos tan diferentes. ¿Es posible aprender algo de todo esto? Pues... quizás, si antes de creer en algo decidimos echar un vistazo al otro lado de la hoja, si antes de tomar una posición ciegamente escogemos abrir nuestras posibilidades y dedicar un poco de receptividad a quienes opinan algo opuesto a lo corriente, lo cómodo, el mainstream, quizás podamos aprender algo que no sabíamos, o caer en cuenta de cosas que ni siquiera imaginábamos.

dancastell89@gmail.com

PD1: Esta otra caricatura también me parece buen; es orgullosamente geek... así es la vida. Y viene muy a cuento. Se llama xkcd y la dibuja un ex trabajador de la NASA, para que se hagan una idea.



PD2: Si creían que hay verdades que absolutamente Todo el mundo cree, échenle un vistazo a la página de los creyentes de la tierra plana. Eso demuestra que todos los temas tienen por lo menos dos caras, (siempre) obviando, claro está, la validez de cada una.

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