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Parece increíble que llegara este día. Despedir a una serie longeva, que marcó historia en la televisión y que en sus modos corresponde más a la época de esos usuarios acostumbrados a buscarla cada domingo (o lunes) por la noche. Es una inevitable sensación de nostalgia.

Tanto en sus mejores como cuestionables momentos estaba allí para estimular las conversaciones, descubrir personas que se aficionaron de igual forma a esta historia post-apocalítptica con trazos gruesos de horror visceral, superada por los excesos de villanos demenciales y poner a prueba nuestra lealtad ante los acontecimientos que rodearon esta producción delante y detrás de cámaras.

Sobrevivir tanto a cuerpos en descomposición hambrientos de piel y vísceras como a seres humanos ruines y mezquinos parece la clase de relato que nos lleva a una sola opción: la extinción. Todos morimos. Todos moriremos. Y, sin embargo “somos los que vivimos”. ¿Cómo llegamos al final de este viaje?

Así llegué a ‘The Walking Dead’

Cuando la descubrí en ese lejano 2010 con el capítulo ‘Days Gone Bye’ no fue sino descubrir en los créditos de la serie de AMC a Frank Darabont (el mismo director de grandes películas como La Milla Verde, Sueño de Fuga o La Niebla) para darme cuenta que en los siguientes cinco capítulos confirmaría un contenido tan intenso como su introducción. Su olfato no lo traicionó. El cómic creado por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, que cumplirá veinte años desde su primer número en octubre de 2023, reunía a la perfección los temas habituales del trabajo de Darabont: el temor a lo desconocido, nuestras flaquezas como especie frente a los peligros y la sensación constante de un final infeliz.

Pero el director estadounidense sale del proyecto en la segunda temporada, con el tiempo suficiente para afirmar las bases de la serie: nadie está a salvo, fíjate con quién te juntas y desconfía de los refugios a donde llegas. A partir de allí la fidelidad al cómic no fue una preocupación. Bastaba tomar algunos elementos básicos como escenarios, villanos de temporada y algunas circunstancias para desarrollar a conveniencia cada ciclo de capítulos.

Logo The Walking Dead - AMC Studios

Introducir personajes que no existen en el cómic como Daryl Dixon, mantener viva a Carol Peletier y eliminar a Andrea tras su paso por Woodbury fueron algunos de los cambios que los conocedores del material de origen recibieron sin muchas protestas. Para los que apenas teníamos acceso al mismo el desarrollo de los personajes y sus conflictos eran palpables. Quedaba claro que la principal amenaza no era el cadáver putrefacto reanimado rondando por ahí. El virus, cuyo origen hasta ahora es el secreto mejor guardado de sus creadores, está en todos. Si mueres, te convertirás en uno de ellos. Ese perturbador aspecto le añadió un increíble morbo a la narración. No solo se trataba de adivinar quién moriría y a manos de quién, sino que, además, podrías observar su transformación y ver si causaba la desgracia de algún superviviente.

Con cierta modestia en la producción, con el respaldo del experto Greg Nicotero, si bien soportamos capítulos anodinos en una misma localización, también nos exaltamos en los principios y finales de temporadas. Algún miembro del reparto se sacrificaba, era asesinado o moría estúpidamente. Y poco a poco nuestro combo protagonista, sin perder su aspecto de parias, fue convirtiéndose en un grupo mercenario, con habilidades para el combate y las estrategias de guerra.

De las temporadas 3 a las 6 vimos un desfile de escenarios con villanos de diversa índole, en el que se destacó The Governor (Phillip Blake), interpretado por David Morrisey. También heroínas de acción como Michonne o la pandilla conformada por Abraham, Rosita y Eugene. Y contemplamos la evolución de Carol, quien, tras la pérdida de su hija y su esposo maltratador, se convierte junto con Daryl y Rick en anclas de la serie desde sus inicios, a los que deseamos que nada les pase.

A esas alturas ya conocíamos los cómics, por lo que la siguiente parada no era para nada halagüeña. La aparición de Los Salvadores y su funesto líder, Negan, presagiaba lo peor para el combo protagónico. De esa manera su presentación, en el último capítulo de la sexta temporada nos tuvo con el corazón en un puño hasta conocer el fatal desenlace al inicio de la séptima. Glenn Rhee, uno de los personajes más estimados por el fandom, muere ajusticiado por Negan, en una decisión increíble para una serie que calculaba su fidelidad al cómic.

Para muchos ese fue el inicio del declive de la serie, que originó cambios en showrunners y escritores, pero aún faltaba una sorpresa adicional: la despedida del actor Andrew Lincoln (Rick) y, posteriormente, de Danai Gurira (Michonne), quienes se ausentan de las penúltimas temporadas. ¡Los protagonistas! La desazón que generó ese movimiento hizo que una parte de los seguidores pidiéramos a gritos el final, pues las tramas discurrían en capítulos imposibles de ver y la emoción de las temporadas precedentes simplemente desapareció.

Entonces llegamos a Angela Kang, productora que asume las riendas del espectáculo, que en los últimos años ha buscado impulsar un universo narrativo con otras series en diversas líneas de tiempo y lugares que cuentan con cierta base de fanáticos, pero sin llegar a los números de su serie madre. En su administración le tocó asumir la decisión más difícil cuando tienes un fenómeno cultural y de audiencia en sus horas bajas: la finalización (que para algunos medios se percibió como una cancelación).

El capítulo final

He hecho este resumen, quizá con varias omisiones, para exponer los hitos de una producción de la cual más he hablado en la existencia del blog. Funciona como catarsis, como un recuento de daños a la vez de gratitud. La serie ha explorado diversas temáticas en subtramas que ganaron en diversidad racial y sexual, la inclusión de personajes con alguna discapacidad, corrupción política, maltrato hacia la mujer, entre muchas otras que, tuvieran o no una razón de ser, al ser expuestas en un contexto post-apocalíptico dejan un mal cuerpo sobre la condición humana.

Fundamentalmente la extensa temporada de 24 episodios abordó un arco planteado en el cómic conocido como La Mancomunidad. De nuevo, una esperanza de algo de civilidad tras la hecatombe, pero del mismo modo, todo no es como parece. Sin embargo, el anuncio del fin de la serie agregaba un insano deber de tomar la ruta hasta la conclusión. Para ese momento el cómic creado por Kirkman y compañía había finalizado dos años antes con la muerte del líder Grimes. En su contraparte audiovisual estaba claro que, con la desaparición del personaje, podían insuflar alguna expectativa de reaparición que contemplaron incluso en una serie de películas. Quizá hubiera funcionado unos años atrás, pero con el desencanto que cundía en la audiencia y el vigor del streaming lo sensato era encontrar un camino para darle un final adecuado. El caso es, sin Rick y Michonne ¿qué final podía ser ese?

No fue una despedida absoluta. Más ligada a aspectos de mercadeo, porque si aguantó con estoicismo más de 11 años y creó un pequeño culto, es posible derivar beneficios de forma estratégica. Con la pandemia los planes para la serie cambiaron y de entrada nos anunciaron que, si bien la serie original desaparecía… ¡sus personajes más representativos tendrían shows propios! ¿Así o más evidente el truco de la gallina de los huevos de oro? De ese modo el final anunciado se arruinó con tamaña revelación: Maggie con Negan en New York, Daryl en Europa y Rick junto a Michonne tratando de juntarse. Ya veremos si funcionan como epílogos a lo que vimos el pasado 20 de noviembre.

Por lo demás, el final no se distinguió mucho de un final de otras temporadas. Una batalla campal entre vivos y de estos contra los caminantes. El destino de la villana de turno y la probable despedida de un(os) personaje(s) principal(es). Con todo lo descabellado que pareció debo reconocer que me regresó a los mejores momentos del show, con su dosis de acción, suspenso y drama, aunque más comedido en el terror y en las bajas posibles. Se cuidaron de alborotar el avispero, por lo que la tibieza del resultado salta a la vista. Aunque fue emotiva la muerte de Rosita (Christian Serratos) vaya que sí tardó en contaminarse. Quedaron asentadas las comunidades en un ambiente pacífico muy artificial para todo lo que hemos visto.

Los seguidores apostaron por un reencuentro de protagonistas con sus hijos, pero como nos dejaron claro, ese anhelo será materia de otro costal. Pero dieron el gusto de volver a ver en pantalla a Lincoln y Gurira enfundados en sus personajes, básicamente para promocionar su reencuentro. Así que este capítulo 177 de ‘The Walking Dead’ solo fue un cebo para un posible desenlace (salvo que se extiendan en temporadas) en la serie de Rick y Michonne.

Me sentí defraudado ante esta despedida-no-despedida. Aun así, tenía la expectativa de llegar a ver su final, con todo lo que ha ocurrido en más de una década. Llegué a pensar que me lo perdería. Y en una mezcla de curiosidad con algo de fanatismo me asomé a los últimos doce episodios. Sonará tonto o fuera de lugar, pero muchas personas que hacen planes en su vida por diversas razones no logran llevarlos a cabo. La pandemia nos quitó seres queridos con los que compartíamos gustos. Uno de ellos fue llegar a ver el final de series icónicas. Y ese motor, que de vez en cuando se activaba, cobró velocidad hace un mes. Aunque no sienta que la historia principal se haya contado en su totalidad, para mí fue un desafío cumplido. Después de presenciar el final de Game of Thrones tenía la ansiedad de ver cómo finalizarían esta aventura zombie. Ahora lo sé. Fue una promesa cumplida. Sobre todo, en honor a quienes tuvieron esa motivación, extraña, pero que fue la razón de ser para unir familiares, amistades o parejas en torno a un show de terror. No olvidemos que también fue una máquina de hacer dinero, razón que detrás de bambalinas socavó la continuidad de la historia.

Si llegaron hasta acá y fueron fanáticos de ‘The Walking Dead’ quizá entiendan mi punto. Hace cuatro días no fue sencillo decirle adiós. El día de hoy ya me siento con un peso menos en mis deudas televisivas. Crear algo y resistir es épico. Decir adiós es crecer, dice Cerati. Ya bajé mi mano derecha. Es hora de buscar otras cosas. Somos los que vivimos.

Algunas entradas sobre ‘The Walking Dead’

Los dejo con algunas de las entradas de este blog que recogen mis sentimientos sobre The Walking Dead. Sigue tu camino hasta donde quieras llegar. Yo me bajo definitivamente acá. Gracias por todo

El mejor capítulo del año

Diez razones para amar a The Walking Dead

The Walking Dead ¡Imparable!

De Frankenstein a Negan, o el monstruo que hay en nosotros

The Walking Dead: la violencia necesaria

¿Es hora de pensar un gran final para The Walking Dead?

Adiós Rick Grimes

La asombrosa supervivencia de ‘The Walking Dead’

El universo ‘The Walking Dead’, ‘Titan Games’ y nueva colaboración con Tiempo de Series

Sobre ‘Blonde’ y ‘The Walking Dead’

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Periodista y filósofo. Máster en Dirección de Marketing Digital y Comunicación Web 2.0. Social Media Manager. Escritor cine, cultura, televisión, entretenimiento, sexualidad y tecnología.

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