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En medio del desgaste de ocho años de trabajo duro y muchas veces desagradecido, el presidente Juan Manuel Santos dejará la Presidencia de Colombia en menos de tres meses. Pero a pesar de su baja popularidad en la actualidad, con la madurez que solo los años son capaces de brindar, Santos será recordado por las páginas de la historia como un gobernante que a pesar de sus tropiezos y paradojas devolvió el país en mejores condiciones de las que lo recibió.

Aclaro, desde el inicio, que no me identifico con el santismo y que en numerosas ocasiones, casi a diario, he sido crítico de diferentes políticas del gobierno en arenas tan diversas como la educación, el trabajo y el medio ambiente. Pero también es una responsabilidad ciudadana medir los resultados de los gobiernos desde los hechos y los indicadores, procurando una distancia prudente de las orillas del fanatismo, teniendo en cuenta la enorme dificultad que implica gobernar.

En una entrevista ampliamente difundida con el periodista Jaime Bayly, el reportero colombiano Luis Carlos Vélez afirmó que la historia sería más beneficiosa con el presidente Santos de lo que las encuestas y el clima de la opinión pública actual le reconocen. Y aunque el entrevistador peruano estalló en medio de la furia ante semejante respuesta, la realidad indica que los resultados de muchas políticas del actual gobierno serán visibles dentro de décadas, dándole la razón a Vélez.

El histórico acuerdo de paz con las Farc fue sin duda el logro más importante del gobierno Santos, luego de cincuenta años de intentos fallidos de finalizar el conflicto por medio de negociaciones inconclusas y de ofensivas militares, que a pesar de los millonarios costos nunca lograron restar un solo frente a esa guerrilla. Aunque la oposición política y ciudadana alcanzó a representar más del 50% de la ciudadanía, en medio de la percepción generalizada de que las Farc recibían más beneficios de los merecidos, lo cierto es que Santos pasó a la historia como el único gobernante capaz de llegar a una solución con ese grupo armado ilegal, conduciendo a su desarme y a su ingreso a la institucionalidad democrática.

Hoy los retos derivados del proceso de paz son mayúsculos, siendo la implementación de lo pactado y la defensa del acuerdo dos de las más urgentes necesidades. Y aunque otros actores como la guerrilla del ELN, las disidencias de las Farc y las bandas criminales siguen imponiendo el terror y el régimen de la ilegalidad en regiones como el Catatumbo, Tumaco y Cauca, el fin del conflicto con las Farc llegó a reducir a cero los indicadores de violencia por cuenta de los enfrentamientos entre la fuerza pública y la antigua guerrilla con mayor presencia en el territorio nacional. Los resultados inmediatos del acuerdo de paz son miles de vidas salvadas en menos de seis años.

Pero el acuerdo de paz con las Farc no es el único resultado valioso del gobierno Santos que pocos tienen en cuenta a la hora de calificar su gestión. En medio de la crisis internacional de los precios del petróleo, la economía colombiana sufrió difíciles reveses mientras los indicadores de desempleo, inflación e inversión extranjera mantuvieron una relativa estabilidad, inusual en naciones que pasan por periodos de poco crecimiento.

Sobre todo, a la hora de realizar un balance sobre los ocho años de gobierno de Santos debe tenerse en cuenta que enfrentó a una oposición política radical y abiertamente dispuesta a sabotear muchas de sus iniciativas. Y durante los últimos cuatro años de su gobierno, Santos dio la lucha frente a una bancada opositora que en varias ocasiones aceptó el uso de prácticas cuestionables de desinformación en escenarios como el plebiscito por la paz y la campaña presidencial de 2014.

Mientras que sus oponentes utilizaron estrategias no muy distantes del populismo, que además parecieron funcionar, Santos evitó hacer uso de esa práctica cada vez más frecuente. Y en tiempos del resurgimiento populista, eso es algo que la ciudadanía debería agradecer, o al menos tener en cuenta.

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