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El planeta entero intenta resguardarse para evitar el contagio del covid-19, y quienes llevamos ya un buen tiempo trabajando desde nuestras casas sentimos que tenemos el deber de darles la bienvenida a este estilo de vida, a esta manera de ver el mundo, a esta religión ‘cuarentenuda’ de estar en casa produciendo, no parando, porque «yo no paro, yo produzco».

Después del humor de contexto nacional, flojo por demás, vamos a lo importante. Por mi oficio de escritor de televisión, soy uno con trabajar desde lejos. Es curioso, porque trabajas en algo que te conecta con la gente, pero físicamente andas lejos, distanciado para cumplir con las entregas. De hecho, este blog, que nace como una manera de combatir el encerramiento y el trastorno esquizoide paranoide del acuartelamiento forzoso, viene con más potencia ahora que no se debe salir a la calle.

En estos largos seis años que llevo camellando desde la casa, donde en su momento tuve que convencer a mis papás que no tenía por qué hacer el oficio del apartamento o llevar siempre a la abuela al médico, he aprendido algunas cosas que quisiera compartirle a los debutantes teletrabajadores, pues el teletrabajo, o trabajar remoto desde casa, es una mala idea si uno no se prepara.

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Tomada de Themillions.com

  • BÁÑESE, PERFÚMESE Y PÓNGASE SU MEJOR ROPA

No es que trabajemos vestidos de sacoleva, pero sí sucede algo en la cabeza cuando uno se levanta, se baña, desayuna y arregla para trabajar. En mi caso, procuro arreglarme desde temprano para que no se me haga tarde con las clases que dicto, o con cualquier evento que se presente. Hay que aceptar que a veces, cuando sé que no tengo que salir, la piyama se me pega todo el día y trabajo con bata de caballero Jedi, cosa que trato no sea la generalidad.

  • CADA LOCO CON SU ESPACIO

He sabido de personas que salen a la esquina, se dan una vuelta y luego vuelven a casa, como quien llega a la oficina con frescura. Otros más pudientes han construido oficinas personales en los áticos y hasta en el jardín de sus casas campestres. Nosotros, los de a pie, tenemos que escoger y delimitar una zona determinada de la casa para trabajar. Tengo claramente separados los espacios de trabajo de los de descanso, y jamás me permito trabajar entre las cobijas. El fracaso del teletrabajo llega cuando no creamos el entorno de trabajo perfecto, cuando no revisamos dónde estamos cómodos ni respetamos los espacios.

  • VERIFICAR CONECTIVIDADES

Va más allá de que uno tenga buena señal de internet o no. Teletrabajar demanda estar en contacto permanentemente con los compañeros, ya sea a través de emails, servicios de mensajería y cualquier herramienta que lo facilite. Yo hasta ayer debuté en Microsoft Teams, plataforma colaborativa de trabajo que ofrece videollamadas, chats, y opciones de compartir información en un espacio común. Me fue bien, y como a todos nos gustó, solo espero que a futuro estas reuniones reemplacen todo tipo de desplazamientos y encuentros físicos. Por fin emails que nunca mutaron a ser reuniones. Te lo pedimos, Señor.

  • REVISAR LAS TAREAS DIARIAS

El ser humano es un animal de rutinas. Esto hay que saberlo aprovechar, porque si adaptamos el hábito de vagar, fracasaremos por completo. Hay que mantener las rutinas generales del día, claramente haciendo algunas adaptaciones al diario, pero siempre manteniendo horarios y atacando las tareas diarias. Yo tengo una agenda en la cual escribo lo que voy a hacer en el día, y trato de parar de trabajar cuando he terminado con todo, ni más ni menos. Podría adelantar cosas del día siguiente, pero a veces eso es contraproducente. Siempre he creído que hay que trabajar duro, pero en su justa medida, porque lo más satisfactorio de camellar es terminar.

  • PAUSARSE ACTIVAMENTE

Cuando uno trabaja en oficina, pierde mucho tiempo. Que charlando con los de digital, que almorzando con los de jurídica, que chismoseando con los de sistemas, y así. Mal que bien, los desplazamientos movilizan el cuerpo. Cuando se teletrabaja uno tiende a no moverse mucho, por eso hay que igual hacer pausas activas para no dejarse del sedentarismo. En casa es bacano porque hay más tiempo de ver series, de lavar loza que en mi caso me ayuda a pensar; pero sí es clave mantenerse en movimiento. No sugiero ponerse a hacer oficio de lleno, porque ahí sí no rinde es pero nada.

  • DESCANSAR

Tristemente, los ‘freelanceros’ acostumbramos a los patrones a que no tenemos horario, y les hacemos entregas hasta los fines de semana. Pero con una posible revolución del teletrabajo, debemos también procurar encontrar espacios para el descanso. En mi caso, busco trabajar duro los cinco días de la semana, o incluso seis, para no tocar nunca los domingos. Mi teoría es que si me toca trabajar los siete días de la semana, es porque no distribuí el tiempo de manera correcta. Hay que aprender a parar, incluso, cuando se trabaja en casa y, sobre todo, equilibrar el tiempo con la familia, los amigos y los que amamos. Que quede claro que teletrabajar no es estar disponible 24/7.

  • Y LA ÑAPA

Tomándolo por el lado amable, la gran ventaja de esta onda teletrabajadora es que, si nos va bien, las empresas se van a dar cuenta que no hay que estar siempre en la oficina, que desde la casa el tiempo nos rinde más, que el tráfico se suaviza y que de vez en cuando está bien dejar de vernos, por aquello de la salud mental que produce el sano extrañamiento. Creo que trabajando desde la casa equilibramos las neurosis, hallamos más paz mental y eso nos hace seres humanos más felices.

Arriba el teletrabajo, abajo la pandemia. Arriba la valentía, abajo el miedo.

Aprovecho para recomendarles este curso gratuito de teletrabajo que está brindando Platzi. Se pueden inscribir aquí.

LUIS CARLOS ÁVILA R.

@benditoavila

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