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Benjamín Netanyahu ya toma decisiones que demuestran el impacto inmediato de la entrada en funciones de Donald Trump. Reconocido crítico de la política exterior de Barack Obama, se ha especulado acerca de su rol para estrechar lazos con Israel. Incluso estaría dispuesto a trasladar la sede diplomática de ese país, de Tel Aviv a Jerusalén. Un gesto de apoyo, a uno de los Estados que más se ha caracterizado por violar sistemáticamente los derechos de un población en particular. Poco se puede decir con visos de novedad, de los abusos cometidos contra los palestinos, pues con el paso de los años, el catálogo de agresiones crece, sin que parezca haber eco en esas denuncias. Con la presencia de Netanyahu y Trump, las posibilidades de un incremento en esas acciones, proliferan.

La incomodidad de las autoridades israelíes con Barack Obama fue inocultable. Aunque el presidente estadounidense estuvo lejos de adoptar una postura pro palestina, en la escala de valores de las autoridades radicales a la cabeza de Netanyahu, cualquier gesto que apunte a detener el proceso de colonización, significa condescendencia con el terrorismo, y solidaridad con quienes promueven la destrucción de Israel. El pasado 23 de diciembre, el gobierno Obama no impuso su veto a la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que condenaba los asentamientos israelíes en los Territorios Ocupados. El texto los consideraba ilegales, y llamaba a que dichas actividades cesasen inmediatamente. Inicialmente el texto fue presentado por Egipto, pero fue retirado. Esto en razón de que las autoridades israelíes, decidieron recurrir a Trump (aún electo pero no posesionado) quien presionó a El Cairo consiguiendo el retiro de la propuesta.

Sin embargo, la victoria diplomática de Tel Aviv duró poco. Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela, decidieron volver a plantearla y consiguieron el apoyo de los 14 miembros, y la abstención de Estados Unidos, que se negó a vetarla.  Esto no ocurría desde 1979, pues desde esa fecha, sin excepción, Washington había vetado cualquier intento de resolución en el seno de ese Consejo, que condenase el proceso de asentamientos ilegales en los Territorios Ocupados. 

Israel acaba de anunciar la construcción de 566 asentamientos en Jerusalén Oriental, clara señal de que con el magnate, los márgenes de actuación serán otros. Pero allí no se detiene el apetito geopolítico de Israel, pues se planean 11 mil más. De los 430 mil colonos que viven en Cisjordania, 200 mil están radicados en Jerusalén Oriental. Esta decisión solo complica el panorama para cualquier solución definitiva de dos Estados, que ponga fin a más de medio siglo de violencia entre las comunidades. La presidencia de Trump, solo empieza y los desequilibrios en Medio Oriente se profundizan riesgosamente. Urgen nuevos equilibrios con potencias emergentes, que pongan límites al delirio israelí- estadounidense que permite la violación impune y sistemática de derechos humanos.  

@mauricio181212

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