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Hace unos días caminaba por la ciudad y a pesar del solazo que había hecho horas antes, comenzó a caer un chaparrón. En eso, escucho a una señora que tratando de refugiarse de aquella lluvia torrencial, inesperadamente comenta (incluso casi molesta): “¿Qué le ocurre a este clima? ¡Está completamente loco!”.
Para ser sincera, no es la primera vez que escucho o leo esa frase. En internet hay muchas imágenes alusivas al tema e inclusive algunos medios de comunicación a nivel mundial, culpan al mismo planeta del cambio climático que vivimos actualmente. Quien niegue el cambio climático, la contaminación o la pérdida masiva de biodiversidad es porque no tiene ni idea de lo que realmente está pasando -o tal vez no lo quiere ver así-.
Hace tiempo leí una frase que, aunque correspondía a otro tema, creo que queda acorde a este desafío socio-ambiental que estamos viviendo actualmente: “la gente no parece darse cuenta de que no es como si estuviésemos en el Titanic y tuviéramos que evitar el iceberg, pues ya hemos chocado con el iceberg, el agua está entrando en el barco; pero hay gente que sencillamente no quiere abandonar la sala de baile y otros no quieren abandonar el bufet”.
¿Es acaso nuestra ingenuidad tan grande como para creer que estos cambios se deben a transformaciones naturales del planeta?, o es que ¿estamos tan envueltos en nuestro propio egoísmo que no podemos ver un poco más allá de lo aparente?. La naturaleza cortoplacista del ser humano nos ha llevado a graves problemas globales, sin embargo, esta condición puede y debe cambiar.
Es nuestra oportunidad. No quedan muchas ya. La pasada COP-20 nos demostró que podemos quedar colgando en un hilo de inestabilidad planetaria muy alarmante si no conseguimos consensos, diálogos o negociaciones “humanas”, más que económicas o políticas. El trabajo es arduo para todo este año, sin embargo y a pesar de todo, sigo teniendo fe y confianza, no en los países como tal, sino en su gente.
Este nuevo año que estamos iniciando, es uno de los mejores momentos que tendremos en este nuevo período de esta historia abreviada del universo, para reflexionar y actuar conscientemente: solucionar el problema, no ser parte de él. Está en nuestras manos solamente. Achacar el problema a otros países, o tender la solución en líderes políticos, económicos o ambientalistas es completamente “extremo” y no tiene ninguna base a estas alturas del partido.
Invito a cada uno de nosotros a poner un granito de arena y convertirnos en entes de acción, en protagonistas de cambios. Nuestro planeta no necesita excusas, necesita propósitos y estos últimos deben basarse en transformaciones que permitan inducir pequeñas, medianas y grandes innovaciones. En la medida que nosotros vamos cambiando, vamos también cambiando al mundo.
Si no adoptamos las decisiones difíciles, el planeta lo hará por nosotros…