A la nota necrológica aparecido en este diario, quiero solamente comentar dos poemas de Meira del Mar. El primero tiene que ver con su pseudónimo: «El mar, la mar».
Viene y va, huye, vuelve
se aleja en largas fugas
enamoradas, breves despedidas,
retornos,
y es siempre el mar de ayer…
Abandonémonos, parece decirnos, a la lógica ondulante y movible del amor-mar. Quien lo concibe como algo inmóvil lo está aniquilando. Nada más proteico y cambiante que el amor-mar. Meira del Mar absorbió el sentimiento amoroso como incentivo para la inteligencia. El otro poema que voy a comentar se llama «La otra», y pertenece a su libro Secreta isla (1951). Basta citar tres versitos para advertir la dualidad que sufren los enamorados en sus aproximaciones y separaciones :
No soy la que te ama.
Es otra,
que vive con su alma
dentro de mí».
El amor nos desdobla. A veces amamos a la máscara de la máscara de la máscara sin encontrar al final más que un reflejo de nosotros mismos. ¿A qué viene, pues, el pensamiento razonable? Para entender el amor, el mar y la poesía, tan presentes en la obra de Meira del Mar, apoyémonos en la ensayista española María Zambrano. Parafraseémosla. La filosofía va en busca de la verdad, pero la poesía no cree en ella, pues las verdades últimas de la vida, las de la muerte y el amor, se dan por hallazgo, por gracia, por asombro y no por métodos filosóficos. La razón no es sino renuncia al asombro, una impotencia de la vida. Vivir es delirar. Lo que no es embriaguez, ni delirio, es solemnidad. ¿Y a qué lo solemne si toda ha de terminarse… ?
Nota necrólogica: http://bogota.vive.in/libros/articulos/marzo2009/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_VIVEIN-4884982.html
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