Muchos jóvenes se asombran al descubrir novelas de James Bond, pues el famoso espía inglés siempre ha sido un éxito cinematográfico más que un fenómeno literario. Agradable darnos cuenta cómo todo opera literariamente sin saberlo; siempre hay imaginación, una novela, un cuento, un guión, un discurso detrás de algo… Lo cierto es que los libros del novelista inglés Ian Fleming (1908 – 1964), el inventor de James Bond, nunca gozaron de fama sino cuando se llevaron a la pantalla gigante (y ni siquiera, pues nunca se enfatizaba que las películas provenían de sus libros). Fleming trabajó en los servicios secretos de inteligencia británica durante la II Guerra Mundial, prestando una ayuda impresionante a los intereses ingleses en el mundo. Al principio trató de negociar un pacto de no agresión con Hitler, de quien desconfiaba en todo los aspectos, al tiempo que escribía reportes para defender Gibraltar por si al regordete general Franco, unido con los nazis, le diera por recuperar esta preciada colonia británica en las puertas del Mediterráneo que con tanto esfuerzo ganó a Napaleón y a los españoles Sir Nelson en Trafalgar. Ian Fleming vivió obsesionado con la idea de que el resto del mundo, de una manera u otra, vivía tramando algo contra Inglaterra, la isla rebelde, de suerte que el espía James Bond debía evitar o descubrir los ataques a tiempo.
Para celebrar el centenario de Ian Fleming, el novelista inglés más exitoso de los últimos tiempos, Sebastian Faulks, aceptó el reto de los editores de escribir una novela bajo la saga de James Bond. Lo sedujo la idea del thriller y de paso jugar con Bond, cuyos libros leía desdel el colegio, y en menos de diez semanas terminó "LA ESENCIA DEL MAL" ("DEVIL MAY CARE"). Situó al famoso espía en plena Guerra Fría con el objetivo de evitar, sin ser visto por los rusos en Teherán (capital de Irán), de frenar los planes de un psicópata de atentar contra Londres
Antes de hablar de sus cualidades literarias, y de algunos clichés, "DEVIL MAY CARE" es el más vendido, y en las librerías londinenses poco a poco va desplazando a Harry Potter y al Señor de los Anillos. Al mismo tiempo este libro ha servido para que las otras novelas "serias" de mi tocallo de apellido Faulks se bañen de luz y obtengan más lectores, como por ejemplo "Charlotte Gray", trilogía sobre la Francia ocupada por los nazis, que leeré proximamente. Por lo demás, como en un efecto dominó, se ha vuelto a reeditar toda la saga de Bond escrita por Fleming.
La novela empieza en París con aguacero a principios de la década de los ochenta, sí, en plena Plaza de la Concordia, donde Bond se encuentra de vacaciones. Pero M., su jefe, lo llama para encargarle un mandado. "Necesito contar contigo en algo. No tengo muy claros los detalles en el momento, pero siento que va a ser algo grande. Desde luego muy grande. ¿Has oído sobre el Dr. Julius Gorner?" Bonn algo ha escuchado, pero solo Scarlett, la heroina de esta historia, le revelará las claves. Gorner es un peligroso terrorista de origen ruso, quien creció en Inglaterra, aprendió el perfecto british accent y a jugar cricket y golf tan perfecto como sus compañeros, pero quien siempre creyó que los británicos se burlaban de él. De suerte que que por locura o exceso de amor a la cultura británica, no se detendrá ante nada hasta que no haya destruido el centro, el corazón de Gran Bretaña. Posee redes en toda Europa, escudadas en farmacias, para empezar a distribuir heroina, inundar el mercado ingles, envenenar a su juventud y convertir a Inglaterra en una colonia pobre, como una de las tantas que ella dominó. Al fin y al cabo los ingleses hicieron lo mismo en China con la guerra del opio. Pero ante todo posee un artefacto con tecnología misteriosa en las aguas del Mar Caspio (un barco con alas), izado con banderas de Gran Bretaña para desordenar a los rusos. Bond se dirige hacia allí…
La personalidad de Bond, entre tanto, no deja de ser flemática y gélida como el mar de su país. Narrada en tercera persona, como las novelas de Fleming, tampoco Faulks nos deja saber mucho sobre los pensamientos de Bond, quien sigue y seguirá siendo el servidor de su majestad y el cumplidor de órdenes. Lo que más mantiene la trama, curiosamente, no es tanto el ataque inminente de Gorner, sino Scarlet, una chica de ojos marrones y cabello suelto, con piernas delirantes (podría ser la misma actriz de "Casino Royale": Eva Green) mucho más inteligente que Bond y quien será la encargada de mantenerlo informado y hasta de salvarlo en varias ocasiones, aunque en el camino lo engañe y juegue con él como un gatico juega con una pelusa. Buena jugada del novelista: en cierta forma se burla de la astucia de Bond y lo deja como un idiota en comparación con Scarlet.
Hay escenas interesantes y muy divertidas, como la de un partido de tenis entre Bond y el villano, en el que el lenguaje técnico de este deporte, cuya clave está más en la psicología que en la física, sirve para dotar y no perder nunca la emoción de la novela. Otras escenas nos hacen recordar a Thomas de Quincey, no sólo por su "Murder considered as one of the Fine Arts", sino por su visión de los fumaderos de opio, al que James Bond entra en compañía de Darius, su guía en Teherán. Una espectacular descripción de Helsenky al amanecer. Y erotismo muy bien llevado. Además de una delirante escena en pleno río Sena justifican la lectura de esta novela.
Sebastián Pineda
Hola . . . buena reseña. Observé algunos lapsus cálami: * tocayo se escribe con «Y», no con «LL». * Confundiste Bond con Bonn la ciudad alemana. (párrafo 4) * Si lo que quieres es referirte a la capital de Finlandia, es Helsinki, no Helsenki.
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