El Salvador está viviendo uno de los momentos más críticos de su historia. Por primera vez, un gobierno socialista ostenta el poder absoluto y como en todos los países que ha sucedido lo mismo, se vislumbra un futuro desesperanzador. Podríamos hacer énfasis en el poder de la propaganda, los encubrimientos del gobierno a hechos que flagelan a los salvadoreños diariamente – como la inmigración ilegal a USA – la inseguridad, la corrupción, el alza del costo de vida; y ni que hablar de la vieja pero confiable estrategia de echarle la culpa a otros, primero a los diputados, luego a la OEA y ahora a los gringos. Pero en esta ocasión no quiero despotricar contra el actual gobierno salvadoreño, sino sobre aquellos que lo eligieron y a ojo cerrado han entregado todo el poder en manos de una sola persona.
El soberano, el pueblo, los salvadoreños eligieron con más de un 60% de los votos a Nayib Bukele, y a tres años de su gobierno y muchas grietas, siguen aprobándolo, a pesar de que poco a poco algunos sectores de la población expresan en manifestaciones, cada vez más constantes, su descontento.
Aun en medio de estas circunstancias, mi familia y yo llevamos meses planeando un viaje para El Salvador y uno de estos días me dio por investigar los precios en los supermercados para tener una idea de cuánto deberíamos invertir en un mercado. Investigué en un supermercado de “clase media”, digamos, y no me enfocaré en los costos, porque basta decirles que una libra de lentejas vale $1.87 USD ($7,293 pesos colombianos), siendo un producto importado, pero los fríjoles, siendo de producción nacional y base fundamental de la dieta salvadoreña, tienen un costo de $1.31 USD ($5,109 pesos colombianos) la libra. Con este simple ejemplo pude constatar que el costo de la canasta básica salvadoreña es mayor al de la colombiana. Que sea una país pequeño y dolarizado no es excusa.
Pero mi sorpresa mayor no fue esa, sino la lista de los productos más buscados, siendo 17 de diciembre, sabiendo que primas y salarios han sido desembolsados. La lista es en el orden siguiente: Cervezas y licores, Juguetes, Café, Pavo y Pollo, Coca Cola, Leche y Pañales.
La lista refleja claramente a los salvadoreños de clase media, aquellos que al llegar el viernes salen de fiesta, los que toman su café antes de salir a trabajar, los que invertirán en una buena cena de navidad y que muy probablemente en su mayoría sean madres solteras.
Esta misma clase media, que invierte en cosas efímeras, además de un plan caro de celular y se endeuda para comprar un carro de $7,000 USD ($27 millones de pesos colombianos) sin remordimientos, pero que considera que invertir en un terreno de 200 m2 con agua y electricidad en $6,000 USD ($23 millones de pesos colombianos) y construir una casa es muy caro, esa es la población que eligió al actual gobierno, y todos los anteriores que dieron paso a este.
En resumidas cuentas, tenemos una población endeudada, que no sabe invertir y que si tiene para “darse lujos” entonces todo está bien. Una población que “sostiene la piedra”… un pueblo de “pan y circo”.
Al oírme decir esto, un amigo salvadoreño me dijo: “pero eso no es nuevo y no es culpa del gobierno actual ni de esta generación”. Eso es correcto. Por lo tanto, la solución para un país nunca estará en un gobierno, sino en la familia. Sinceramente, espero que los colombianos no sigan persiguiendo pajaritos en el aire que les pintan los “mesías” y atiendan los testimonios vivos que la rodean. Y es que para los latinos ha sido muy difícil entender que como padres de familia debemos enseñar a nuestros hijos a trabajar, a respetar la propiedad privada, a saber administrar e invertir y a fortalecer las relaciones interpersonales.
En mi familia, yo me encargo de trabajar y traer el dinero a casa y mi esposa de administrar e invertir ese dinero, juntos enseñamos a nuestras hijas a respetar la propiedad privada y fortalecer las relaciones. Es más allá de trabajo en equipo, es confianza, es construir nación.
Por: Ottoniel Sorto
muy bueno
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