La “batalla cultural” se ha vuelto un monstruo difícil de controlar, una batalla que tiene muy poco que ver con la cultura y mucho que ver con la humillación, el desprestigio y el ataque personal al enemigo declarado. En un contexto así, lleno de ruindad y mezquindad es muy difícil tener verdaderos diálogos o conversaciones. Cuando se pierde la decencia, ¿qué espacio puede haber para la cultura?
Uno ve los títulos de los videos de muchos que participan en la “batalla cultural”: “Fulano destruye a zutano”, “Fulano humilla al zutano miserable”, “Zutano miserables son descubiertos”, y un largo etcétera. ¿Qué tiene esto de cultural? Nada. Mucho del contenido que se produce (videos, tuits, artículos) tienen este mismo estilo visceral, sensacionalista, lleno de insultos y de odio.
Este tono, si se puede llamar así, se usa teniendo en cuenta las dinámicas de las redes sociales, en donde lo sensacionalista y lo controversial tiene más clics o interacciones, pero lastimosamente este tono de las redes sociales termina influenciando el tono en la vida real, en nuestras relaciones con nuestros compañeros y amigos.
¿Qué clase de honestidad intelectual puede tener un videoensayo o un artículo cuando uno de los principales objetivos es que suban las interacciones y las suscripciones? Cuando esto es así todo es “urgente”, todo es “controversial”, todo es “importante”, hasta la noticia más insignificante y trivial se vuelve un caso para ser “analizado” por los que hacen parte de la “batalla cultural”. Gran parte de lo que se termina produciendo es basura, con cierto toque intelectual, que será olvidado en pocas horas.
No estoy en contra de luchar por rescatar la cultura en el sentido de que nuestro deber como cristianos es influenciar a nuestra comunidad y sociedad a través de nuestros dones artísticos, académicos, periodísticos, empresariales, etc; sino en contra de en lo que se ha terminado convirtiendo la llamada “batalla cultural”, su estilo, sus maneras, sus dinámicas. Sí creo que estamos llamados a esa batalla y a decir la verdad aunque esta sea dura. Pero no estamos llamados a “matar” al otro por ello, a “destruirlo”, a “aniquilarlo”, sino a decir la verdad con amor. Como dijo Francis Schaeffer: “Mi objetivo no es ganar argumentos, sino personas”.
Estas formas también han influenciado a los cristianos. Muchos cristianos ahora se han moldeado y conformado a estas. Pero veamos lo que dice el apóstol Pablo, alguien que indudablemente ha influenciado a la cultura y el pensamiento occidental a través de la historia hasta el día de hoy. En su carta a los romanos dice, hablando de los deberes de los cristianos:
“Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean tan orgullosos como para no disfrutar de la compañía de la gente común. ¡Y no piensen que lo saben todo! Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.
Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: «Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen»,dice el Señor. En cambio, «Si tus enemigos tienen hambre, dales de comer. Si tienen sed, dales de beber. Al hacer eso, amontonarás carbones encendidos de vergüenza sobre su cabeza». No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien”.
Esto que dice el apóstol Pablo anula el tono, el estilo y las dinámicas que ha tomado hoy la llamada “batalla cultural”. Y también dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”. El tono de hoy es el del odio, el tono del apóstol Pablo es el del amor, nos queda a nosotros como cristianos no conformarnos a este tiempo.
Por: Juan Sebastian Ruiz Garcia
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