
Se había acabado el culto y me senté en la parte trasera de la iglesia para pasar un poco el calor de las once de la mañana, saqué mi celular y me puse a revisar mi WhatsApp. Una conversación que se daba a unas cuantas sillas me impedía concentrarme, la empecé a escuchar con un poco de reticencia y pudor, mientras fingía que revisaba mi celular. No sabía con claridad si la providencia me había puesto allí para escuchar aquella conversación o si simplemente estaba capitulando al chisme.
Daniel Arcadio, un joven de la iglesia, conversaba con Nicanor, nuestro predicador invitado de ese domingo que había hablado, entre muchas cosas, sobre el amor y el matrimonio, ambos temas espinosos y complicados, triviales y grotescos si no se tratan con la debida profundidad.
“Estoy de acuerdo con las razones que dio para defender al matrimonio”, le dijo Daniel Arcadio a Nicanor. “Aun así no me parecen convincentes, no me parecieron suficientes. Es decir, yo estoy a favor del matrimonio y de todo lo que viene con él, pero sus razones, aunque adecuadas, no me parecieron acertadas”.
“¿De cuáles razones hablas?”, replicó Nicanor.
“Primero, usted habló de que el matrimonio es el núcleo esencial de la sociedad, su unidad principal, elemental; dijo que es imposible que una sociedad sea viable si sus familias, si sus matrimonios no son sanos. Matrimonios sanos son esenciales para una sociedad sana. Estoy de acuerdo. El punto es, la gente no se casa pensando: ‘Voy a contribuir a la sociedad con mi matrimonio’, es decir nadie toma la decisión de casarse porque desee ‘contribuir al bienestar social’. Tal vez puede ser una razón secundaria, pero no la principal. Nadie se casa por esos motivos, nadie corre el riesgo, porque crea que el matrimonio es -la unidad básica de la sociedad- ”.
“Entiendo”, Daniel siguió hablando, sus palabras parecían salir desde muy dentro de él. Nicanor lo escuchaba con interés.
“Luego dio otro argumento, dijo que el matrimonio es una herramienta, o se puede ver como un instrumento para la santificación, la maduración espiritual y el crecimiento personal. Dijo que las personas casadas tienden a ser más maduras, o que el matrimonio ayuda mucho a hacer madurar a las personas. Y, una vez más, estoy de acuerdo completamente. Pero dudo que lo principal que tengan en mente dos personas cuando se casan o deciden hacerlo es que ‘el matrimonio me va a ayudar en mi crecimiento personal y espiritual’. Yo no dudo que esa pueda ser una razón secundaria, pero nadie se casa teniendo eso como razón principal».
«El último argumento que dio en defensa del matrimonio también, de cierta manera, lo apoyo. Dijo que a través del matrimonio y la familia se puede traer una ‘transformación cultural’, que a través de ellos se puede ‘transformar a las naciones para Dios’. Dijo que tener familia, tener hijos y discipularlos en los principios bíblicos es una forma de ‘traer transformación’. Dijo que muchas religiones, como algunos judíos y musulmanes, le dan mucha importancia a la familia, especialmente las numerosas, porque saben las cosas buenas que éstas traen y que esto debería de servirnos de ejemplo. Una familia cristiana trae transformación cuando tiene hijos a los cuales discipula y que luego, cuando crecen, ‘impacten a la sociedad’. Y me parece una idea interesante, pero dudo que sea la ‘transformación de la cultura y la sociedad’ la razón principal por la que un hombre le pide a una mujer que se case con él”.
“Creo que la razón por la que dos personas se casan no es porque deseen contribuir al bienestar social, crecer personalmente o impactar a la cultura, la principal razón es porque se aman, es el amor. Todo lo demás viene como una ‘añadidura’. No se puede incentivar el matrimonio a través de sus beneficios. Sí se puede, pero creo que es una defensa… digamos, subalterna; es como defender al cristianismo por los beneficios que este trae”.
“Yo no digo que la gente se case por las razones que di en defensa del matrimonio”, respondió Nicanor. “Hablé de los beneficios sociales, personales y culturales que trae un matrimonio sano, no de las motivaciones por las que la gente se casa; yo soy consciente de que nadie se casa por eso, sino por lo que tú dices: el amor. Aun así, considero que es importante resaltar los beneficios que trae el matrimonio en una sociedad que lo desprecia, que lo rebaja y que no le da la importancia suficiente, y por esto hablé de los beneficios del matrimonio. Ahora, por supuesto que las personas se casan por amor, pero ese es un tema más complejo todavía. ¿No crees que podrías caer en una visión sentimental, idealista, adolescente del matrimonio al poner al amor como la razón principal? y ¿qué es el amor? el amor no es tan solo un sentimiento, es una decisión, y muchas otras cosas…”
“Yo creo que el amor es una decisión, pero también un sentimiento”, respondió Daniel Arcadio. “El uno no anula al otro. Como usted sugiere, ver al amor tan solo como un sentimiento nos entrega a una visión sentimental y de ‘Hollywood’ de las relaciones y del matrimonio, pero creo que negar la parte sentimental del amor y verlo sólo como “decisión” nos entrega a una visión mucho peor que el sentimentalismo hollywoodense, nos entrega a un ‘amor’ calculado, maquinado, frío, sin vida. Frente a ese ‘amor’ yo creo que prefiero el monacato, el celibato. Creo que en muchos círculos cristianos se tiende a denunciar el aspecto sentimental del amor y a enfatizar el aspecto de la ‘voluntad’ y la ‘decisión’ y eso podría resultar peligroso. Es decir, como cristianos podríamos, si no tenemos cuidado, por miedo a caer en el engaño sentimentalista, caer en el otro extremo, en ver al amor solo como decisión, como cálculo. Pero en realidad no es ni lo uno ni lo otro, ni puro sentimiento ni pura decisión”.
“Sí, es así. Digamos que el amor es importante, pero para mantener un matrimonio por muchos años además de amor se requieren de muchos otros elementos; de la gracia de Dios, la paciencia, el compromiso, la lealtad etc., etc. A eso me refiero cuando digo que el amor no es tan solo una emoción. No es tan sencillo, es algo complejo. Pero estoy de acuerdo con lo que planteas, el peligro que representa anular el aspecto sentimental del amor como reacción al sentimentalismo que nos venden por todos lados. Aun así, Daniel, siento que tus argumentos o visión, si lo puedo llamar así, carece de solidez. Hablas del amor como la razón principal de matrimonio, pero, ¿cómo me puedes asegurar que la gente no se casa por los beneficios que el matrimonio trae? ¿Cómo puedes probar esto? ¿Tienes alguna evidencia? Nadie sabe los motivos verdaderos de las personas, nadie conoce el corazón de la gente, cada quien tiene sus motivos; amor, estabilidad, placer, etc. no lo sabemos. Incluso ¿cómo sabes que las personas tienen siquiera claro la motivación por la que se casan?».
“Mira Daniel, vivimos en un mundo caído, manchado por el pecado, la realidad es que no todos se casan por ‘amor’, incluso dentro de la iglesia, te lo podría demostrar fácilmente con casos muy cercanos a mí… Pero bueno. Y, ¿cómo sabes que una persona ama a otra? ¿cómo sabes tú cuando amas a alguien?”.
“Porque lo siento”, respondió Daniel.
“Bueno, yo considero que tu visión del amor es bastante limitada y, me atrevería a decir, no bíblica. El amor no es sólo sentimiento, es compromiso, el amor es activo, el amor nace del compromiso, no del simple sentimiento, uno ama porque uno ha amado, es decir, la acción precede al sentimiento, no lo contrario. ¿Qué dice la biblia? cuando la biblia habla de amar a Dios dice: “…Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” No tan solo “sentir” el amor, sino actuar, guardar sus mandamientos. ¿Cómo sabes que alguien te ama? no por lo que te dice o por lo que siente sino por sus acciones, ¿o no? Alguien te dice: “Daniel Arcadio, te amo” Pero no lo demuestra con sus acciones. ¿De qué te valen sus palabras bonitas o sus sentimientos sublimes? El amor nace realmente del compromiso, no del sentimiento».
Basar todo tan solo en el “amor”, en el sentimiento, nos puede llevar a un subjetivismo peligroso. ¿Sabes cuánta gente se divorcia porque “se les acabó el amor”?”
“Pastor, estoy de acuerdo con lo que dice, pero nada de eso niega que el amor sea un sentimiento.” Respondió Daniel Arcadio.
“Listo, ¿y crees que esa sea una definición bíblica?”
“No, no es una definición completa, pero sí describe una parte de lo que es el amor. El amor es un sentimiento, como decir que un árbol de mango es frutal. El árbol de mango es frutal, pero “lo frutal” no describe todo lo que el árbol es. Decir que el árbol de mango no es frutal sería incorrecto.”
“Está bien Daniel, pero hasta ahora sólo me has hablado de la “frutalidad” del árbol de mango, y de nada más… Ahora, otra cosa que hay que tener en cuenta es el hecho de que el pecado afecta la totalidad del ser humano y eso incluye los sentimientos. Muchas veces la gente siente pero eso que sienten no es lo que ellos creen que es.”
“Si, pero el hecho de que el pecado afecte a los sentimientos no anula la dimensión sentimental del hombre.”
“No he dicho que la anule, sino que la afecta, y esa afectación del pecado interfiere a la hora de determinar el tipo de sentimientos que tenemos, ¿o no? Es decir, si es cierto que el corazón es engañoso, ¿acaso no podríamos estar llamando amor algo que no lo es? No todo lo que se siente es. No se le puede dar total crédito a lo que se siente. A esto se le suma que las emociones pueden nublar el juicio. Cuando una persona está airada sus acciones suelen ser exageradas, verbal o físicamente violentas, así como cuando está excitado, suele no pensar en sus decisiones. No todo lo que uno siente es una emoción y cuando lo es no es siempre la emoción que uno dice que es.
Te voy a decir una última cosa y con esto termino, ya tengo que ir saliendo porque el pastor Miguel Antonio me invitó a almorzar… Mira, ¿Dios es amor porque siente amor o porque todas sus acciones son amorosas? Una definición bíblica de amor implica que tu no estás buscando tan solo tu máximo bienestar, sino el máximo bienestar de la otra persona, esto es cumplir el mayor mandamiento: Amar a Dios con todo tu corazón y amar a tu prójimo como a ti mismo. La biblia debe ser nuestro estándar para definir las cosas, no tan solo lo que pensamos o sentimos.”
“Estoy de acuerdo con usted.” Respondió Daniel, un poco pensativo y melancólico.
“Y ¿cómo fue que terminamos hablando del amor? ¿por qué estás tan interesado en este tema? ¿alguien te agapeó?”
“¿Alguien me agapeó?” respondió Daniel medio turbado y sonriente
“¿Te gusta alguien?”
“…¡No!.” Respondió Daniel, luego de un silencio incómodo, medio pensativo y vacilante
“Bueno, entonces oraré para que Dios te bendiga con una sierva.”
Me dio la impresión de que Daniel Arcadio no quedó del todo convencido y que aún tenía algunas cosas que decir. Los servidores de la iglesia ya nos estaban sacando con sus miradas sonrientes y escobas laboriosas así que empezamos a salir. Yo seguía “revisando” mi celular, aunque no había nada que revisar.
Por: Juan Sebastián Ruiz García y Lázaro Del Valle
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