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¨Nada bajo el sol es original, todo necesariamente te regresa a algo¨ Mark Landis

En un reciente reportaje publicado en la página de la BBC, conocí la historia de Mark Landis, un falsificador de arte que duró 30 años engañando a museos por todo Estados Unidos. Pero más allá de su talento para imitar, lo asombroso de la historia es que Landis quien además sufre de esquizofrenia, nunca cobró un solo peso por sus falsificaciones, todas las donó. Aparentemente su única motivación era ser tratado como un rey e impresionar a su madre al pasarse por un rico coleccionista. Cuando finalmente fue descubierto, no le pudieron endilgar ningún delito pues como no había recibido pago alguno, no había violado ninguna ley.

Landis pertenece a ese extraño grupo de personas que logran salirse con la suya al encontrar una falla en el sistema y que se acomodan en el vacío de una situación que nadie ha contemplado. En el campo legal, cuando una conducta o situación no está contemplada en las normas se entiende que existe una laguna. A través de la interpretación de las normas por analogías y precedentes se llenan esos vacíos para completar el ordenamiento jurídico. Después de este ejercicio son mínimos los espacios que quedan para lo indescifrable, para lo que el sistema no tiene una respuesta. Sin embargo, siempre hay casos como el de Landis de quienes logran instalarse en ese recoveco para salir bien librados y burlar el sistema.

Capítulo aparte merece su talento artístico, pues sus trabajos son imitaciones perfectas de artistas de la talla de Picasso, Monet y Matisse. Otra historia sería si sus imitaciones fueran del arte contemporáneo en donde la técnica tiene cada vez menos peso y parece tener más valor la idea. Hoy cualquier cosa puede considerarse arte y suceden cosas como aquel guante que alguien dejó caer en el piso de un museo y nadie se atrevió a recogerlo pensando que era parte de la exposición. O como la broma de la revista Soho a los asistentes de ArtBo (entre ellos María Paz Gaviria) cuando colgaron una presunta obra de arte que no era más que un dibujo de un niño de 2 años. Pensando que era una obra de algún artista reconocido los críticos se desbocaron en elogios y quedaron exhibidos.

Pero volviendo a nuestra historia ¿Cómo fue que lo descubrieron?

Matt Leininger, un galerista que había recibido una serie de donaciones comenzó a sospechar de la excentricidad de Landis y comenzó a seguirle la pista. Al poco tiempo de iniciar sus pesquisas se obsesionó con Landis hasta el punto en que se convirtió en su némesis al mejor estilo de la película “Catch me if you can”. Indagando sobre uno de los cuadros recibidos pudo comprobar que la misma obra también había sido donada por Landis a otro museo e instauró la denuncia.

Como nunca lo pudieron condenar por ningún delito, mucha gente se interesó por la historia y Landis adquirió por fin el status de celebridad.  De su vida se filmó un documental y su testimonio ha servido de inspiración para otros pacientes de esquizofrenia. El Museo de Arte de Cincinnati montó una exposición con sus falsificaciones y escogió el día de los inocentes en Estados Unidos para hacerlo. El anfitrión fue Landis y el curador fue nada más y nada menos que Leninger. Y como era de esperarse, el maestro que engañó al mundo del arte y de paso logró engañar al sistema, por fin se pudo robar el show.

Fuente: BBC Mundo

Twitter: @alfrecarbonell

Imágen: Mark Landis, original de Charles Courtney Curran, Mujeres sentadas en el césped

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