Cuando empezó su campaña, Trump se le apareció a los medios de comunicación como la figura perfecta para salvarlos de la lánguida carrera hacia la Casa Blanca. En ese momento, el debate transcurría sin sobresaltos y en el libreto no se contemplaba nada más allá de la trillada puja entre un Clinton y un Bush. El magnate, un viejo curtido en el mundo del entretenimiento bien supo capitalizar esta circunstancia. Haciendo las payasadas que más resuenan y divierten a la galería, rápidamente se convirtió en la vedette de la política norteamericana.
¿Pero se le puede endilgar a los medios tamaña responsabilidad de haber creado al monstruo de Donald Trump?
Creo que nadie se esperó que la gente lo fuera a tomar tan en serio. Era más previsible imaginar que sus absurdas propuestas lo iban a llevar en cualquier momento a autodestruir su candidatura que a acercarlo a la nominación republicana.
Los medios se equivocaron al tratarlo como una celebridad. Debieron desde un principio cuestionar sus propuestas y sus verdaderas implicaciones con seriedad. Según el New York Times, gracias a este despliegue, Trump ha recibido el equivalente a un billón de dólares en publicidad gratis. En la carrera por el rating, los medios necesitaban a Trump “como un adicto necesita el crack” como lo reconoció una periodista de la revista Today. Sin embargo, a pesar de que los medios contribuyeron a inflar su candidatura, Trump no sería nadie sin la gente que lo respalda.
¿Entonces cómo es posible que exista tanta gente que lo respalde?
Primero hay que decir que la gente es floja para votar, apenas examinan la superficie y se dejan llevar por las emociones. La política hoy se trata de eso, ha perdido mucha profundidad y se ha convertido en un asunto de showbusiness. En medio de tantos contenidos, sobresalen los mensajes que mal o bien tienen una clara narrativa con un mensaje que todos logran entender. La gente además está saturada de la política tradicional. De ahí el reciente éxito de candidatos ajenos al establecimiento como Trump y Sanders.
Por otro lado, Trump ha partido de algunos problemas económicos reales para exagerarlos y pintar al país como si viviera en una crisis sin precedentes. Ha logrado simular un ambiente catastrófico para venderse como el único hombre de negocios capaz de salvar a la patria. Las medidas efectistas y populistas que propone ofrecen una falsa solución inmediata a los problemas de la clase trabajadora. Un grueso de esa población, los blancos de clase media con limitada educación se han creído el cuento de que con medidas facilistas en un abrir y cerrar de ojos sus problemas se van a solucionar. Como si construir un muro en la frontera les fuera a devolver los trabajos “que le han quitado los inmigrantes” o si eliminando los acuerdos comerciales de un plumazo se “fuera a salvar la economía.” Sus propuestas evaden los procesos que realmente resuelven estructuralmente los problemas a largo plazo como por ejemplo a través del fortalecimiento de la educación.
Su discurso de odio hacia las minorías, su apología al racismo y a la xenofobia que tanto aterra a muchos que vivimos fuera de Estados Unidos, guarda coherencia con esta fórmula facilista. Al aplastar a las minorías, acude al viejo truco de echarles la culpa de los problemas propios a los demás. Finalmente, hay que decir que su incendiario discurso que encarna los peores valores de la sociedad estadounidense tristemente ha encontrado eco en una porción importante del electorado.
¿Y entonces quién ataja a Donald Trump?
La reciente falsa portada de The Boston Globe parece marcar una nueva estrategia mediática que desnuda las verdaderas repercusiones de un triunfo de Trump. Al mostrar cual sería la realidad catastrófica del país con un Trump al poder, el prestigioso periódico se jugó su credibilidad al meterse en el lodo a sentar de frente su posición.
A pesar de que los medios ya parecen haber reconocido su mea culpa y que este nuevo enfoque puede contribuir a revelar el verdadero impacto de un triunfo de Trump, puede que sea demasiado tarde. Sus simpatizantes han encontrado terreno fértil en otras redes sociales y plataformas como Reddit en donde transmiten sus ideas para sumar diariamente miles de adeptos.
Su más reciente salida en falso en donde propuso castigar a las mujeres por abortar, ya afectó sus resultados electorales recordándole que él sigue siendo su peor enemigo. Cruz, cuyas posiciones son casi igual de radicales, lo barrió en Wyoming y ya se le acerca en el número de delegados. Otros que se suman en el empeño de detener al fenómeno Trump son las directivos de su partido. Los mismos republicanos que en un principio lo avalaron, ahora buscan cambiarle las reglas de juego para atajarlo. Igualmente, así se quede con la nominación republicana o vaya como candidato independiente, las encuestas aún siguen favoreciendo a los candidatos demócratas.
Al final del día, el rol de los medios, como lo dice la propia palabra, seguirá siendo el de servir como medios. Aunque juegan un papel crucial en la manera como transmiten su mensaje, el verdadero poder de detener a Donald Trump finalmente lo tendrán los electores.
Caricatura: créditos Bish
Para mi es un demente. Seria catastrofico Tromp con el poder de un presidente de Estados Unidos. Minimo invade Siria ademas de todos los problemas que causara con su racismo, xenofobia etc. Pero lo que me llama la atencion es que los latinos que estan legal mente votan por el. Se les olvido como estaban cuando llegaron alli…
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Lo mejor sería atajarlo con la muerte, así como al uribismo
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