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Hace rato no escribía una entrada, tomé un largo silencio en este espacio mientras se daban las Elecciones y la instalación del Congreso. No quería escribir, publicar y caer en el error de la inmediatez, el prejuicio o incluso el proselitismo. El silencio se ha venido alargando, la cantidad de asesinatos me deja sin palabras, de nuevo la barbarie se instaura, pareciera que nos empeñamos en naturalizarla, en tolerarla. Incluso la posibilidad de alguna amenaza cuando ponga el punto final me tiene digitando esto con las manos temblorosas, pero mientras los encargados de enarbolar el estandarte de la Información siguen siendo amenazados, asesinados, intimidados u obligados a callar, otros deberemos tomar esos estandartes y seguir informando.

La andanada de asesinatos, amenazas e intimidaciones en contra de periodistas y líderes sociales crece. La situación se veía venir, la violencia nos asiste gustosa. Al silenciar a un periodista no es solo una noticia la que se pierde, se pierde la observación ecuánime y crítica de la sociedad, se pierde a un secretario de la Historia, se pierde la expresión, la duda y el disenso. Están siendo silenciados aquellos que con su criticidad exponen los vicios que carcomen a Colombia. No nos creamos mentiras, no nos dejemos engañar con brillos fútiles como las del país más feliz del mundo; nos estamos exterminando, colombianos matando colombianos, y lo peor, aún hay algunos que justifican la persecución.

El silencio no conviene. La ofensa, la denigración y la insensibilidad son bajezas. Queda entonces seguir denunciando, seguir informando, estamos obligados a escuchar y a corroborar. La identidad de los amenazados siempre es conocida, la de los que amenazan es difusa y más en estos tiempos en los que se intimida con usuarios robotizados. Cómo han aumentado las cuentas en Twitter. Cómo han aumentado las amenazas, por ejemplo, a Vanessa de la Torre, Daniel Samper y al caricaturista Matador.

Esta mañana mientras escuchaba a Hernán Peláez y Gustavo Álvarez Gardeazábal quedé estupefacto, anunciaron que por razones que no se podían explicar, ese conversatorio independiente irá hasta el 1 de agosto. Recordé los tiempos en los que escuchaba La Luciérnaga y Peláez renunció al aire luego de que el gobierno de Pastrana coaccionara a Caracol Radio para que despidieran a Artunduaga. En ese momento lo admiré por su determinación. Con los años, la voz de ese señor, su manera de tratar la información y su sutil manera de plantear la duda me han acompañado. Espero que este ciclo junto a Gardeazábal se acabe por determinación y no por intimidación.

Acá les trasncribo parte del programa minuto 26:48

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Gustavo Alvarez Gardeazábal: Y que vayan sabiendo nuestros amigos de las emisoras, que esto por circunstancias que no podemos explicar, este programa la semana entrante, vamos a hacer las últimas sesiones.

Hernán Peláez: Hasta el primero de agosto señor.

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