EL FUTURO DE
Jairo Pinilla, el primer director colombiano de cine de terror
El público que Jairo Pinilla aterrorizó en 1977 cuando estrenó su primer largometraje, ‘Funeral Siniestro’, ya no es el mismo. Las cámaras de 35 milímetros con las que grabó a actores desconocidos y que ahora son leyenda se las embargó la compañía de Fomento Cinematográfico (Focine) porque, según Henry López, su amigo, Jairo no pagó el préstamo que obtuvo para la producción de su ópera prima. Hoy, con una abogada experta en efectos visuales y vecinos que a veces le sirven de actores, intenta sacar adelante su primera película en 3D.
Existe una novelita pequeña y mordaz llamada ‘Una soledad demasiado ruidosa’, escrita por Bohumil Hrabal, quien narra los pensamientos de Hanta, un anciano que, mientras tritura papel con una vieja máquina, pega frases que recorta de libros, en cubos de papel. Al final, aparece una gigantesca prensa industrial que Hanta debe aprender a manejar, pero esta termina por reemplazarlo. Así es el futuro.
Jairo Pinilla, el primer director de cine de terror en Colombia, encara los cambios de la tecnología al igual que Hanta. La diferencia es que el personaje del libro no logra soportarlo pero Jairo, en cambio, a sus setenta y cinco años sigue construyendo historias a pesar de que no tiene cámaras de cine, a pesar de que no tiene actores.
Hizo su primera producción en un tiempo en el que las historias tenían un alto contenido histórico, como ‘Cóndores no entierran todos los días’ de Francisco Norden, pero eran muy aburridas porque, según Jairo, “en Colombia solo veían historias de luchadores y superhéroes creados en estudios mexicanos”. Este hombre, con el pelo al estilo John Travolta, que no tenía idea de cómo agarrar una cámara, se dijo, primero en voz baja para no quedar mal, que “cambiaría la historia del cine”.
El cambio fue surgiendo cuando adaptó historias que solo se contaban en pueblos. Luego supo que no serían buenas si no recreaba lo que las hacía tan fantásticas. Al igual que Georges Méliès, Jairo troqueló los negativos. El resultado: objetos que volaban (El Mago, 1970), plantas carnívoras (Triángulo de oro, 1983), objetos que se movían solos (La silla satánica, 1990). Efectos que en el pasado causaron terror. No era suficiente, Jairo Pinilla quería ser el mejor.
Tenía la idea de que si hacía una película, la doblaba al inglés y luego la subtitulaba, la podía distribuir fuera de Colombia. ‘Triángulo de oro’ (1983), grabada en el canal de Panamá, sería el éxito en taquilla.
Hasta el momento los incrédulos le admiten que fue un director que hizo reír con el terror criollo, que conversó con Otto Greiffenstein, la voz de Colombia, pero jamás, jamás dirán que fue el director que cambió la forma de hacer cine en nuestro país, como lo afirma Henry López. Jairo continúa en su apartamento con su computador y una cámara de video a la que le adapta un lente de conversión 3D con el que hace pruebas para lo que será su próxima película. Jairo, a pesar de todo, intenta demostrar que es, o mejor, que fue un gran director.
Tatiana Rojas
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