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El académico Vicente Torrijos, cuestionado por falsedad en dos títulos que presentó en su hoja de vida, llega a la dirección de esta entidad.
El Centro Nacional de Memoria Histórica (Cnmh) se encarga de preservar y visibilizar las memorias del conflicto armado colombiano con el objetivo de evitar la repetición de estos hechos y generar una verdad histórica de apertura al esclarecimiento. Por esta razón, el nombramiento de Vicente Torrijos, quien de manera simultánea fue desvinculado de la Universidad del Rosario por irregularidades sobre su título de doctorado –como lo reveló EL TIEMPO-, siembra un manto de duda sobre su capacidad para afrontar esta tarea.
Si el hecho de ocultar información sobre la hoja de vida no es suficiente razón para no ser considerado a este cargo, la exdirectora del Cnmh, María Emma Wills, publicó en este medio una columna de opinión en la que mostró las preocupaciones acerca de la autonomía e independencia académica de Torrijos. “Un relato histórico no es un panfleto, o solo lo es en la peor de las circunstancias, cuando un Estado pretende acaparar el mundo de la investigación para que solo sea caja de resonancia de sus creencias”, asegura Wills.
El Centro Nacional de Memoria Histórica (Cnmh) no es una oficina de prensa oficial, una embajada o una dependencia en la que se puedan designar funcionarios “técnicos”: este es ante todo un centro de pensamiento y producción de conocimiento historiográfico sobre el conflicto armado. Por esta razón, no puede privilegiar una sola versión o pretender que una persona que ha tenido una fuerte proximidad a las fuerzas militares tanto por ideología como por contratos y reconocimientos, pueda ejercer con rigurosidad e independencia la tarea que el Cnmh ha realizado.
En 2014, cuando Torrijos fue miembro de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas (Chcv), algunas de las tesis que presentó en este informe afirman, entre otras cosas, que las conductas de agentes del Estado por eliminar a miembros del extinto partido de la UP responden a “desórdenes mentales”; además, dentro de su informe también se puede destacar que el origen del conflicto, en su opinión, se basa en los intereses de lucro de algunas “élites regionales y nacionales”. En este también se puede resaltar que no hace mención al paramilitarismo y califica todas las acciones de las Fuerzas Militares dentro de una política de “contención del terrorismo”.
Una institución como el Cnmh necesita fomentar la pluralidad de memorias y miradas, conocer los argumentos de todas las partes implicadas en el conflicto, desde las víctimas hasta los victimarios, así como esclarecer la verdad sobre los acontecimientos que conllevaron a este sinsentido, para evitar que esto se repita. La tarea de este Centro, sumada a la de la Comisión de la Verdad serán claves en este momento de construcción de paz.
En Colombia no es nuevo que estemos en disputa por un relato oficial sobre la historia. Las dimensiones de la guerra no se han quedado solo en el plano bélico, también han llegado a transgredir hasta la ideología, la palabra y la creación de imaginarios sobre la eliminación no solo política, sino física de la diferencia.
La memoria histórica puede aclarar y develar verdades o puede ser instrumentalizada y funcionar hacia una ideología particular. En esto radica la importancia de tener la mayor transparencia, rigurosidad e independencia en una institución como el Cnmh.
La designación de Torrijos plantea dudas razonables sobre cuál será el trabajo histórico que se genere y a quién beneficiará el mismo. No necesitamos una versión de la historia que privilegie a una parte: necesitamos verdades integrales, que como toda verdad histórica sirvan de puntos de apertura para esclarecer hechos y otorgar responsabilidades.
JULIAN RAMÍREZ
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO