COMER, REZAR, AMAR.

Ir a cine se convirtió en un plan cotidiano de muchos, que generalmente buscan entretenimiento a través de las historias, personajes y puestas en escena que se llevan al séptimo arte. Pero el sentido mismo de las producciones, muchas veces parece perdido en las mismas historias que se narran de distintas maneras, para lograr llenar el teatro e impactar al público con las grandes estrellas ‘hollywoodenses’.

Pues confieso que ése fue mi gran miedo cuando acepté ver la última película protagonizada por la siempre estrella Julia Roberts, que además contaba en el elenco con el actor de moda, Javier Bardem. Supuse una historia de amor cursi, llena de clichés románticos y situaciones absurdas que terminarían en un final rosa que justificara tanto sufrimiento. Pero no.

La escritora Liz Gilbert (interpretada por Roberts) representa fielmente a una mujer exitosa que siente perdido el sentido de su vida. A pesar de vivir bien, contar con estabilidad y reflejar éxito económico, su vida se encuentra vacía y emprende la lucha por recuperar el sentido y poder tomar las riendas de su destino. El camino no lo encuentra a su alrededor. ‘Liz’ emprende un viaje con tres destinos: Italia, India y Bali: son los tres lugares que reúnen las condiciones para reencontrar el sentido de su existencia y le permite sentir la paz interior que tanto anhelaba.

Rayan Murphy (Director y co-guionista) y Jennifer Salt (co-guionista), desarrollan una historia que abre una reflexión muy interesante en nuestros días: ¿Dónde estamos nosotros mismos dentro de nuestras vidas? Porque realmente se demuestra que ‘Liz’ logra romper con los miedos que pueden abrumar a cualquier persona y trasciende de la comodidad práctica, a la búsqueda de equilibrio y tranquilidad de conciencia.

Estas apuestas demuestran por qué el cine es llamado el séptimo arte. Excelentes actuaciones, locaciones perfectas, una fotografía impecable, la dirección permite una historia bien contada, que no solo entretiene, sino que desarrolla un discurso muy bien elaborado: la paz interior sobre todas las cosas. Un mensaje que en nuestros tiempos toca a muchos, que abrumados por el éxito o la necesidad de reconocimiento, se abandonan a ellos mismos para terminar centrados en un mundo completamente externo.

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