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Una clase política venal, corrupta y vergonzante

No hay nada más inane e inocuo que ladrarle a la luna creyendo ingenuamente que se atemorizará y cambiará su recorrido orbital, o tocar la puerta de un recinto donde se encuentran juntos y se confunden corruptos con cómplices o con encubridores, en procura de denunciar o alertar sobre conductas punibles a fin de que se investiguen o de evitar la toma de una decisión perjudicial, porque allí todos son sordos, son del mismo talante y de la misma calaña, o sea, son parte de la misma cofradía teniendo el mismo objetivo o fin. En esta cofradía se encuentran, por supuesto, muchos de los medios de comunicación.

Ya todo está consumado, pareciera ser la frase lapidaria de la clase política (léase directorios y parlamentarios), cuando de manera apresurada, irresponsable y condicionada a prebendas o “comilonas” toman la decisión de ungir y/o elegir a alguien para una alta posición, y sin tomarse la molestia de investigar o escuchar los comentarios generalizados sobre su pasado y presente o de averiguar en los despachos judiciales sobre investigaciones en curso, ni pensar en su propia dignidad como elector, ni en el bien y el interés general, ni en la mayestática de la institución que el elegido va a representar y el daño que le puede causar, o sea, sin importarles nada un carajo, sólo imponer sus veleidades para lograr con facilismo sus beneficios personales, sean económicos o burocráticos.

Los principales agentes generadores de la pandemia de la corrupción en este país son la clase política y los operadores judiciales, siendo sus impulsadores la mayoría de los medios de comunicación por su silencio cobarde. Los primeros son los encargados de hacer las leyes que consignan las grandes reformas que garantizan la lucha frontal contra ese flagelo, cosa que jamás veremos; y los segundos son los encargados de la administración de justicia y que terminan, por lo regular, garantizando una plena impunidad en su propio pellejo o en el de sus compinches. Situación ésta que mantiene florido el árbol de la corrupción.

Gran parte de la clase política colombiana tiene un prontuario delictual como ninguna otra en el planeta. Con la instauración del modelo político del Frente Nacional en 1958, alternación del poder, los partidos Liberal y Conservador, y por efectos del reparto burocrático, cayó en un clientelismo que desbordó los apetitos de poder político y económico entre sus militantes, y, como si esto no fuera suficiente para calmar la codicia, los indujo a conformar empresas criminales más lucrativas, y fue ahí donde nació el contubernio más horripilante y macabro entre esta clase política y los desalmados y sanguinarios “paramilitares”, a mediados de la década de los 80.

A comienzos de este siglo se destapó el gran escándalo conocido como el de la “parapolítica”, lo que dio pie para que la Corte Suprema de Justicia abriera cantidades alarmantes de investigaciones penales contra un número considerable de parlamentarios, y se empezó a aplicar una justicia selectiva, unos fueron absueltos, otros condenados, y a otros, con “ángel de la guarda”, ni siquiera la investigación ha pasado de la etapa preliminar y siguen activos en la política nacional y causando daño por doquier, ya no por el contubernio macabro que no ha prescrito, pero sí por los diferentes delitos electorales y tráfico de influencias, y todo esto lo conoce muy bien la impoluta Sala de Casación Penal de la Corte Suprema. En la Cárcel La Picota no están todos los parlamentarios que son, ni son todos los que están, siguen muchos muy orondos nadando como peces en el agua.

Es patético y produce vergüenza ajena el ver que los partidos tradicionales, y los nuevos también, vienen en decadencia acelerada, que cada día pierden más credibilidad y confianza, que se han convertido en bolsas de empleo y, lo peor, en oficinas de compra – venta de avales y de respaldos ignominiosos a través de sus bancadas parlamentarias, lo cual deja mucho que desear y que cambia por completo el buen concepto que se ha tenido de su dirigencia, tal es el caso de Horacio Serpa del partido liberal, o del mozalbete David Barguil del partido conservador, o qué decir de Germán Vargas Lleras de cambio radical, el nieto de ese gran liberal Carlos Lleras Restrepo, cómo le crujirán sus huesitos en el sarcófago al ver a su nieto preferido dando penosos respaldos.

Los partidos políticos en general y los senadores en particular, tienen la obligación moral y ética, para con el país y para con ellos mismos, de respaldar y elegir al candidato de conducta y de comportamiento, tanto en el pasado como en el presente, más transparente para la Presidencia del Senado de la República, pues se trata de elegir al Presidente del Congreso, al timonel de la rama legislativa, aquí no se trata de nombrar a un Inspector de policía de un corregimiento cualquiera. Esta es la oportunidad de que los senadores den muestras inequívocas de querer cambiar la imagen y estilo tanto personal como institucional.

El senador Óscar Mauricio Lizcano Arango, está en todo su derecho de aspirar a la presidencia del senado o a la Presidencia de la República, pero por principios éticos y morales, como también por respeto al país, al Congreso Nacional y a sus colegas, debe de esperar a que se resuelva en la Corte Suprema el proceso que cursa o duerme el sueño profundo por Concierto para Delinquir, radicado 30.891, en la modalidad de paramilitarismo, desconozco si también por narcotráfico, y si también hace parte la investigación por el delito de constreñimiento al elector que se dio en Marmato, Caldas, (http://www.lapatria.com/caldas/campana-de-mauricio-lizcano-intimida-votantes-en-marmato-55454-) en este expediente se investiga las relaciones con los paramilitares del Bloque Cacique Pipintá; relaciones con el narcotraficante extraditado Carlos Arturo Patiño Restrepo.
Además, debe de conocerse que pasó con la investigación administrativa disciplinaria y penal que se le abrió por parte de la Personería y entregada a la Fiscalía cuando se desempeñó como Secretario de Tránsito de Manizales, por exigir un porcentaje sobre unos contratos que se suscribieron con el maestro de obra Didier Jaramillo, relacionados con señalización vial.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, junio 2 de 2016.

Apostilla: Qué pensará, en caso de estar vivo, Didier Jaramillo, el humilde maestro de obra, si eligen a Lizano Arango, Presidente del Senado?
Copia de este escrito se enviará por correo certificado a los Directorios políticos y a los medios de comunicación. ¿Se quedarán callados?

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