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pastilla del día después - foto tomada de Embarazo10.com

pastilla del día después – foto tomada de Embarazo10.com

Así es amigos lectores, tiene que pasar algo para que al otro día pongamos en nuestro perfil en redes, ¡Yo soy Mocoa! ¡Marcho en contra de la corrupción!¡ ¡No más abusos a Yulianas Samboní!, etc. etc. etc. pero nunca hacemos nada antes, tiene que pasar una tragedia como la de Putumayo para que nos acordemos que nuestros compatriotas y hermanos existen, que sufrieron una tragedia anunciada, y que hacen parte del olvido del gobierno central, así como la Guajira o el Chocó.

Somos complacientes y permisivos con la maquinaría de corrupción de este gobierno, y de los anteriores, de su mermelada, y de su ¡todo vale!, y cuando el país está en el caos, entonces marchamos, ‘en una marcha’, valga la redundancia, convocada por otros corruptos. Tiene que morir una niña como Yuliana Samboní, ¡y de qué forma!, para recordar que nuestros niños deben ser protegidos por el Estado, y aunque parezca una frase de cajón, que ‘son el futuro de nuestro país’, y entonces nos indignamos porque abusan de ellos, pero nunca hacemos nada o poco por defenderlos.

Sin ofender a las mujeres, algunas de ellas, con la complacencia de sus parejas, toman ‘la pastilla del día después’, para evitar embarazos, en lugar de prevenirlos y planificar, con la gran cantidad de métodos que existen, sin necesidad de ‘matar una vida’, (aunque parezca absurda la frase), porque ¡desde que se concibe, ya es un ser!

Nos fascina ser técnicos después del partido, pontificamos ¨ ¿por qué no alineó este, porque no alineó aquel?, ¿por qué no jugó así?, por qué no jugó asá?¨.

Nos encanta descalificar a quien hace algo, pero no hacemos, no proponemos, no nos arriesgamos. Somos como Heriberto Sandoval y César Corredor, en ese ‘Sketc’ de ‘Sábados Felices’, donde ellos caracterizan dos personajes, que se quejan de la falta de solidaridad de la gente, pero ni se mueven de la silla donde están.

Nunca prevenimos nada, no tenemos una verdadera política que evite lo malo, hasta que matan o abusan de los ancianos, de las mujeres, de los niños, entonces cambiamos la foto de nuestro perfil, publicando algo que nos indigna. Hasta que el peor gobierno de la historia, el de Santos, ‘negocia´ la agenda del país, y le entrega en bandeja de plata la patria a los terroristas, que la asesinaron durante 60 años, entonces salimos a marchar. Hasta que vemos el hueco fiscal tan grande por la mermelada que este presidente repartió a diestra y siniestra, para su reelección y su Nobel, entonces pedimos su renuncia, hasta que vemos un caos de movilidad, de inseguridad, de atentado contra el medio ambiente, entonces pedimos revocatorias de alcaldes y gobernadores, entonces reunimos firmas para descabezar a quienes ayudamos a elegir, ya sea por voto o por abstención, o por no votar o sufragar a conciencia. Nunca nos informamos para votar, o no votamos, o peor, vendemos nuestro voto por un ladrillo, un tamal o un cupo en la U.

No tenemos una disciplina electoral, elegimos a los mismos con las mismas, sabiendo que al subir legislan en causa propia, se apoderan de los recursos públicos, entregan contratos a dedos a sus amigos, o a quienes financiaron sus campañas, y después nos quejamos y saturamos las redes sociales publicando ¡indignación!

No somos solidarios con quienes sufren o tienen necesidades, pero cuando ocurren ‘desastres naturales’, que no son naturales, porque se pueden prevenir, o son causa del salvajismo del hombre en contra de la madre tierra, entonces ahí si nos da ¡dolor de patria!

Si somos periodistas, confundimos la profesión y nos creemos investigadores del CTI, fiscales o jueces, y condenamos a los entrevistados al aire, sin conocimiento de causa, pero nunca hacemos periodismo social, no le hacemos seguimiento a nada y ‘denunciamos’ solo para ganar rating o premios.

Si somos otros profesionales, solo pensamos en nuestro beneficio, no ponemos nuestro oficio al servicio de los demás, solo nos interesa el lucro, atesorar, pero nunca compartir, pero sí nos quejamos cuando vemos el abandono al que están sometidos los semejantes.

Desde el hogar, pasando por los conjuntos cerrados, el barrio, la ciudad, hasta lo que llamamos país, nuestro comportamiento es egoísta, individualista y/o utilitarista, pero si juega la Selección nos ponemos la camiseta, publicamos en face ¡Vamos Colombia!, y abrazamos al vecino, con unos ‘traguitos’ de más, ahí si somos ¡Todos Colombia!, pero al otro día ni lo saludamos.

Le exigimos más a James y a Pekérman más que al mismo presidente o a los políticos de turno, con los deportistas somos implacables, con los corruptos más permisivos, jugamos mejor que Falcao pero no tenemos idea de lo que se ‘cocina’ en el Congreso. Somos más papistas que el Papa.

Nos molesta que el compatriota progrese y le ‘esculcamos’ su vida a ver si le encontramos algo indebido, pero a los políticos, que son quienes se apoderan del Estado y hacen de las suyas, los dejamos quietos, y los reelegimos.

Nos escandalizamos por todo lo que pasa en el país, pero somos insensibles, a no ser que la tragedia nos toque en carne propia, entonces sí pedimos justicia, pero si no es con nosotros, ni nos ‘despelucamos’.

Nos indignamos y publicamos por Instagram, face, linkedin, google+, twitter, pero no hacemos por cambiar. No tenemos autoridad moral para exigir porque hemos votado por quienes están en el poder, o peor, no votamos, o mucho peor, votamos por conveniencia, en fin, ¡somos un país del día después!, tienen que pasar cosas para tomar medidas, nunca prevenimos, no hay verdaderas políticas de seguridad, de protección al medio ambiente, al anciano, al niño, a la mujer, al medio ambiente, a los recursos públicos, a la educación, a la salud, al trabajo, tienen que pasar abusos, atropellos, injusticias, para llamar a las emisoras a quejarnos, o poner comentarios en los pies de página de los artículos de los columnistas o de las noticias en desarrollo, ni siquiera corroboramos para lanzar improperios por redes, ‘retuitiamos’ sandeces, no confirmamos, nos volvemos idiotas útiles, o nos creemos editorialistas.

Nos falta solidaridad antes, pero el día después somos los campeones de la ayuda, y queremos regalar todo lo que nos sobra, o está viejo, a quienes ‘lo perdieron todo’, de pronto damos las monedas de ‘vueltas’ en la caja del supermercado como donación a la causa, nos volvemos todos ‘filántropos’, rescatistas, brigadistas, pero antes de las tragedias nos importa un comino lo que pasa con nuestro prójimo.

Nos fascinan los canales privados nacionales con su sensacionalismo, amarillismo y desinformación, y repetimos de memoria lo que nos dicen ahí, aunque sea falso. Recitamos de memoria lo que dicen los ‘magos del periodismo’ en la radio y copiamos literalmente lo que escriben los ‘cerebros´ de la opinión en los periódicos o medios digitales, pero no tenemos nuestro propio criterio, nuestro propio concepto, nuestra propia opinión, no nos informamos, no constatamos y juzgamos a priori a los demás, vemos ‘la paja en el ojo ajeno’ pero nunca hacemos un ‘mea culpa’, no nos cuestionamos o no reconocemos nuestro error.

Definitivamente ¡somos el país del día después!


Recuerden amigos lectores nuestras campañas benéficas:

A mano armada le robaron su silla de ruedas de motor y el triciclo de su microempresa. Ayuda urgente

Estas son nuestras obras sociales que requieren de su apoyo urgente

Óscar, Jósmer y Julianita, tres historias diferentes, una sola ayuda verdadera

Estas son nuestras obras sociales que requieren de su apoyo urgente

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giovanniagudelomancera

periodista

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