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Básicamente toda la vida nos han sometido a una escuela para aprender a esperar. Esperamos para nacer, para graduarnos del colegio, para entrar a la universidad, llegar a nuestro primer trabajo, para ganar el primer millón… ¿Para qué no hemos esperado?

Eso sin mencionar la titánica labor que vivimos muchos en ese proceso de encontrar a esa persona con la que valdrá la pena compartir nuestra vida (en medio de corazones rotos, amores frustrados o imposibles) o el de hallar esa ocupación que nos apasionará lo suficiente para, como le oí a la artista Paola Alonso, llegar a los lunes amando lo que haces y no sintiéndote miserable y rogando que llegue nuevamente el viernes:

No es normal que esté haciendo lo que supuestamente tengo que hacer y que no sea feliz. Empecé a hacer una lista talentos. Tiene que haber algo donde llegue el lunes y yo sea feliz totalmente con lo que hago. Tengo una vida muy corta para ser miserable así tenga un buen sueldo“, dijo Alonso en una entrevista. (Puede verla aquí)

Hace un tiempo a la hora de la cena en la oficina un compañero ocañero me hizo una pregunta de esas trascendentales que respondes de rapidez, pero que se te quedan en la mente: ¿Diana, eres feliz? ¿Te sientes a gusto con lo que haces?

En su momento le dije rápidamente que sí, que obviamente habían días difíciles, pero que siempre eran más las razones para agradecer. Sin embargo, con el paso de los días empecé a darme cuenta de que estaba tan afanada por eso que aún no había conseguido que simplemente no estaba disfrutando la vida.

Más de una vez un domingo por la noche había pensado: no, no quiero que sea lunes y me concentraba en las mil y un razones para quedarme hibernando en la cama. Simplemente quería lamentarme por lo que seguía tardando.

Podría decir que tengo un máster en esperar y tal vez por eso siento que escribo sobre el tema con autoridad. Llevo varios años a la expectativa de alcanzar algunas cosas en mi vida personal y profesional y muchas de ellas aún no han llegado.

Sin embargo, siento que en este año algo cambió, entendí que parte de esperar es empezar a dejarlo de hacer y que en consecuencia a veces soltar es parte del proceso por el que debemos pasar para llegar a muchas de las metas que nos proponemos.

No debe ser quedarse con los brazos cruzados aguardando a que otro haga las cosas por uno, quejándose por lo que se está viviendo en el presente.

Por el contrario, cuando paso de la espera a caminar en fe (entiéndase según la RAE como: confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo) empiezo a construir el camino hacia eso que quiero que me pase, pues una persona que se queda en una esquina y pierde sus expectativas no va para ningún lado.

Ahora, no se trata de afanarse y por eso conformarnos con lo primero que salga, pero sí de aprender a que hay momentos donde vas a tener que lanzarte y tomar riesgos porque nadie más lo hará por ti y otros donde tendrás que decir no y seguir esperando en la etapa de entrenamiento.

He descubierto que esperar no es sinónimo de vivir paralizado en el tiempo, sino de prepararse y tomar decisiones para estar cada día más cerca de eso que queremos que pase (por algo dicen que la fe es tener la certeza de que sucederá eso que aún no vemos).

Este 2017 descubrí que no nos podemos obsesionar con las metas o los resultados, sino que es imperativo disfrutar de los procesos o convertiremos la sala de espera en una sala de tortura.

Recordé que no se nos puede olvidar que no debemos caminar por el camino de otros y por eso el compararse es un desperdicio de uno mismo; y, en esa medida, no vale la pena empecinarse con esa cosa o persona que no tenemos, sino que hay que echarle ganas al futuro sabiendo que hay mucho por construir.

Tuve que retarme a dar el primer paso y ese es estar en paz con el pasado y valorar lo que ya se ha hecho.

El segundo es retomar esas cosas que dejamos a un lado por andar distraídos con los intentos fallidos y  el tercero asumir el hoy como un buen momento para emprender eso que nunca empezamos, estudiar eso que no logramos, viajar a ese lugar al que no fuimos por miedo o hacer eso que tantas veces hemos aplazado.

Siempre, siempre, siempre se puede empezar de nuevo. Como dice una de mis canciones favoritas de este año: viviré cada día como si fuera el último, disfrutaré cada día como el primero.

¿Cómo van a vivir ese tiempo de espera? ¿Qué es eso que puedes hacer para pasar de la espera a la acción? Ahí les dejo la tarea, esa misma que yo este año he estado haciendo desde enero hasta este diciembre.

PDT 1: Recuerden que no se trata de llegar rápido sino de llegar bien. No se trata de no estar solos, sino de estar bien acompañados. No se trata simplemente de tener plata sino de descubrir lo que nos apasiona. No solo se trata del destino sino de qué vamos haciendo en el camino.

**Para cualquier comentario, sugerencia de temas para la próxima entrada o si quieren charlar pueden escribirme a dravelomendez@gmail.com o en Twitter: @DianaRavelo.

 

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PERFIL
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Periodista de la Universidad Javeriana de profesión y en eterna formación. Aprendiendo del mundo digital y descubriendo poco a poco el terrenal. Vivo para Dios, amo ser mujer y creo que los jóvenes tienen el poder de cambiar el mundo entero: si se lo proponen.

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Una publicación compartida por Eddy Ramirez (@eddy.ramirez21)

En cuanto tuve a mi primer hijo, hace más de 18 meses, descubrí lo hermoso y gratificante que es, pero también lo fuerte y duro; no poder dormir bien, jornadas largas y agotadoras donde tu bebé depende 100 % de ti, sin olvidar que a la vez soy esposa, dueña de una empresa, Youtuber, abogada y consultora migratoria, por lo que mis trabajadores y clientes también depende de mí.    Entonces, ¿cuáles son los beneficios de tener un bebé en un país como Canadá?   Desde que llegué, veía a niños en la calle tranquilos, caminando, muchas veces solos o cerca a sus casas, jugando en sus bicicletas, con sus amiguitos, sin ningún miedo de ser raptados, violentados, o cualquier cosa mala que puede llegar a suceder en nuestros países. Yo hablo de Venezuela, que es lo que conozco y tengo como referente.  Aparte de la seguridad, otro punto a favor, es el sistema educativo: los day care o guarderías públicas son muy buenas y tienen un costo diario de 7 dólares, sin embargo, conseguirlas puede ser complicado, por las listas de espera de tres a seis meses. En una guardería privada se consigue cupo más rápido, pero el costo es de 1500 o 2000 dólares al mes en Montreal, donde yo vivo. Otro elemento atractivo es el nivel tecnológico existente para la seguridad de los niños -como la silla del carro que parece un búnker, las cámaras que ayudan a vigilar hábitos del sueño del bebé, la vasenet que se mueve sola si este llora y mide que tenga el corazón bien mientras duerme, las cunas inteligentes que imitan los movimientos del vientre de la mamá, con sonido-, en fin, muchísimos recursos para invertir y ayudarse.   [embed]https://www.youtube.com/watch?v=GaNQrUtIYo8[/embed]   Ahora, pasemos a la parte dura: la parte médica, la que yo les puedo hablar desde mi experiencia en Quebec. Una vez quedas embarazada e inicias los controles y chequeos, notas que es muy diferente a nuestros países. Primero, porque muchas veces es una enfermera la que hace el seguimiento, en lugar de tu ginecólogo o médico. Si ella ve que algo no está bien, lo reporta. Además de darte cuenta de que el médico que va a atender el parto, es el médico de turno, no el que lleva tu embarazo.   
’’No tener contacto directo con el ginecólogo, es un poco frustrante para quienes estamos acostumbrados a tener una cercana relación médico-paciente’’
  Algo que me sorprende, es que los equipos médicos de ultrasonido, por ejemplo, no los tiene directamente el médico, sino que están en el hospital público, donde te remiten. El técnico es quien envía los resultados al médico y una semana después te los comunican. O cuando el bebé está enfermo y requiere una emergencia, también lo refieren al hospital, y uno tiene que esperar a que lo llamen para hacer la revisión. 
Cuando nace el bebé y dan de alta, algo interesante, es que por parte del gobierno, envían a una enfermera pública a tu casa dos veces, durante dos semanas,-¡gratis!- para asegurarse que el bebé esté bien. Hasta ahí todo bien. Sensación contaría a cuando tienes que llevarlo al pediatra, y te das cuenta de que no será visto por este, sino por un estudiante o un family doctor, que es un médico general. Este médico determina si el bebé necesita ser referido a un especialista o pediatra. 
Aun así, el sistema funciona. Los canadienses lo aceptan y es la realidad en la que vivimos millones de migrantes y aunque debamos ser pacientes, hay que confiar en él. ¿Y por qué confiar? Porque a pesar de todo, nunca imagine vivir en un país, en el que el Gobierno reconoce la maternidad como un trabajo full time y por ende le da un año de pausa a los papás para que puedan criar a su bebé.  Así es Canadá, así de grande es este país y en siguiente capítulo les hablaré más de esto.  Con amor, Eddy.   Si quieres conocer más de mi vida y a lo que me dedico, sígueme en: https://www.immilandcanada.com/ https://www.youtube.com/@Immiland https://www.instagram.com/eddy.ramirez21/   Todos los capítulos de esta Tierra de Inmigrantes los puedes leer aquí. https://blogs.eltiempo.com/tierradeinmigrantes/2023/02/16/que-es-emigrar-a-un-pais-como-canada/   https://blogs.eltiempo.com/tierradeinmigrantes/2023/02/09/como-cumplir-tu-sueno-de-vivir-en-canada-con-immiland/

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8 Comentarios
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  1. Buen artículo… Diana, nos conocimos en un tour a Europa (en el viaje yo iba con mi papá)… Con tu permiso, voy a tomar un pedacito de tu texto como un ejemplo para un libro de Español que estoy haciendo. Saludos,

    Ángela P

  2. diegoaristiza0519

    Veo que resuelves muchas inquietudes con tu sensibilidad y percepcion de manera rapida. Excelente, como ya lo hemos hecho muchos desde el anonimato, tienes retos enormes para ayudar a construir una mejor sociedad y que bueno encontrar gente joven como tu en este país tan lindo, tratando de ser mejores cada dia. Hace muchos años me tope con un librito insignificante para muchos llamado El vendedor mas grande del mundo de OG Mandino y tejuro que me cambio la vida.

  3. juliocpenaflorez

    Saber vivir,es tener propositos, metas .Querer la vida.y disfrutarla con la familia y los amigos.Cuidar la salud y tener habitos y costumbres saludables.Ser honesto, trabajador y colaborarle en ,lo que se pueda a las demas personas..La tolerancia y el respeto por el projimo. leer en mi blog http://www.comentarios-nacio nales. blogspot.com Reflexiones.

  4. Muy buena reflexión. Lo importante no es el premio de la meta sino disfrutar el viaje que se hace para llegar a esa meta. Don’t worry about the goal, enjoy the journey. And what if I tell you, there is no goal? Saludos linda. 🙂

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