“Debería haber un dolex para la tusa”
Laura Herrera.
Todos los que hemos vivido un episodio de desamor sabemos lo que duele y no hay medicamento que funcione para eso como bien lo dijo mi querida amiga y colega Laura Herrera. Estuve entusada hace meses y fue tan difícil vivirlo que quise escribir un blog para consolidar los aprendizajes del tema, que espero le puedan servir a alguien más.
Para entender porqué duele perder un amor primero debemos entender qué es el amor. Hay varias discusiones en psicología que discuten cómo el amor es un sentimiento, un vínculo, una forma de apego e interacción que bajo ciertas condiciones produce las maravillosas drogas naturales del cerebro (neurotransmisores) entre ellas: dopamina, serotonina, oxitocina, que son las causantes de nuestra euforia, nuestro deseo de mantenernos cercanos al otro así como los bajos niveles de objetividad que tenemos cuando pensamos en el ser amado y la sensación de que como Borges dice “Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única”.
Así, el amor es un sentimiento que se acompaña con flores, abrazos, chocolates y esta sensación de que el mundo es un lugar mejor mientras esta persona te acompañe. La psicología diría que es el causante de muchos reforzadores externos, es decir, de la dicha desbordante y difícil de saciar con algo más que no sea el ser amado. Por esto, cuando el desamor llega y uno no se da ni cuenta, duele profundamente ya que esta dicha se va de repente y el cerebro se pregunta ¿a dónde se fueron todos mis reforzadores? ¿a dónde se fue toda la satisfacción que sentía cuando esa persona estaba presente?
¿Cómo uno le explica al cerebro que esa persona no va a volver? Es fácil teorizarlo pero difícil vivirlo. Aquí van algunas de las recomendaciones que les pueden servir. La primera que me dijeron fue “es difícil pero la vida sigue”
Es difícil pero la vida sigue
Y sí que tenían razón, la vida sigue. Focalizar nuestra atención en el presente, buscar concentrarnos en actividades que disfrutamos y en volver a nuestros principios y rutinas básicas es lo primero. Sé que en este momento tienes la sensación de que nada tiene sentido. Todo lo que fue hermoso se esfumó. Y no intentes convencerte de lo opuesto, porque sí, se esfumó y hay que reorganizarse volviendo a lo sencillo.
Esa relación en la que encontrabas compañía, afecto y certezas se fue y hoy por hoy debes volver a lo básico. Volver a encontrarte en una rutina, en una agenda y en un horario te permite mantenerte funcionando en medio del caos. Comer bien, hacer ejercicio, dormir y dedicarle tiempo a quienes quieres te da más certezas y hace que el golpe para la cabeza no sea tan fuerte. Escucha a esos buenos amigos que te dicen que salgas de tu casa a hacer otras cosas, no importa que pienses que no va a funcionar. Tu cabeza va a repetirte todos los días que te quedes llorando porque es una buena idea, eso solo va aumentar tu malestar así que no le creas, identifica ese pensamiento y haz exactamente lo opuesto: sal, vive, come, duerme y busca las certezas mínimas que te dan las rutinas.
Lo segundo: duele y dolerá todo lo que deba doler.
Hace poco en un live en nuestra página de Instagram @psicoelemental_col Sara Cadavid doctora en Neuropsicología y profesora de la Universidad del Rosario, nos dijo que el dolor que se siente por una tusa equivale a un dolor de muelas para el cerebro, aunque lo malo con el corazón es que ese no pasa tan rápido. Así que, sí, tu cerebro está sintiendo un dolor fuerte y real, ese vacío en el pecho que se siente como si te estuvieran arrancando algo es tan real como tú. Y no tendría que doler menos.
Las emociones señalizan qué es importante para nosotros, nos permiten entender a qué le damos valor, cómo actuamos, qué pensamos. Hacen que podamos interactuar con el mundo que nos rodea. Sé que seguramente sientes un dolor tan intenso que quisieras desaparecer o no haber conocido a esa persona y te tengo malas noticias: el dolor no se va a ir evitándolo en fiestas, tomando alcohol o distrayéndote. El dolor durará lo que tenga que durar. No te presiones por sentir menos porque solo va a intensificarlo. Dale la cara al dolor, escribe, canta vallenatos, boleros, rancheras, hazle un espacio, llora por momentos, encuentra en el dolor razones para entenderte mejor. Aprovecha este espacio en el que las emociones están a flor de piel hablándote porque siempre tienen algo importante que decir.
Lo tercero: ¡ojo con la culpa!
La culpa es un sentimiento que nos permite identificar aquellas situaciones que de pronto no funcionaron como se esperaba y esto, nos moviliza a cambiar. Sin embargo, cuando es excesiva, demandante y se convierte en una voz que te dice que «eres tú» «todo te sale mal» «¿por qué lo hiciste así?» daña. Ojo con la culpa. Cuando los pensamientos de culpa lleguen puedes notarlos, ver qué dicen, pero el pasado no se cambia y en una relación siempre hay dos partes. Recuerda que en muchas ocasiones hicimos lo que podíamos hacer con lo que teníamos y equivocarte no te hace un ser defectuoso, malo, solo te hace humano. Igual que el resto de los humanos que hemos sentido amor. Cuando te des tanto palo, tanto para no pesar recuerda ¿qué le dirías a tu amigo más querido si estuviera pasando por esto? ¿realmente lo tratarías así? Y trata de hablarte y aconsejarte tal cual. Date un poco de esa compasión que le das a otros.
Lo cuarto: no busques a tu ex por miedo al futuro
Habrá días en los que tendrás miedo por el futuro, otros en los que tendrás rabia por el pasado, agradecimiento, amor, frustración, desolación, alegría, etc. Todas las emociones que tengas son transitorias. Y todas las emociones tienen un pico como si fuéramos en una montaña rusa. Solo recuerda que nadie se baja de la montaña rusa cuando está en la parte más alta porque es muy peligroso. Asimismo, nadie debería decidir qué hacer cuando está en el momento más intenso de sus emociones porque es un salto al vacío sin reflexión. Un amigo me dijo que amar es una elección, pero dejar de amar también lo es. Una elección que requiere tiempo, espacio, reencontrarnos con nuestras razones y darles sentido. Así como te diste tiempo para construir una relación piensa que una ruptura necesita tiempo y espacio.
Lo quinto: busca terapia si lo necesitas
No tienes por qué hacer esto a solas. La compañía de un terapeuta puede hacer el proceso mucho menos difícil todo y te puede ayudar a entenderte mejor incluso en otros aspectos de tu vida. No desestimes esta posibilidad.
Bonus track: un día vas a levantarte en la mañana y ya no dolerá
Un día vas a levantarte en la mañana y ya no dolerá. Escucharas Antología de Shakira y ya no habrá lágrimas, estarás un poco hastiado del vallenato, ya no querrás hablar con tus amigos más del tema y podrás dormir profundamente otra vez. No sabrás en qué momento fue, ni cómo, ni que lo permitió, pero habrás vivido el proceso que poco a poco te condujo ahí. Tampoco tendrás ganas de ir a fiesta ni tomar por un buen tiempo. Te sorprenderás porque el dolor que lucía interminable se desvaneció.
Habrás entendido tu dolor, los esfuerzos por volver a llenar tu casa con otros objetos, mirarás las fotos sin llorar. Te habrás despedido de esos proyectos que no fueron. Habrás entendido que hay puntos de no retorno y está bien que sea así. Quizás hasta sientas agradecimiento por haber tenido la posibilidad de querer como lo hiciste y de dejar que te quisieran. Conocerás el valor que requiere despedirse de alguien a quien amabas y que quizás esa persona va a estar bien sin ti también. Sin pensarlo y sin quererlo ya estás en la otra orilla. Sonreirás porque hay tanta gente que te quiere y te apoya, y a esas personas no las volverás a dejar de lado. En ese momento recordarás cuánto te esforzaste por llegar ahí y aprovecharás el impulso para seguir construyendo la vida que quieres. Disfruta ese momento, te lo mereces. No corras, es posible que en algún momento otro amor aparezca y la noticia feliz es que esta vez lo vas a hacer mejor.
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