¿A valorar más la taza de café que nos tomamos cada mañana?
Como dicen por ahí: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, sobretodo, si son cosas que damos por hecho ya que siempre están al alcance de un anaquel, domicilio o restaurante.
¿Pero quién lo iba a imaginar? Siempre que nos hablan de cambio climático lo trasladamos a recursos como el agua, a la deforestación, a los deshielos o a la muerte de miles de especies animales.
Pues bien, alrededor del mundo ya se habla, de la mano de expertos como la IPCC, sobre el aumento de temperatura que tendrá el Planeta para 2050 (entre 1.2ºC a 3ºC), que conllevaría a la reducción del 54 % a 60 % de tierras aptas para la producción de café y aquellas moderadamente aptas para cultivarlo (entre un 31 % a un 41 %). Lo anterior, exacerbado en aquellos países como Indonesia, Colombia, Brasil, y Vietnam quienes actualmente están encabezando las listas de los mayores productores de café en el mundo (BID, 2018).
Anteriormente los agricultores veían en el café una opción rentable para ganarse la vida. Actualmente, hay una «tormenta perfecta» que amenaza directamente el bienestar de millones de productores y sus familiares (BID, 2018).
El cultivo de café requiere de unas condiciones de temperatura, luz, humedad y precipitaciones muy exigentes que solamente se dan en regiones particulares como en aquellos países (por ejemplo, Colombia) considerados tropicales. No obstante, los cambios en el PH, la textura del suelo, y la intensidad de los climas, trastocará el buen funcionamiento en estas zonas.
Uno de los puntos que más se toca al hablar del tema es el futuro del café Arábico, aquel que encabeza la lista como el más producido en regiones a partir de los 500 msnm bajo condiciones realmente específicas. Lo anterior, lo ubica a nivel internacional en la lista roja ya que para 2050 su viabilidad de cultivo será mucho menor. De hecho, en el 2019 la UICN incluyó a esta especie como aquella en vía de extinción. (Agrotendencia).
Por otra parte, y teniendo en cuenta que en el 2050 la población crecerá en 2 mil millones de personas y que la demanda de café cada vez va en aumento, se hará necesario buscar nuevos territorios para poder producirlo.Debido a los cambios de temperatura se cree que los países que están más alejados de los trópicos se pudieran convertir en aquellos con mejores condiciones para su cultivo, como Estados Unidos, Argentina, Uruguay y China (National Geographic, 2022). Los que lideran la lista por el contrario, perderán cerca del 50 % de sus terrenos aptos para sembrar este especial producto.
¿Dónde está la esperanza entonces?
Como en muchos escenarios, la respuesta está en la ciencia. Más allá de optar por el cultivo de otros alimentos que puedan adaptarse mejor a esas nuevas temperaturas, lo que se ha venido estudiando es la posibilidad de hacer que el café tolere cambios a través de la modificación de su ADN y creando nuevas variedades (Fito mejoramiento). No obstante, este es un proceso bastante lento y costoso que no asegura una solución a la velocidad y el ritmo del cambio climático.
Por ejemplo, algunos cultivadores optan por usar métodos más eficientes y tecnológicos apoyándose de los cultivos de cobertura que previenen que el suelo se erosione más rápidamente (National Geographic, 2022).
Definitivamente el alcance que tiene el cambio climático cada vez es más claro y contundente, ya que la mayoría de los productos que nosotros consumimos en una base diaria parten de un ecosistema equilibrado y funcional. Sin embargo, con nuestro accionar cada vez desajustamos más la balanza del Planeta, ocasionando comportamientos inusuales que vuelven improductivas e inservibles las fuentes primarias con las cuales alguna vez contamos.
El 2050 sigue siendo una fecha escalofriante que pareciera marcarnos el fin de un mundo “normal” como lo conocemos, y el inicio de una etapa retadora que nos pondrá al límite de nuestras capacidades como seres humanos.
Es inevitable: el cambio ya se avecina y está en nosotros tomar acciones claras en nuestra vida cotidiana para elegir todo aquello que sea sostenible y responsable.
Valoremos cada taza de café y todo el proceso que está detrás de ésta, pero más que abarrotarnos de bolsas para el resto de nuestra existencia, lo que debemos hacer es apoyar todas las iniciativas que hoy en día las marcas colombianas están desarrollando con miras a mitigar este fuerte fenómeno.
Quién lo hubiera pensado, ahora también nos toca ver al café con ojos de tristeza y nostalgia.
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