El año 2022, sin lugar a duda, significó un coletazo para el Planeta en lo que respecta a su preservación y cuidado: las olas de calor que mataron a cientos de personas en Europa y África, los feroces huracanes en Estados Unidos, y las nevadas sin precedentes en los desiertos fueron tan solo algunos de los momentos que vivimos el año pasado a flor de piel.
En España se registró el récord de temperatura anual más cálida en los últimos 50 años…
Pero ¿qué deberíamos pensar en el 2023 para marcar la diferencia desde el mes de enero y no cuando estemos rezando las novenas?
- Los compromisos adquiridos en la COP27 tienen que ser una prioridad en las agendas gubernamentales de cada país, sobretodo, aplicando el principio de la Responsabilidad Compartida, donde quienes más perjudican al Planeta, deben poner la cuota extra de esfuerzo para evidenciar verdaderamente un cambio en las cifras.
- El sector privado debe estar involucrado en las conversaciones ambientales de lleno, con miras a aumentar su participación activa en las decisiones climáticas, para que esta vaya más allá de la financiación.
- Contrarrestar activamente el greenwashing y castigarlo incluso con mas severidad que si no lo fuera; no estamos en este momento para decisiones a medias y mucho menos engañosas.
- La Economía Circular tiene que tomarse como prioritaria para las industrias y consumidores; el Planeta no aguanta físicamente más desperdicio y los ecosistemas están completamente sobrecargados.
- Los ciudadanos debemos hacer una mayor veeduría frente a las decisiones climáticas que tomen nuestros gobiernos, dejando atrás cualquier pensamiento de “esto no es conmigo”. Si cambiamos nuestra mentalidad y la replicamos entre nuestra comunidad, habrá una mayor resiliencia de la humanidad para enfrentar los cambios que se avecinan.
- La transición energética debe hacerse de manera responsable con el ambiente, es decir, no podemos seguir viendo noticias de cómo los paneles solares están contaminando las superficies verdes porque no sabemos bien cómo disponer de ellos.
- El reciclaje debe reforzarse mucho más, porque a pesar de que es cuento viejo bien narrado, no estamos ni cerca de tener el 100 % de hogares con las bolsas y canecas debidas para ello.
- La industria cambia si nosotros así lo demandamos: debemos frenar a toda costa nuestro consumo irresponsable e indiscriminado de bienes y servicios que no sean amigables con el entorno. Necesitamos más anaqueles con productos reciclados, reciclables y biodegradables que estén a la mano de cualquier consumidor.
- El rumbo del fast fashion debe acabar pronto, la compra excesiva de prendas que tienen poca durabilidad no va acorde con lo que hoy en día necesitamos para desacelerar la curva del cambio climático. Invirtamos en lo local porque así reducimos kilómetros de huella de carbono y cientos de metros de plástico que requiere el empaquetado de los productos.
- Comparta con al menos una persona la necesidad inminente de cambiar pequeñas decisiones en el día a día como comprar botellas de plástico, pedir domicilios con icopor, consumir especies en vía de extinción, no comprar bolsas plásticas y así sucesivamente. Impactar el modus operandi así sea de una persona, nos permite crear poco a poco la cadena de lo que yo llamo como el cambio ambiental real y sin maquillaje del siglo XXI.
Los invito a que comencemos el 2023 de manera responsable con los ecosistemas y los animales, denunciemos cualquier tipo de comportamiento que no vaya acorde con la coherencia verde, e intentemos incorporar un buen hábito en nuestro día a día.
Suficiente no creo que sea, pero siempre es bueno ir un paso adelante que estar rezagado en el intento.
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