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Hoy más que nunca necesitamos tener unidad como país, y cuando hablo de este concepto, no me refiero a desconocer las diferencias más intrínsecas que permean cada región y rincón de nuestro territorio, todo lo contrario.

Me tomo este espacio de mis artículos ambientales, para hacer una pausa y dejar aquí una breve reflexión teniendo en cuenta todos los lamentables hechos que están sofocando a nuestro país en los últimos días.

 El cuerpo humano está lleno de órganos todos diferentes, con funciones contrapuestas y características únicas que hacen de ellos, elementos fundamentales para la existencial del ser. Pero a pesar de que estos sean diferentes, hacen parte de un mismo todo para generar nada más y nada menos que la vida misma.

 El poder de la unidad se ha estudiado durante muchos años en distintos ambientes corporativos, sociales, y científicos, para poder poner a prueba el comportamiento humano cuando ésta está presente.

Cuando las personas sacan su mejor versión: se sientes felices, emocionadas por el entorno que las rodea, seguras, y sin la necesidad de generar actitudes negativas hacia los demás.

Por supuesto, cuando hay un ambiente donde es imposible encontrar la unidad, se creará una bola de nieve cada vez más tóxica, donde seremos personas irreconocibles, e irreconciliables entre nosotros mismos.

No podemos llegar a este punto, porque si no nos reconocemos y reconciliamos como país, ¿cuál es el sentido de compartir esta “casa”?

Ahora bien, ¿cómo se llega a esa unidad?

Lo primero es encontrar la unicidad de los seres humanos dentro de tantas diferencias a las que estamos acostumbrados en nuestra realidad, incluso algunas casi imperceptibles: en el trabajo hay divisiones en las áreas, cargos, grupos de trabajo; en la sociedad tenemos divisiones marcadas entre sectores productivos, activistas, estratos, orientaciones. En la política tenemos diversos partidos, todos diferentes y haciéndose zancadilla unos a otros. En las redes nos tildamos de rebeldes, conservadores, clasistas, fascistas, comunistas, y así suciesivamente. Y para no ir más lejos, estamos divididos entre los que votaron o no Petro.

Sin embargo, la clave está en poder sobreponernos ante estas demarcaciones y lograr llegar a una unidad en la acción, pensamiento, visión y propósito así parezca imposible.

Propósito: pongamos sobre la mesa hacia dónde queremos llegar pero de una manera acotada, precisa y sobretodo, consensuada. ¿Qué queremos lograr?

Visión: Determinar el significado que va más allá de lo que se está ejerciendo en la práctica y hacia dónde vamos a llegar con lo que definimos en el propósito.

 Pensamiento: Organizar las ideas para una justicia colectiva donde se puedan nivelar las capacidades y cargas entre las personas para evitar generar cualquier tipo de división y enfrentamiento (esto es reconocer la diversidad).

Acción: Una vez se pueda ver en la práctica la puesta en marcha de todos los niveles anteriores, se deben interiorizar las oportunidades de mejora, e identificar nuevos caminos para explorar, no quedarnos ensimismados en los problemas.

Ahora bien, a pesar de que esto sea meramente teórico a simple vista, es una determinación del pensamiento que puede cambiar nuestro modo de operar en la toma de decisiones en cualquier nivel, cargo, profesión o entorno en el que nos encontremos.

Si todos tomamos un poco de esta teoría y la aplicamos hoy mismo a nuestra realidad sin importar cuál sea, lograremos apaciguar un poco las diferencias que tanto nos están agobiando en estos momentos.

No es desconocer la diversidad y las realidades tan divergentes del país, es reconocer la unicidad que tenemos como colombianos para hacer una pausa y ayudar entre todos a generar verdaderas soluciones ante tanto caos.

Si pensamos que una sola persona, en este caso el Presidente, podrá apagar todos los focos de incendio, jamás llegaremos a ningún lado.

Entre tanta maldad necesitamos más personas sabias, sensatas y buenas que propongan vías alternas que le permitan al Gobierno nacional sentar cabeza y actuar racionalmente para ir poco a poco apagando el fuego.

A todos los que han perdido familiares a causa de los últimos hechos de violencia, no les debemos nada diferente que nuestro intento por lograr la unidad desde nuestro entorno para sacar adelante este país.

 Los invito a que bajemos un poco la guardia y como lo hemos logrado en el pasado, nos unamos verdaderamente por un instante para pensar cómo puede contribuir cada quien dependiendo de sus posibilidades, a fomentar de nuevo el amor y el respeto por la Patria.

Pero hagámoslo con hechos contundentes y no desde la pantalla ajena de twitter.

Más allá de Libertad y Orden, la Unidad señoras y señores 

Fuente: Basado charla de TED TALKS 

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