Sin lugar a dudas el descubrimiento del fuego hace millones de años en la Tierra fue para nuestros antecesores el inicio de una larga relación con uno de los elementos más importantes para poder sobrevivir.
Los homínidos pudieron en cierta medida humanizarse con el descubrimiento del fuego, ya que les permitía celebrar diversos rituales entorno a las fogatas, cocinar alimentos, elaborar sus instrumentos de defensa e incluso protegerse de los depredadores.
No obstante, la realidad en el siglo XXI frente a la relación que tenemos con el fuego es diametralmente opuesta.
El paisaje ha cambiado estrepitosamente y la frecuencia con la que lo vemos ser parte de nuestros más preciados ecosistemas es verdaderamente desgarrador.
Los primeros seres humanos que habitaron el Planeta lograron domesticar con el paso de los años este elemento, más sin embargo hoy pareciera que ese control se salió completamente de las manos.
- España ha acumulado alrededor de 88.000 hectáreas quemadas hasta el momento.
- Grecia ha perdido 174.000 hectáreas por los más recientes incendios.
- Perú ha experimentado los peores incendios en los últimos 20 años
- La unión Europea ha presentado incendios de más de 200.000 hectáreas hasta julio del presente año.
En fin, la lista es realmente extensa sin contar a nuestro continente americano.
Que si los incendios son creados 100 % por el cambio climático, no es del todo acertado. Realmente, y como lo he expuesto en otros artículos, esta Era que de hecho ya se le conoce más como la “ebullición global”, hace que se exacerbe la fuerza de los incendios pero realmente muchos son generados por el hombre.
La crisis que trae consigo los incendios no es solamente a nivel de pérdida ecológica, sino una grave afectación a la salud de la población, a la economía de las regiones y al cambio de dinámicas diarias que impiden llevar una vida “normal”.
Recientemente la BBC publicó algunas recomendaciones para mitigar en cierta medida, los coletazos de esta era del Piroceno.
- Desarrollar cortafuegos verdes en la zonas periféricas de los centros urbanos con miras a mantener un sistema de riego en los bosques que rodean a las ciudades que impidan el avance del fuego.
- Sembrar estratégicamente los árboles, pero haciendo conciencia del mantenimiento que estos deben tener para que su abandono, no sea sinónimo de tala, o incluso aumento en la propagación de las llamas.
Por supuesto en este escenario hay que hablar de la educación al respecto, ya que la quema voluntaria de predios, responde a intereses perversos de compañías que buscan expandir sus terrenos ganaderos, madereros, cultivos de cereales, etc, a causa del incremento de la demanda a nivel mundial.
Nuestra elecciones diarias frente a lo que consumimos sí hará la diferencia en que esta terrible era del Piroceno pueda mermarse un poco con el tiempo.
Independientemente de si muchos crean que el cambio climático es una invención o conspiración, no podemos negar que el paisaje nos está cambiando en las narices de manera trágica y abrumadora.
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