En 3, 2, 1, ¿Bogotá se suma a la crisis global de agua?
La continuación del artículo que escribí hace un tiempo sobre la difícil crisis que vivió Uruguay de escasez de agua, ahora se traslada a Bogotá.
Ya todos sabemos qué está pasando aquí, así que no voy a repetir la noticia. Vamos a dirigir la mirada hacia otros países para entender que el “dominó” del Cambio Climático (sí, en mayúsculas), continúa, y al Distrito Capital le llegó su turno.
Cuando pensamos en escases de agua el primer lugar que aparece en el mapa es África, más concretamente, regiones como Etiopía donde aproximadamente el 60 % de la población no tiene acceso a agua limpia y potable. O por ejemplo, Uganda, donde a los ciudadanos se les dificulta recolectar agua por más de 30 minutos.
Pero no nos vayamos tan lejos, en Montevideo se asevera que el agua llegó a un punto donde prácticamente es “intomable” y la escases debido al fenómeno de El Niño, los ha dejado con un déficit de agua potable.
El año pasado Argentina atravesó una de sus peores sequías en más de 60 años donde en los últimos 3 han vivido lo que se conoce como la “triple niña” lo que les produjo grandes pérdidas en los cultivos de trigo, cebada, solla y maíz, exacerbado porque las reservas de agua en el suelo eran prácticamente nulas.
Ahora bien, no nos olvidemos de Chile, un país donde en los últimos años y según las fuentes del World Resource Institute, atraviesa una especie de “estrés hídrico” por la falta de gestión adecuada del agua y una gobernanza débil de este recurso por parte del Gobierno.
Y en este punto vale la pena detenernos ya que muchas veces excusamos al problema en que es únicamente responsabilidad de los fuertes y contrastados fenómenos climáticos, cuando todo esto se acompaña de una institucionalidad resquebrajada alrededor del agua.
La planeación entorno a su conservación, el conjunto de normativa que defina claramente qué está permitido y qué está prohibido en términos del uso, las hojas de ruta que abarquen planes de contingencia con antelación a los fenómenos de El niño y La niña, la regulación a las industrias que más utilizan este recurso en sus procesos, incentivos positivos a quienes cuidan de esta. En fin, como lo dije anteriormente, se necesita de toda una gobernanza que debe estar funcionando como un relojito a diario.
Muchos de los países latinoamericanos tienen que realizar procesos de tratamiento del agua para desalarla, ya que, esta proviene de fuentes hídricas como los mares. Todo esto hace que sea muy complejo tener disponibilidad de agua potable de manera eficiente para las 365 días del año.
Son infinitos los factores que hacen que el agua pura de manantiales sagrados se pueda obtener para toda la población porque requieren de procesos para dejarla apta para el consumo humano.
En el caso colombiano los incendios de los Páramos, proveedores principales de nuestra agua, han repercutido y seguirán haciéndolo en la disponibilidad y acceso que tendremos sobre ésta.
Todo está conectado y la situación de nuestra región y la de los países vecinos es igual o peor de crítica a la que estamos viviendo en Colombia.
El efecto dominó definido desde la física general es cuando “un pequeño cambio en cualquier punto provocará movimientos similares a su lado. La reacción seguirá ocurriendo hasta que ya no hay vuelta atrás, pues se ha progresado a través de todos los resultados posibles” (Internationa coaching Institute)
Se nos viene próximamente un fenómeno de fuertes lluvias que mermará un poco la situación, esperemos que sí. ¿Pero el otro año viviremos un Niño peor que el del 2024? ¿Estamos listos para esta agudización anual?
Los leo
Fuentes tomadas de: iagua, Noticias ONU 2023, Infobae 2023, Internation Coaching Institute, The World Resource Institute.
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