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Se viene la COP29 en Báku y esto es lo que dice el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres:

«Necesitamos que los países desarrollados dupliquen la financiación de la adaptación hasta al menos 40.000 millones de dólares al año para 2025, un paso importante para cerrar la brecha financiera. Necesitamos desbloquear un nuevo objetivo de financiación para el clima en la COP29». 

Y es que la Conferencia de las Partes tiene un rol fundamental en traer a la mesa las discusiones y avances más importantes que en materia de cambio climático que se están adelantando por los países. Sin embargo, el panorama del 2024 sí que no ha sido para nada alentador y esta Conferencia tendrá lugar en un momento donde las conversaciones sobre los más recientes fenómenos climáticos de lluvias apocalípticas azotan al mundo entero.

¿Por qué la agudización de estos fenómenos como el DANA?

¿Qué tanto tendrá que ver la “manipulación del clima” de la cual se está escuchando hablar en los ‘pasillos’ de las redes sociales?

Miren esta imagen tan interesante e impactante a la vez:

Créditos: National Center for Environmental Information

Créditos: National Center for Environmental Information

Esta imagen corresponde a todos los fenómenos climáticos más críticos que se presentaron en EE. UU. durante el 2024, desde tormentas hasta ciclones, huracanes, incendios, inundaciones y sequías. Y solo en EE. UU., repito. ¿Impactante no lo creen?

Ahora bien, según la fuente allí citada se menciona que hubo 24 catástrofes aproximadamente con pérdidas que superaron los 1.000 millones de dólares en el país. Justamente un dato que tiene que ver con otra de las muchas temáticas a llevar en la COP: el costo real que tiene la crisis climática año a año en los países.

Ahora bien, si se calcula a nivel mundial las cifras serían aún más alarmantes, sobre todo, teniendo en cuenta que no todas las naciones tienen la misma capacidad de adaptación y resiliencia ante estos fenómenos, por lo que las pérdidas netamente económicas son mucho mayores.

Y es que este año hemos tenido incendios devastadores, en California, Australia, Canadá y Colombia; inundaciones, que dejaron regiones como Valencia literalmente bajo el agua, sin contar con las más recientes en Barcelona; lluvias nunca antes vistas en regiones como Dubái y Miami; lluvias y nevadas en desiertos, y, por si fuera poco, hemos visto al río Amazonas seco, con delfines rosados muertos a las orillas. Asimismo, evidenciamos huracanes devastadores en México y EE. UU., en donde los vendavales no tuvieron piedad alguna.

Es decir, siendo estos solo algunos de los ejemplos de lo ocurrido este año, la conclusión es inminente: la crisis se agrava cada vez más y el planeta nos envía señales continuas de manera muy contundente.

No es el fin del mundo ya; pero si en este tipo de escenarios de tal envergadura como lo es una COP, no se enfatiza en las medidas de adaptación que debemos tener todos los países, “no estamos yendo a ningún Pereira”. Y la adaptación no es solamente prever que ocurrirá un desastre natural, sino adelantarnos lo más que podamos con los recursos con los que contemos, a preparar a la población lo mejor posible. Es anticipar según la región donde vivamos qué fenómeno es más viable que ocurra dados los antecedentes, y dictar políticas públicas contundentes con un tiempo prudencial. Es unir actores y sectores para trabajar mancomunadamente en «mermar» los efectos adversos.

Debemos adaptarnos con igual de contundencia con la que el planeta hoy en día nos habla a gritos para pedirnos por un cambio.

¿Qué opinan ustedes?

Los leo.

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