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Andrés Guerrero es un joven boyacense que con su equipo de trabajo le ponen el alma hace tres años para revivir y en cierta medida redimir, al campo colombiano.

Soy Campesino es una iniciativa sin ánimo de lucro que nace en el 2020 a través de la redes sociales, donde jóvenes colombianos con un verdadero don de gente, decidieron tomar cartas en el asunto y comenzar a visibilizar a los pequeños agricultores de Boyacá con acciones reales.

«Se está quedando solo el campo: en su mayoría lo conforman adultos mayores”

 La realidad de nuestras zonas rurales no es para nada fácil como muchos lo sabemos, y parte de la alimentación diaria que ponemos sobre la mesa está en manos de personas que trabajan arduamente cada día para ofrecernos los mejores productos con sello nacional.

Es por esto que se vuelve fundamental valorar el trabajo del campesino que hoy en día se encuentra trabajando la tierra, ya que en su mayoría, pertenecen a terceras generaciones que desaparecerán en un futuro no muy lejano. Lo anterior y como es evidente, ocasionando un cambio de fondo en la manera en la que se manejará el campo a nivel país y en la forma en la que se produce.

Ahora bien, Andrés y su equipo vieron una gran oportunidad de darle vida a esas manos trabajadores a través de esta iniciativa que como él bien lo afirma, al principio fue “experimental” y confiando en el buen corazón de los compatriotas para que pudiera despegar.

Es por ello que mediante sus videos y fotografías, buscan extrapolar las historias de los campesinos y llamar la atención frente a la importancia de consumir productos locales evitando los intermediarios y el pago no justo a sus productos.

 Es tan sencillo como valorar el trabajo que hay detrás de las cosechas y los cientos de factores que juegan en contra de los productores, para que al final pueda venderse un alimento sano para el público.

Sí, muy linda su nevera con productos importados, pero no sabe cuánto daño le está haciendo a estas personas…

Hace un par de meses el equipo de Soy Campesino organizó un “papatón” en ciudades como Bogotá, donde se vendieron cientos de bultos de diferentes tipos de papa a las personas, y al mismo tiempo se hacía visible la necesidad de comprar a precios justos a quienes dignamente producen con amor todos los días.

¿Recuerdan esta campaña?

Un dato que me llamó mucho la atención y que vale la pena resaltar, es que los pequeños agricultores muchas veces terminan vendiendo sus productos «a pérdida» o sino nadie se los compra…

En definitiva, o lo venden, o lo venden, y cuando las opciones de negociación son limitadas ahí se vuelven difusas las palabras: “valor al producto”.

Y por supuesto en todo este escenario es importante tener presente las dificultades que tienen los campesinos de competir con los precios internacionales, o con los mismos productores nacionales que venden en las grandes superficies.

No es tan fácil como sacar la cosecha, llevarla a las ciudades, y mostrarla en los anaqueles, eso no sucede así en la vida real.

Píenselo bien: si los intermediarios necesitan ganarle a un producto que es poco valorado, y si se suman los costos de los fertilizantes e insumos (que están supremamente altos por la guerra en Ucrania), al final del día ¿cuánto le queda al campesino?

“Una sola persona no va a cambiar el país”

Afortunadamente y como siempre lo digo, somos más los buenos. Soy Campesino ha contado con el apoyo de muchas personas para madurar nuevos proyectos y ayudar a comprarles más productos a más campesinos. De hecho, si usted se da una pasadita por el Centro Comercial Viva Tunja este 15 y 16 de abril, podrá ver el primer mercado campesino y comprar directamente a los productores (les dejo la cuñita).

Nosotros no podemos esperar tanto de una sola persona, es imposible que en cuatro años se pueda darle un vuelco de 180º al país. Pero lo que sí podemos hacer es unirnos todos para promover el consumo local y tomar mejores decisiones a la hora de hacer nuestro mercado.

Pensemos dos veces antes de comprar un alimento con sello internacional; visitemos más las plazas de mercado; paremos en la carretera a comprarle esa frutica al campesino que está parado durante horas esperando un milagro; seamos más conscientes de ayudar a los de la tercera edad en las calles; y de pronto, solo tal vez, podamos ver a una Colombia distinta.

No solo me uno sino que los invito a todos a seguir a @soycampesinocol en Instagram y en Tik Tok,  y a escribirles para ver cómo puede cada uno aportar su granito de arena.

Que el privilegio y la comodidad no nos nublen la empatía con quienes a diario se ponen literalmente las botas para sacar el campo adelante. No los dejemos solos.

Y usted, ¿acepta la invitación?

 

 

 

 

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