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Recientemente escribí frente al maltrato animal trasladado específicamente a la situación desgarradora que viven los camellos en Egipto; sin embargo, algunos lectores me comentaban que porqué lo “internacionalizaba” tanto si aquí en Colombia padecemos esta situación a diario.

Y estoy de acuerdo, incluso el año pasado extrapolé los hechos sobre los carruajes en Cartagena, pero como la situación se sigue perpetuando, retomemos el tema.

Hace un par de días se dio a conocer un video denunciando el maltrato hacia un caballo que se había desplomado en Guatapé a causa de las altas temperaturas en la zona. Sin embargo, cuando comencé a investigar las noticias más recientes, aparecieron nuevas versiones del caso donde se narraba que la verdadera razón por la que el animal se encontraba en el piso era a causa de un accidente.

Verdad o mentira, basta con escribir las palabras “maltrato caballos Colombia” en el buscador para que nos aparezcan una cantidad de noticias entre inicios de pandemia hasta el día de hoy, con denuncias presentadas en este tema.

De hecho en el Valle del Cauca se conoció a principios del año cómo un caballo llamado “muñeco”, era brutalmente golpeado por su dueño, forzado a levantar altas cargas y por supuesto dejado en condiciones de alimentación deplorables.

O que tal si hablamos de los casos en Cartagena y Popayán el año pasado, donde las autoridades capturan unos hombres que estaban sometiendo a cargas desproporcionadas a sus caballos y yeguas en carreteras de muy mal estado, con severas enfermedades sin tratar, y ni hablar de los carruajes que se siguen viendo a plena luz del día con turistas saludando como si fueran la Reina Isabel II en pleno desfile.

Recordemos que el maltrato animal sí está tipificado como un delito, tiene desarrollo jurisprudencial, y asimismo, existe un grupo denominado “GELMA” el cual se encarga de luchar en contra de estas situaciones a partir de la vigencia de la Ley 1774 de 2016 que cuenta con el apoyo de la Fiscalía y la Policía Nacional.

No obstante estas iniciativas se quedan cortas si no hay un cambio radical en nosotros como ciudadanos en calidad de cuidadores y espectadores en estas situaciones. Las denuncias son válidas y efectivas en la medida en que las autoridades rompan el ciclo con sanciones ejemplares que eviten nuevamente la comisión de estos delitos, si no es así, realmente el mecanismo será ineficiente.

¿Cuántas veces no vemos en las redes sociales denuncias de animales encerrados en balcones sin techo, comida o en condiciones infernales?

Todos jugamos un rol fundamental en evitar que estos hechos se sigan perpetuando en nuestra sociedad, a través del apoyo a organizaciones dedicadas hacia estos fines, denunciando hechos de maltrato a las líneas habilitadas, y sobretodo, informándonos en qué implica verdaderamente el maltrato en todas las aristas posibles.

Muchas veces el maltrato no se configura con actuaciones que saltan a la vista, sino que requieren tener un ojo agudo y una conciencia crítica, proactiva, y reactiva en todo momento.

Los invito a que seamos veedores de nuestros animales y el entorno que los está rodeando para aportarle un granito de arena a este ciclo vicioso  que pareciera no tener un final feliz pronto.

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