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Los psicoanalistas hacen fiestas desde que existen las redes sociales, analizando nuestros subconscientes. Mi alma de ‘guiso’ quedó en evidencia con la foto en la que aparezco en chanclas rotas, manga sisa y sin bañar.

Los pequeños detalles que dejamos ver en Facebook desnudan momentos indeseables de nuestras vidas. En mi caso, la foto es reveladora no sólo por el aspecto de recién levantado, sino también porque mi mamá aparece al fondo cocinando con una camiseta desteñida y a la derecha se alcanza a ver una parte de mi hermana, en toalla y hablando por teléfono, mientras se pinta las uñas de los pies. El texto con el que acompaño la imagen es muy diciente del ‘ñero’ que guardo en mi corazón: «Aquí en mi casa, relajado».

Antes, sólo había una manera de darse cuenta de lo ‘guiso’ que soy: viéndome en vivo y en directo cuando salía a la tienda en pantaloneta, para comprar 3.000 pesos de pan y dos bolsas de leche (¿corriente o larga vida?). Ahora, si me equivoco en la elección de la foto, cualquiera puede notarlo, desde Soacha hasta Finlandia.

Por eso, Facebook es un arma de doble filo; debe usarse de manera estratégica y no espontánea. Con esa filosofía, quise lucir casual en varias fotos. Me las tomé yo mismo sosteniendo la cámara con el brazo estirado al máximo, poniendo mi mejor sonrisa y con la baldosa del baño al fondo. Mi propósito era llamar la atención sin que se notara el desespero. Pero todos esos detalles demostraban justamente lo opuesto: «¡Auxilio! Me creo lindo pero nadie se da cuenta».

La red social también sirve para medir las aspiraciones de vida de sus usuarios, qué quieren alcanzar y cómo. Son especialmente informativas las fotos de piscina de algunas mujeres voluptuosas, que se fotografían de cuerpo entero. Ellas, de manera coqueta, inclinan sus caras hacia un lado, quiebran la cadera hacia el otro y se ponen las manos en la cintura. Esa imagen, si se analiza, es toda una hoja de vida dirigida a quien interese y que expresa lo siguiente: «¡Hola! Como ven, estoy más buena que tres: soy tetona, risueña y desinhibida. No pasé el casting para Protagonistas de Nuestra Tele, pero aún tengo esperanzas de ser una Chica Águila».

 

Ganando respeto con tetas ajenas

Ellas no tienen que pasar por la vergüenza de fotografiarse a sí mismas, porque a esos paseos de piscina siempre va un amigo morboso que lo hace con gusto. Este personaje aprovecha para publicar en su Facebook las mismas fotos de sus compañeras voluptuosas. Me declaro culpable señor juez: yo lo he hecho. Ha sido mi manera de intentar convencer al mundo de que también soy digno de levantarme a una vieja buena.

En el fondo, el mensaje de la foto es inequívoco: «No soy nadie, pero el fin de semana estuve con estas reinitas. ¿Cómo me vieron?». Los comentarios de mis amigos, confirman mi entorno social: «¡Uy! Lo veo bien acompañado hermano. ¡Buena esa! ¡Presénteme a una de esas ‘deliciosuras’!». Yo, orgulloso e inmodesto, he respondido con misterio: «¡Gracias bacán! La pasamos muy bien con estas amiguitas. Si le contara…». La verdad, no hay nada que contar; esas viejas me ‘marranearon’ y no recibí ni un piquito esquinero.

Hay otros que buscan ganar respeto social con trabajo propio y no con tetas ajenas. Es el caso de quienes publican cientos de imágenes de la oficina, suficientes para que un ladrón haga planos precisos de las instalaciones y analice cómo entrar en la empresa. Esta clase de usuario, además, explica cualquier detalle en los pies de foto: «Aquí, camellando en mi cubículo»; «¡Con el jefe ‘plumablanca’!»; «Doña Marina, que me sirve los mejores tintos»; «Trasnochando en el trabajo»; «En Paipa, en un seminario al que me mandaron»; «Almorzando con los de la office», «El día de las brujas con los de la office»; «Diciembre con los de la office». En todo caso, son mejores que las fotos del clásico Facebook de papá, cuyo perfil está ilustrado con una fotografía tipo documento de identidad.

Están también las fotos del turista chicanero. En la red hay cientos de imágenes recurrentes y obligadas posando al frente de la Torre Eiffel, en el Coliseo Romano o en el estadio del Boca Juniors. De eso también me declaro culpable, por eso tengo colgadas imágenes con los gamines de La Candelaria, en Bogotá, o lanzándome por un tobogán de Piscilago. Hasta el ex presidente Álvaro Uribe publicó un video de su paso por el Acuaparque de la Montaña, en Villamaría (Caldas). Los comentarios de sus amigos en Facebook son muy similares a los que nos han hecho alguna vez a nosotros: «Uy Alvarito, se ve que las estás pasando ‘deli’. ¡Qué envidia!».

 

Cuando el perfil del Facebook ya no es de uno

En la red social existen dos tipos de usuarios que decidieron renunciar a su individualidad. Un primer grupo lo conforman aquellos que se ennoviaron o se casaron. El contenido de sus páginas gira alrededor de esa relación, desde la foto de perfil (en la que, por supuesto, aparecen juntos) hasta los comentarios que hacen públicos: «Te amo Chiqui-trufa… eres lo mejor que me ha pasado»; «Tan lindo Chiqui-trufo. Yo también te amooooo».

Me pregunto por qué las parejas se escriben por Facebook. ¿No es más expedita una llamada telefónica? ¿No es preferible escribir un mensaje privado? Tal vez el caso de un amigo sea parte de la respuesta. Él, cuando al fin consiguió novia, se encargó de hacer los anuncios correspondientes. Me enteré de su nuevo estatus -sorprendido de que le hayan parado bolas- y lo felicité. Mi amigo, en vez de reconocer que tuvo un inmenso golpe de suerte y al fin salió de su largo verano, presumió de manera falsa: «¡Gracias Andresito! Imagínese, me tocó ajuiciarme. Jejejee». Esa risita es de lo más cínica. «¿Y es que cuándo ha estado desjuiciado este man? -pensé-. Sencillamente nunca ha sido perro porque las viejas no le paran bolas. ¡Cálmate don Juan Tenorio!».

El segundo grupo de usuarios que renuncian a su individualidad son algunas mujeres que tienen hijos. Sus páginas en Facebook pasan a ser propiedad de los pequeños. La obsesión es similar a la del tipo de oficina: «Mi bebé disfrazado en Halloween»; «Mi chiquito recibiendo su regalo de Navidad»; «Mi precioso en su primer día en el jardín»; «Mi príncipe aprendiendo a usar la mica». Eso sin contar a quienes remplazan su foto de perfil por la imagen de la primera ecografía.

Es mucho lo que se llega a saber viendo sólo una página de Facebook. He reflexionado y debo ser más prudente en mis publicaciones; descolgaré de inmediato las imágenes del trabajo y las de mis amigas voluptuosas. También ‘destaguearé’ al gamín del centro.

Cuando tenga hijos los orientaré en el tipo de contenido que publiquen. Si son niños, les diré que no muestren el hambre con las mujeres ni se dejen ver el desespero; que la vida es más que el Facebook y las fiestas de oficina. Si son niñas, les rogaré que no muestren sus medidas por Internet ¡que se cubran por Dios!, porque hay toda clase de tipos ‘morboseándolas’. Nunca les diré que yo fui uno de ellos.

 

*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

*Mi twitter: @agomoso. Busque posts anteriores en bit.ly/agomoso

*Si se lo perdió…

‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

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‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

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‘Así se sufre una temporada sin trabajo ni novia ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

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‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

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