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Siempre llego tarde. Es un vicio. No puedo evitarlo. Hay algo en mi interior que no me deja salir a tiempo. Es un duende que me embruja: «No importa Andrés, fresco, no se afane, espérese otro ratico», me dice.

Si me piden llegar a las 8, sé que debo salir a las 7, pero me demoro media hora más (¡una hora más!). Desperdicio el tiempo en cuanta pendejada me invento: «Primero mire el Facebook Andrés -me engaña el duende-…, mire qué hay en la televisión…, usted no se había visto ese capítulo de Los Simpsons…, lave ese pocillo…, de una vez acomode esa loza…, aproveche y recoja esa ropa…, revise esa factura…, ¿ya entró al baño?… pues entre otra vez… espérese otro ratico… no se afane… ¡Uy! ¡Ya son las 7 y media! (¡son las 8!) ¡Salga pendejo! ¡¿Qué espera?!».

No soy consciente de la importancia que para otros tiene el asunto de la puntualidad. Ni siquiera sé qué se siente llegar a tiempo. ¿Da alegría? ¿Da emoción? ¿Podría llegar a sentirme realizado? ¿Qué hace la gente cuando llega antes que los demás?

Sí sé que cuando salgo tarde para la oficina me cuestiono durante todo el camino. «Ay no… no puedo seguir con esta impuntualidad… qué embarrada… por eso nunca me rinde… no lo vuelvo a hacer… ¡Uy! Ahí me está llamando mi jefe… Sí, ya voy llegando, estoy a 10 cuadras (¡mentiroso!)… Tuve un inconveniente (¡pfff!)… bueno, chao… ya nos vemos… ahhhh, ¡y hay trancón! ¡Maldita ciudad!».

Culpo a todo el mundo: «Lo que pasa es que… se estrellaron unos carros ahí en la autopista… lo que pasa es que me tocó esperar a que llegaran a revisar el gas en la casa… lo que pasa es que mi mamá me pidió hacer una vuelta a última hora… lo que pasa es que un carro me salpicó con un charco cuando ya estaba esperando el bus (¡qué creatividad!)… lo que pasa es que se me vino la sangre por la nariz y me tocó devolverme (¡pfff! y mil veces ¡pfff!).

 

«¡¿Usted necesita despertador para una cita a las 10 a.m.?!»

Me he quedado corto de mentiras para justificar la impuntualidad en el trabajo. He llegado a buscar en Google las mejores frases para excusar mis tardanzas, pero el tiro me ha salido por la culata. Una vez le dije a mi jefe que se había ido la luz en la noche y por lo tanto se desconfiguró el despertador: «¡¿Y es que usted necesita despertador para llegar a una cita a las 10 de la mañana?!», me dijo indignado.

Por las mañanas es peor. Todos los días, sagradamente, pongo la alarma del celular a las 5:30 de la madrugada. No tengo que levantarme a esa hora, pero me miento creyendo que así podré despertarme ‘de a poquitos’. En mi casa todos oyen la alarma menos yo. Mi papá es quien más la detesta: «¡Por amor a Dios! -me dice en las noches-, si no se va a levantar, ¡no programe ese bendito reloj que me daña el sueño es a mí!».

Durante los últimos 10 años, a diario, me he hecho la misma promesa: «Ahora sí me voy a levantar temprano»… Pero ha sido un compromiso que siempre he olvidado a la mañana siguiente -durante los mismos 10 años-. Hasta alisto la ropa desde la noche anterior para ahorrarme tiempo. Y me acuesto tarde, tampoco puedo evitarlo. «Sólo miro el correo electrónico y ya», me digo mintiendo. «Sólo ‘canaleo’ un rato a ver qué hay en televisión», me vuelvo a mentir. Al final me duermo hacia la 1 de la mañana.

En consecuencia, levantarme es todo un parto. No soy yo. Tengo el sueño muy pesado. Me hace recordar el video de la mujer que se queda dormida en la cama de un almacén de cadena y es sorprendida por un vigilante. Ahí está de nuevo el duende: «¿Y se va a levantar con ese frío, Andrés? Cinco minuticos más hermano, relájese… Sí, ya son las 6, pero no importa, si se levanta a las 6 y media todavía está bien de tiempo». Y ahí me quedo, doy vueltas en la cama. Físicamente me es imposible abrir los ojos porque a esa hora están tan cerrados como los de una ratica recién nacida.

 

Es peor cuando amanezco en ‘cucharita’

No tengo control sobre mi cuerpo cuando no estoy completamente despierto. No domino mi voluntad. Incluso, durante una época mi hermana se aprovechaba de eso para pedirme plata prestada. Irrumpía en mi habitación en la madrugada y me decía que necesitaba cualquier billetico de 20 mil o 50 mil pesos. El duende hablaba por mí: «Cógelos», respondía ‘entredormido’.

A veces yo mismo me paraba a buscar la plata de la billetera y se la entregaba sin recordarlo después. Se me fundía el cerebro intentando saber qué había hecho la plata, hasta que mi hermana me decía que yo se la había entregado con mis propias manos. Sabiendo de mi ‘vulnerabilidad’, le prohibí que volviera a pedirme cualquier clase de favor en las madrugadas. «¿Y será que a las 8 de la mañana es muy temprano para el doctor?», me respondió con sarcasmo.

Y me levanto a las 7 (¡a las 8!). Esta lucha matutina es aún más difícil cuando amanezco en ‘cucharita’ con mi novia -con ese calor corporal tan abrazador en medio de las heladas mañanas bogotanas-. Al principio ella me jalonaba para levantarme temprano, pero al final he sido yo quien la ha convencido de quedarse durmiendo por más tiempo.

Lo peor es que -cuando finalmente puedo abrir mis ojos de ratica bebé- no salgo corriendo despavorido. Me levanto lentamente. Desayuno despacio, tiendo la cama… «Oh, están dando un capítulo de Friends que no recordaba… voy a comprarme unos chicles… ese bus está muy lleno, voy a esperar el otro». Después vuelvo a sufrir internamente: «Ay no… esta impuntualidad… qué embarrada… no lo vuelvo a hacer… ¡Uy! Ahí me está llamando mi jefe… llego en 15 minutos (¡mentira!)… Dios mío, hoy sí me acuesto temprano… mañana sí llego a tiempo (¡pfff!)».

Este es mi testimonio y quiero que el mundo lo conozca. Quienes padecen este martirio a diario deben saber que no están sólos. ¡No estamos solos! Mi nombre es Andrés… y soy adicto a la impuntualidad.

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*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Esta es la historia (que me imagino) de la ‘entrevista’ en inglés a Carolina Cruz’
(Si no sabe de qué hablo, haga clic aquí, antes de que también eliminen este video).

*facebook.com/Agomoso Twitter: @Agomoso

Está a la venta el libro «A usted también le ha pasado, ¡admítalo!» -de Intermedio Editores- incluye 18 artículos EXCLUSIVOS (vea aquí los títulos). ¡El prólogo es de mi mamita! Disponible en Panamericana, Librería Nacional (aquí, compra on-line), Prodiscos, Tower Records y La 14, entre otras.

*Si se lo perdió…

‘Cuando una mujer se aprovecha de un hombre’

‘Si yo fuera empleada del servicio… sería igual de confianzuda’

‘Yo era un patito feo, inmundo; ahora soy un pato, a secas’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Las costeñas me intimidan’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)

‘Si yo fuera taxista… sería igual de atravesado’

‘Celos de madre’

‘Trabajo como ‘independiente’ y… ¡me estoy volviendo loco!’

‘La necesidad tiene cara de olla – Yo hice fila con sobres de Ricostilla’

‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’

‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’

‘Chistes tontos de la infancia’

‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’

‘Todo nos gusta regalado’

‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’

‘La bendita maña de decir mentiras’

‘El amor al carrito nuevo’

‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’

‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’

‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’

‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’

‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’

‘Mujeres que le tienen fobia al motel’

‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’

‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’

Shows de mujeres que hacemos los hombres’

‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’

‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’

‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’

‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’

‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’

‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’

‘Manejo como una dulce anciana’

‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’

‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

‘Así es, aún vivo con mi mamá’

‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’

‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’

‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

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