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Esta es la primera vez, en 17 años de régimen chavista, que la derecha política gana unas elecciones en Venezuela con un resultado contundente.

 

Lilian Tintori, símbolo de la oposición venezolana. Foto: Dorwin Gómez (CC 2.0 vía Flick) Afortunadamente el proceso electoral venezolano del pasado 6 de diciembre, para elegir una nueva Asamblea Nacional, se desarrolló en relativa calma pues no éramos pocos los que temíamos lo peor si el régimen de Nicolás Maduro obtenía un resultado adverso.

A pesar de las amenazas y pataletas del presidente de tomarse las calles en caso de perder, el pueblo venezolano no se amedrentó y alzó su voz en un grito de unidad, de cambio y de justicia.

Frente al resultado, y pese a su naturaleza insurgente e ignorante, Maduro reconoció su derrota con una gallardía comunista un tanto curiosa: a pesar de declarar que había triunfado la democracia y el constitucionalismo, y que reconocía el resultado, echó una o dos pullas al capitalismo salvaje en un discurso repetitivo y por ende fastidioso.

En un intento por buscar culpables, el presidente denunció una supuesta manipulación desleal de sus enemigos que impidió la victoria del oficialismo y acusó al gobierno norteamericano de indebida injerencia. Y aunque estas palabras no son más que falacias, es mejor que Maduro crea que esta teoría de la conspiración es cierta.

Es beneficioso dejar que el presidente venezolano continúe su pelea con esos demonios imaginarios a los que llamó “capitalismo” e “imperio” para así impedir que tome las armas en contra de una gran facción del país que ahora es opositora.

En otras palabras, si Maduro mantiene esa obsesión idiota de atacar todo el tiempo al colonialismo estadounidense seguirá ignorando que el pueblo no votó por él porque está agotado con su estilo totalitario y dictador, porque tiene hambre, porque está despedazado por la inseguridad y porque repudia el constante enriquecimiento irregular de los cercanos a su gobierno.

La mejor estrategia para que Maduro se caiga es dejarlo tranquilo y no darle alas a sus palabras necias. Él sólo se va a dar su propia estocada, porque tarde o temprano se le vendrá en contra su propia torpeza con toda la fuerza de un pueblo que no resiste más divisiones y grietas.

Ayer empezó una nueva etapa para Venezuela, así como el pasado 22 de noviembre empezó una nueva para Argentina, y como empezará una nueva para Bolivia en febrero de 2016 si la oposición logra sumar sus esfuerzos en contra del Referendo Aprobatorio que pretende dar vía libre a la segunda reelección de Evo Morales en la presidencia del país.

Los Estados latinoamericanos en donde se han instalado regímenes dictatoriales de izquierda están exhaustos de no poder ejercer sus libertades de forma autónoma y no descansarán hasta recuperar su dignidad de ciudadanos democráticos e independientes. Y ahí los acompañaremos a todos.

Felicitaciones a Venezuela por esta victoria en su lucha para vivir mejor y para recuperar a su país. Enhorabuena, porque este triunfo es el primer paso en la eliminación de la corrupción, en el control del narcotráfico protegido por el mismo gobierno, en la disminución de la inseguridad y en la reducción del desabastecimiento. Aunque falta un trecho largo, desde todas las latitudes se siente que Venezuela despierta y que volverá a ser una nación orgullosa de sí misma.

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