Generalmente, los países son más longevos que los seres humanos. Por ejemplo Colombia, que tiene más de 200 años de República, mientras que la esperanza de vida de los hombres está en 75 años y la de las mujeres en 81. Siendo los periodos vitales de las sociedades mayores que los de las personas, es apenas lógico que sus cambios tomen más tiempo. Y si a este escenario se le suma la profunda corrupción, la politiquería y el mal gobierno que ha perdurado décadas en nuestro país, es entendible que muchos colombianos crean que las cosas no pueden cambiar. En psicología este fenómeno se conoce como desesperanza aprendida. Ante esta percepción de que “nada puede hacerse”, parte de la terapia incluye recordar momentos en que los ciudadanos se organizaron, lucharon y conquistaron victorias importantes para la sociedad:
1) Estudiantes, profesores y rectores universitarios salieron a las calles en octubre de 2018, luego de conocer que la deuda que tiene el Estado con las universidades públicas llegó a 18.2 billones de pesos. De manera pacífica y creativa se movilizaron durante más de 2 meses en las principales ciudades del país, estudiaron la crisis de la educación superior de manera rigurosa y negociaron con el Gobierno de Duque durante 3 semanas. Producto de esto, lograron un acuerdo histórico que consiguió $5.85 billones de pesos para la educación, ciencia, investigación y tecnología durante los próximos 4 años, demostrando que Duque mintió cuando al comienzo del paro nacional dijo que no habían recursos suficientes. Lo que no había era voluntad política. Es de destacarse el papel jugado por algunos líderes estudiantiles, como Jennifer Pedraza y Alejandro Palacio, quienes rechazaron categóricamente los hechos de violencia realizados por algunos desadaptados y la represión a las movilizaciones por parte del ESMAD.
2) Varias mujeres se organizaron en 2016, crearon el grupo Género y Justicia Económica y emprendieron la campaña ‘Menstruación libre de impuestos’, cuyo objetivo era eliminar el IVA a tampones y toallas higiénicas, por ser un tributo sexista y discriminatorio. Natalia Moreno, una de las promotoras de la campaña, declaró que “justificar un impuesto a partir de una diferencia biológica es un acto de violencia económica que se traduce en un costo adicional por ser mujer”. Con este horizonte en mente, asistieron a varios medios de comunicación y explicaron ante la opinión pública sus argumentos, ejerciendo presión ante el Congreso cuando se debatía la reforma tributaria de 2016 y consiguiendo que el IVA a estos productos disminuyera de 16% a 5%, cuando el proyecto inicial buscaba aumentarlo a 19%. Sin embargo, su lucha no finalizó ahí. Con este impulso, realizaron varios plantones ante el Ministerio de Hacienda y en 2018 demandaron la reforma tributaria por inconstitucional. La Corte Constitucional les dio la razón, tumbó este impuesto y desde 2019 dejó de cobrarse IVA a los productos de higiene femenina.
Estos hechos confirman que luchar sí sirve y enseñan algunas lecciones: las luchas que cambiarán a Colombia se darán por vías pacíficas, civilizadas y democráticas; los ciudadanos organizados pueden conquistar importantes victorias, no importa cuán adverso sea el escenario; la rigurosidad y el estudio sustentan el valor civil. Que mejor momento para aplicar estos aprendizajes que en estas elecciones locales. Quienes creemos que esté país sí tiene arreglo debemos impulsar candidatos honestos, preparados y con trabajo por la comunidad. Debemos hacer campaña sin comprar un solo voto, convenciendo con la razón. Solo así podremos derrotar las maquinarias electoreras que tanto afectan la vida de nuestra nación. Logrando que una nueva generación de jóvenes, mujeres y hombres ingresen a los espacios de toma de decisiones, tendremos defensores de las mayorías en todo el territorio nacional. Estas victorias electorales mejoraran las condiciones para obtener más victorias sociales.
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