Una noche en una conversación con un grupo de amigos, se puso sobre la mesa el tema de los engaños que normalmente sufrimos: personas que se acercan a ti fingiendo interés real y con el tiempo te das cuenta que sus intenciones eran otras, y de cómo uno y otro nos habían robado algo en la vida a partir de mentiras que descubrimos hasta cuando el ladrón cumplió su misión y no solo nos ocurre de adultos, la ingenuidad a muchos seres se la arrebataron desde niños por personas que dicen quererlos..
En medio de esta charla mi amiga Melba preguntó si valía la pena vivir en un mundo en donde ya no se podía confiar en nadie, en donde cada persona que se acerca a nosotros debe ser recibida con beneficio de inventario, porque vaya uno a saber que negras intenciones tiene consigo..
Las opiniones no se hicieron esperar y para sorpresa de todos, iban encaminadas por el mismo rumbo: Claro que vale la pena vivir!! vale la pena arriesgarse a conocer nuevos seres humanos yvivir nuevas experiencias, porque si bien todo eso ocurría y estabamos llenos de historias de amigos, amigas, familiares y «me contaron» en donde la traición era un factor común, también conocíamos historias protagonizadas por seres humanos maravillosos, llenas de afecto verdadero.
La diferencia radica en que estas últimas historias no son los relatos preferidos para comentar entre amigos, – como las noticias malas sobre un país que son más «vendedoras» que las buenas-, las dos caras forman parte de la realidad pero unas pesan más que otras acorde con el lente que se miren.
¿Entonces que hacer? Que tal si en lugar de sentarnos simplemente a orar por la paz mundial y un cambio en las constelaciones para que los astros ayuden a enderezar lo que está ocurriendo, tomamos las riendas y lanzamos nuestra estrellita al mar… ¿conoces la historia de la estrella arrojada al mar?
Un hombre iba caminando en la madrugada por una playa y a lo lejos vio un joven que repetidamente se agachaba y se paraba… se agachaba y se paraba… Pensó que estaba haciendo algun ejercicio pero cuando se acercó se dio cuenta que se agachaba a recoger una de las muchas estrellas de mar que las olas habían dejado en la playa y la lanzaba con fuerza y luego repetía la misma acción muchas veces. «¿Está loco? , preguntó el hombre al joven.. y sin dejarle contestar le dijo «para que pierde el tiempo arrojando estrellas que las olas vuelven a traer a la playa, mejor relajese y disfrute el sonido del mar»… el joven detuvo lo que estaba haciendo, pensó un momento y mirándolo a los ojos le dijo «si una sola de estas estrellas vive y se queda en el fondo del mar, mi esfuerzo no habrá sido en vano» y dicho esto continuó lanzando estrellas al mar….
¿Que tal que una de esas estrellas de mar fuera un hijo tuyo, de tu hermana, de tu mejor amigo, que hubiera perdido su rumbo por no tener la fuerza suficiente de soportar el oleaje de la vida diaria?
Imaginate que se encuentra en su camino un soñador, de esos que hace caso omiso a la corriente, y él, lo lanza nuevamente al mar, a la vida.. definitivamente hay esfuerzos que valen la pena hacer.. por que no empezar a mirar como recuperamos estrellas que están a la deriva en la playa, nos las encontramos todos los días, pero generalmente, solo nos relajamos y queremos disfrutar el sonido del mar…
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