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«Un niño de ocho años salvó a su familia de morir en un incendio cuando llamó al servicio de emergencias para pedir ayuda, mientras los tres adultos que en ese momento se encontraban también en el apartamento eran incapaces de percibir las llamas a causa de una elevada intoxicación etílica.
Antes de telefonear a los agentes, el pequeño intentó sin éxito despertar a su madre y a los dos hombres con los que ésta había estado bebiendo, explicó la policía de Miedzyrzecz (oeste de Polonia).
El niño, que ya se ha convertido en un auténtico héroe después de su decisiva actuación, vistió a su hermana de cinco años y esperó pacientemente la llegada de la policía…»

Esta noticia la encontré hace un par de días -cuando el cuento de mi hija me convenció de cambiar lo que tenía escrito en la pantalla- y me impactó. No por el acto de valentía del niño que a todas luces es lo que llamamos en periodismo un hecho totalmente noticioso: cuando no es el perro el que muerde al hombre, sino el hombre el que muerde al perro. Aquí, quien debia ser salvado, resultó ser el salvador. ¿Admirable? ¡¡Claro que sí!!

No, eso no me impactó. Me impactaron las siguientes líneas: «Antes de telefonear a los agentes, el pequeño intentó sin éxito despertar a su madre y a los dos hombres con los que ésta había estado bebiendo». El solo imaginar el cuadro es deplorable. Una madre borracha con dos hombres, a cargo de dos pequeños, uno de los cuales, asumió sin dudar el rol de adulto que estos tres claramente no podian asumir.

¿Cuantas veces le hemos delegado sin proponernoslo, y claro sin llegar a esos extremos, el rol de adulto a nuestros niños? Y ellos, nos dan palmaditas en el hombro para que los asumamos nosotros pero seguimos adormecidos..

Mmmhh si, claro, mira a ese niño en el semáforo, que ¡¡malos esos adultos!!, mira a ese niño en una familia de 6 cumpliendo el papel de cuidador de sus hermanos menores ¡¡ irresponsables esos padres!!!. NO. No me refiero solo a esos casos extremos, que pasa con el niño convertido en mediador entre papá y mamá o el que silenciosamente debe manejar la ruptura de sus padres y aceptar que el cambio en su mundo fue decidido por esos adultos, en muchas ocasiones sin siquiera ser merecedores de una explicación. Esto no tiene distingo de estratos o condición social.

Además, en muchos casos lo asumen calladitos, porque dicen los expertos en el tema, en mas de una ocasión ellos mismos se auto culpan de la situación que viven sus padres y por eso consideran que una manera de compensar lo que han causado es mantener todo en calma.

Recuerdo la película iraní «Los niños del cielo» que trata sobre las aventuras de un hermano y una hermana que pertenecen a una familia pobre y que han perdido un par de zapatos. La cosa era mas o menos así: un pequeñito de diez años lleva a arreglar los zapatitos dañados de su hermanita pero en el camino los pierde, pero sabe que en la casa no hay plata sino hasta fin de mes, así que temiendo por un lado el castigo, pero igual sabiendo que no van a reponer los zapatos, cranean una estrategia y comparten el par de zapatos. La nena sale siempre de su clase antes de la hora, y va corriendo hasta un punto de encuentro donde el hermano recibe los zapatos y sale a correr llegando, claro, despues de la hora.

Lo cierto es que mas allá de la anécdota y la calidad de la historia, que por cierto a mi personalmente me encantó, está el hecho de que en la vida real esto ocurre, no se si lo de los zapatos, pero sí la confabulación callada de los niños para mantener situaciones en orden ante los adultos, sin darse cuenta que están asumiendo el papel que les corresponde a estos últimos, quienes creen que todo marcha como un reloj.

¿Qué tipo de creencias se están formando allí?¿esos adultos cuyo rol están asumiendo de niños, serán merecedores de su orgullo o su resentimiento? Finalmente, esos pequeños crecen y tarde o temprano razonan lo que vivieron. El niño salvador de la noticia inicial, cuando adolescente vivirá orgulloso de su madre o le reprochará que de no haber sido por él, él mismo y su hermanita no estarían vivos.. ¿que sentimiento crecerá en su corazón realmente, mas allá de la adulación que en este momento pueda recibir justamente de toda la comunidad que lo rodea?

Dejemos vivir a los niños su niñez. A nuestros adolescentes su adolescencia. No les adjudiquemos cargas que nos corresponden solucionar solo a nosotros y dejémoselo en claro. No asumamos que «ellos son tan inteligentes que lo entienden».

Los acontecimientos importantes en nuestras vidas, generan una buena parte de nuestras creencias y son éstas últimas las que nos han limitado o nos han potencializado en nuestra vida. Que no miren hacia atrás y sientan la tentación de culpar a otros de lo que se convirtieron con el paso del tiempo.. que no te culpen a tí.., pero igual que no se olviden que lo que hagan de sus vidas dependen de ellos:

El pájaro está vivo?
El joven estaba concluyendo su periodo de preparación, y muy pronto pasaría a enseñar. Como todo buen alumno, necesitaba desafiar a su profesor, y desarrollar su propia manera de pensar. Así que capturó un pájaro, lo agarró con una mano, y lo llevó hasta él:
-Maestro: ¿este pájaro está vivo o muerto?
Su plan era el siguiente: si el maestro dijera «muerto», él abriría la mano y el pájaro se echaría a volar. Si la respuesta fuese «vivo», él lo aplastaría entre los dedos. De esa manera, el maestro siempre estaría equivocado.
-Maestro, ¿el pájaro está vivo o muerto? – insiste.
-Mi querido alumno, esto va a depender de ti – es el comentario del maestro

PAULO COELHO

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