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“Me pasó por confiada”, es lo primero que pienso cuando en mi cabeza se repite una y otra vez la escena en que un hombre se baja de una moto y va directamente a mi carro a romper el vidrio con la clara intención de robarme.

 

Mi mejor terapia siempre ha sido escribir. La historia que les voy a contar, ojalá no se repita y espero que no le pase a otra mujer.

Pasó un viernes en la noche, cuando iba para mi casa luego de verme con una amiga. Freno en un semáforo y, aproximadamente 20 segundos después, un tipo se baja de una moto, viene a toda velocidad hacia mi carro y empieza a golpear mi vidrio; en cuestión de segundos pensé de todo y el miedo me inmovilizó. Intento descifrar qué quiere el ladrón, ¿me quiere robar?, ¿me quiere bajar del carro y llevárselo? y sí es así, ¿se lleva a mi perrita? Empiezo a gritar (como nunca lo hago), me digo a mí misma: no lo hagas, lo vas a poner más nervioso y te va a golpear con lo mismo que rompió el vidrio. Pero él rompe mi ventana y estira el brazo, el celular no sale, cuando me percato que esa es su intención, yo misma se lo entrego. Los demás conductores que también estaban en sus carros en el semáforo solo se quedan de espectadores, nadie se solidariza y siguen su camino.

Viene un ataque de nervios y pienso que me van a seguir robando, arranco a toda velocidad, no podía respirar, ¿qué hago?, ¿buscar un policía? No. ¿Ir a un hospital? No, estoy bien, apenas unas cortadas en las manos y vidrios por todo mi cuerpo. Freno para ver si mi perrita está bien y sí, creo que está asustada como yo. Caigo en cuenta que pueden entrar a mis cuentas, a mis aplicaciones (porque sospecho que el celular estaba desbloqueado), así que acelero más, necesito que alguien me ayude a reportar el celular, pero más que todo, necesito estar en mi casa y sentirme segura.

No paro de llorar, sentirme tan vulnerable es horrible. Llego a mi casa, me veo llena de vidrios, pálida y asustada. Solo pienso en avisarle a mi hermano (es al primero al que llamo cuando me pasa algo bueno, algo malo o porque quiero contarle cualquier bobada). Él me contesta asustado, yo exploto en llanto, me dice que trate de respirar, de estar tranquila que él ya salía corriendo para mi casa. Luego llamo a mi novio y lloro aún más, él con su tono tranquilo lograr bajarme los ánimos, me dice que todo va a estar bien, que lo importante es que no me hicieron daño, que íbamos a recuperar todo lo material.

Intento dormir, pero a las 5 de la mañana del otro día mi computador me notifica correos, prendieron el celular y están intentando desbloquearlo, de nuevo el susto me paraliza. Por fortuna no lo logran. Llega mi mamá a mi casa, desayunamos y una vez más damos gracias a la vida porque estoy bien, porque pudo ser peor, porque reaccioné de la mejor manera posible.

Pero entonces, ¿Cuál es la fórmula para cuidarnos? Si vamos en transporte público nos sentimos inseguras, caminar tampoco es una opción e ir en carro propio también es un peligro, ¿qué nos queda?, ¿encerrarnos? ¿dejar de vivir?

Por si acaso, no fue mi culpa.

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