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Recientemente el presidente estadounidense, Donald Trump, a través de Twitter insinuó que la elección presidencial el 3 de noviembre debería ser aplazada. Según Trump, la veracidad de la elección estaría peligrando como consecuencia del voto por correo. Las acusaciones de que el voto por correo causará un fraude electoral no son más que una estrategia política para deslegitimar los resultados de una elección en la que, según las encuestas, sus oportunidades de ganar disminuyen cada vez más. Adicionalmente, estas afirmaciones y propuestas son también una estrategia para distraer a los ciudadanos sobre hechos como la situación economía del país, la cual se contrajo en una tasa anual de 32.9 % entre Abril a Julio de este año, según datos de la Oficina de Análisis Económico del Ministerio de Comercio de Estados Unidos.

Ahora, es importante mencionar que el presidente Trump no tiene el poder de cambiar la fecha de la elección presidencial. Según la Constitución de Estados Unidos, en su artículo 2, sección 1 parágrafo 3 “El congreso podrá fijar la época de designación de los electores, así como el día en que deberán emitir sus votos, el cual deberá ser el mismo día en todos los Estados Unidos”. De esta manera, el poder de escoger la fecha de la elección recae sobre la cámara de representantes y el senado del país, no sobre el presidente.

Es importante tener en cuenta que, en este país, el presidente no es elegido por el voto popular, sino por el colegio electoral. Para ser presidente del país, uno de los candidatos debe superar 270 votos electorales, el resultado de la elección popular, que usualmente coincide con el voto electoral, es indiferente para temas electorales. En la elección del año 2000, el colegio electoral le dio la victoria a George W. Bush por 271-266, aun cuando Al Gore ganó el voto popular por 600 mil votos. Igualmente, en 2016 Hillary Clinton ganó el voto popular por cerca de 3 millones de personas. No obstante, perdió la votación del colegio electoral en donde obtuvo 227 por los 304 de su contrincante. Ahora bien, previo a la elección del año 2000, el último precedente en el que el presidente no había ganado el voto popular había sido en 1888 en la elección entre Grover Cleveland y Bejamin Harrison, mostrando que no es usual que esto ocurra.

Las preocupaciones por asegurar la legitimidad y seguridad de las votaciones son válidas. Al fin y al cabo la pandemia ha afectado la movilidad de las personas y obligar a las personas a salir en masa a votar en espacios cerrados sería irresponsable. Por esta razón, miembros del gobierno Trump, al igual que los miembros del congreso, independiente a cuál partido pertenezcan, deben fortalecer el sistema postal del país y asegurarse que la infraestructura para votar por correo pueda darse. En una reciente elección en el estado de Nueva Jersey, se tuvieron que descalificar cerca del 20 % de los votos por correo, porque no cumplía con la reglamentación. Es por esto que el enfoque de los legisladores y oficiales electorales debe centrarse en atender las fallas que este tipo de votación puede presentar. Ahora, por estas fallas no se puede afirmar que existirá un fraude electoral en la elección presidencial.

El Wall Street Journal sacó un editorial en el cual le pide al presidente que, si este cree que la elección no será verídica, entonces debería evaluar si debería participar en esta y dejar que otra persona sea candidato presidencial, uno que no esté buscando excusas desde ya si pierde la elección. Adicionalmente, con una economía que se encuentra en una etapa delicada, cuestionar el resultado de una elección podría afectarla. La incertidumbre de una posible crisis constitucional, a raíz del resultado, podría seguir hundiendo a una economía que aún no muestra señales de empezar a recuperarse.

El presidente de los Estados Unidos, aunque no puede cambiar la fecha de la elección, sí puede cuestionar su legitimidad y su resultado, a tal punto de hacerle un daño importante al sistema político de la nación más poderosa del mundo, a su economía y a su reputación global de transición pacífica de poder, y pareciera que a Trump no le importa esto. Solo le importa empezar a buscar excusas para explicar su posible derrota. Ahora, quedan aún cerca de 3 meses para la elección presidencial y cualquier cosa puede darse.

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MARIO CARVAJAL CABAL

Internacionalista y Ayudante de Investigación en una Consultora Geopolítica

Twitter: @Mariocarvajal9C

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PERFIL
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Internacionalista de la Universidad Javeriana, Magister en Estudios Latinoamericanos de University of Oxford y candidato a la maestría en Economía Política Internacional del London School of Economics (LSE). Analista de geopolítica, geoeconomía y política internacional. Líder Asuntos Públicos para IDDEA Comunicaciones.

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1 Comentarios
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  1. No veo nada que pueda hacer, Trump no será reelegido, y con al aumento de gasto e impuestos de Biden la crisis económica se agudizará mucho más, lo que se viene es un aumento desmezurado de la deuda, (mucho más de lo que la aumentó Trump) inflación y devaluación del dolar.

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