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Para nadie es un secreto que la economía del país es ampliamente dependiente del petróleo y demás productos minero-energéticos. Este sector fue el responsable del 30 % de la distribución de la Inversión Extranjera Directa en el país, según datos del Dane entre enero-diciembre del año anterior. Asimismo, según ‘Portafolio’, más del 50 % de las exportaciones nacionales son del sector minero-energético.

En este orden de ideas, la guerra por el precio del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, al igual que la disminución de la demanda petrolera como consecuencia del Covid-19, han hecho que el precio de este disminuya significativamente. A principios de este año, el precio oscilaba entre 65 – 70 dólares el barril. No obstante, el precio del petróleo hoy oscila entre los 33 – 36 dólares, siendo esto una caída estrepitosa, haciendo además que el peso colombiano se deprecie a niveles históricos, inclusive, superando la barrera de los COP $4,000 pesos por dólar.

Por consiguiente, el país podría enfrentar una gran crisis en temas fiscales, dado que su deuda incrementaría importantemente, sus ingresos del sector petrolero disminuirían y aumentaría el déficit de cuenta corriente, según un reporte de Bancolombia, lo cual limitaría la capacidad de maniobra del gobierno colombiano en materia fiscal. Este mismo informe menciona que, el crecimiento del PIB de Colombia podría verse afectado, siendo inferior al 3.3 % fijado por la agencia de rating Fitch, y haciendo que la inflación no se cierre por debajo del 3.4 % fijado por la misma agencia, y mucho más alta de la meta del Banco de la República.

Esto, a su vez, afectaría las metas fiscales para el 2021, dado que podría causar un hueco fiscal significativo, que podría llevar a la necesidad, por parte del gobierno, de una nueva reforma tributaria o a la venta de activos del Estado para cubrir este. Adicionalmente, la meta de déficit fiscal del gobierno fijada en 2.2 % del PIB, puede ser difícil de cumplir y podría llevar a que las agencias de riesgo disminuyan la calificación soberana del país, haciendo que el acceso a préstamos internacionales sea más difícil, y con tasas de intereses más altas.

Estas son las consecuencias directas de tener una economía poco diversificada. El hecho de que el país dependa de una manera tan importante del precio del petróleo, algo que en sí es ampliamente volátil, hace que el crecimiento económico del país sea inestable. Esto a su vez, hace que los inversionistas extranjeros piensen dos veces antes de invertir en el país, dado que la constante inestabilidad del mismo hace que sea bastante riesgosa su inversión. Aunado a esto, el sector petrolero, aunque sigue siendo importante, eventualmente disminuirá sus niveles de renta. El auge de las energías renovables podría disminuir significativamente la demanda del petróleo, y por consiguiente su precio.

De esta manera, este gobierno debe liderar esfuerzos para impulsar el desarrollo de industrias relacionadas con energía renovable y de diversificación económica. De lo contrario, Colombia dependerá de un crecimiento demográfico y/o de un boom en el precio de los ‘commodities’ para el desarrollo de su economía. Es importante mencionar que, la falta de diversificación económica no es culpa de la actual administración, es una deuda histórica de los diferentes gobiernos colombianos. No obstante, el presidente Duque tiene la posibilidad de liderar el proceso de diversificación económica del país, y debe aprovecharla.

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MARIO CARVAJAL CABAL

Internacionalista y Ayudante de Investigación en una Consultora Geopolítica

Twitter: @Mariocarvajal9C

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