El pulso por los beneficios económicos de la vacuna COVID-19
Por: Daniel Sebastián Gutiérrez | equipo de comunicaciones | Misión Salud
Bill Gates, uno de los actores más adinerados del mundo y su fundación Bill y Melinda Gates han liderado la respuesta a la pandemia COVID-19. Esta organización es la institución caritativa más visible del mundo y está en condiciones de beneficiarse económicamente de la pandemia COVID-19.
La pandemia está uniendo esfuerzos a nivel global para encontrar una vacuna segura y asequible que permita superar la crisis derivada por la coyuntura sanitaria actual, pero también es una oportunidad para muchos actores económicos de beneficiarse ampliamente por las ganancias producidas por la vacuna.
Uno de ellos es Bill Gates y su Fundación Bill y Melinda Gates, que tiene una alta visibilidad gracias a su participación e inversión en medicamentos y vacunas COVID-19. Entidades multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han cedido ante alianza público-privadas como la alianza Gavi para la producción y distribución de millones de vacunas en todo el mundo, donde la fundación Gates es uno de sus principales inversores y ejerce un liderazgo indiscutido.
Sus inversiones en diferentes vacunas y medicamentos para la pandemia le han generado millonarios rendimientos a la Fundación Gates. Un claro ejemplo, es el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en los primeros días de la pandemia cuando intentó obtener los derechos sobre una vacuna del desarrollador alemán CureVac. Recientemente se evidenció una participación con US$40 millones de la Fundación. La oferta de Trump fracasó, pero la Fundación Gates disparó sus acciones en un 400 por ciento, solo dos días después de salir a la bolsa en agosto.
Existen amplias críticas sobre la falta de transparencia en el papel de la fundación en la respuesta a la pandemia COVID-19. No tienen una clara estructura de gobierno, ni rinden cuentas a nadie.
La situación se agrava por las fichas movidas por Gates que benefician la industria farmacéutica y el monto económico de US$250.000 millones, que a través de su fundación está invirtiendo en vacunas, terapias y tecnologías sanitarias COVID-19, pero que terminan siendo licencias exclusivas.
En medio de la pandemia, actores de la salud pública y organizaciones de sociedad civil argumentan que las farmacéuticas deberían compartir información valiosa para maximizar la producción de la vacuna.
Un ejemplo reciente es el de India y Suráfrica en el que suscribieron una carta ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para suspender la aplicación global de los derechos de propiedad intelectual para el tratamiento y la contención del virus con el fin de arrebatar el control de las vacunas a las grandes empresas y aumentar la fabricación local. La iniciativa afronta el rechazo de naciones con grandes farmacéuticas y la indiferencia de otras que como Colombia se abstuvieron de apoyar la propuesta.
Empresas y multinacionales farmacéuticas como AstraZeneca han prometido un acceso equitativo de sus vacunas, pero ninguna ha cambiado su modelo comercial de licencia exclusiva a licencia abierta, lo que imposibilita la producción local y el fácil acceso a la vacuna. La monopolización de las tecnologías sanitarias que combaten la pandemia trae como resultado inequidad y muerte para unos, y millonarios beneficios económicos para otros.
El Sr. Gates declara su relación con compañías farmacéuticas que están produciendo las vacunas y tecnologías sanitarias COVID-19. “Nuestra fundación tiene mucha experiencia en vacunas y relaciones profundas con los fabricantes… cada semana hablamos con AstraZeneca sobre, bueno, lo que está pasando en India, lo que está pasando en China, y para que podamos obtener, asumiendo que los datos de la fase dos y eventualmente los datos de la fase tres son prometedores, que ‘estamos listo para ir con eso’”, señaló en una conferencia de prensa en junio.
En ninguna de sus declaraciones menciona las inversiones económicas de su fundación en compañías farmacéuticas e iniciativas para la producción de estos medicamentos y vacunas. En su liderazgo en la respuesta a la pandemia no se menciona el conflicto de intereses financieros en la relación de estas empresas y la inversión que les proporciona su fundación, y posibles sesgos que se estén dando a raíz de estos nexos.
Según la revista Forbes la riqueza de Bill Gates, estimada en alrededor de US$115.000 millones ha aumentado en más de US$10.000 millones durante la pandemia. Su liderazgo en la respuesta a la COVID-19 es claro, pero resulta confuso establecer si su riqueza personal está invertida en empresas que trabajen para la obtención de vacunas y tecnologías sanitarias.
El jubilado fundador de Microsoft se sintió preparado para este momento habiéndose interesado en las vacunas desde la década de 1990, creando instituciones globales y donando miles de millones de dólares.
Lo indudable es que su fundación, la organización caritativa sin ánimo de lucro más grande del mundo, está generando miles de millones de dólares en ingresos, mucho más de los recursos que ha donado en las iniciativas apoyadas a lo largo de los años.
La figura mediática y política de Bill Gates sigue formándose a medida que sus pronósticos de grandes acontecimientos y su papel de liderazgo siguen aumentando. El impulso ganado en la pandemia parece seguir construyéndose, a pesar de la poca transparencia y los conflictos de intereses evidenciados.
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