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En alguna entrevista a Fabián Vargas, viejo conocido del DT Lillo, comentaba que una de las principales cualidades del español era precisamente su capacidad de potencializar a los jugadores, de sacar la mejor expresión del fútbol de cada uno de ellos.

Pues bien, lo mostrado por Millos, no solo ayer en el Campin sino por amplios pasajes de juego a lo largo del torneo, es que partido a partido resulta cada vez más complicado destacar solamente a uno o dos de los jugadores.

Por ejemplo, un jugador como Mayer Candelo, quien por su edad muchos pensarían que ya debería  estar en el ocaso de su carrera y sin la obligación de esforzarse demasiado, está viviendo quizá una de sus mejores temporadas desde que regresó a Millos, sin decir que las anteriores no hayan sido buenas. Con dinámica, velocidad física y mental, derrochando sacrificio por el equipo cuando no se tiene el balón, y aportando a la vez sus pinceladas de creatividad y talento para generar opciones de gol para él o para sus compañeros.

Luis Delgado, se muestra cada vez más seguro en el arco, bien posicionado en cada remate frontal que recibe, y muy oportuno a la hora de cortar los balones de costado de los atacantes rivales. Incluso ha mejorado bastante en sus saques con el pie, la que hasta ahora ha sido su mayor debilidad.

Andrés Cadavid odiado, y muchas veces insultado y vilipendiado por la tribuna, se muestra cada vez más seguro, menos aparatoso e incluso aportando claridad y salida desde el fondo. Se ha ganado a pulso la titularidad en la zaga del equipo y el reconocimiento de la mayor parte de la hinchada.

Alex Díaz, Lewis Ochoa y Leudo, se muestran mucho más cómodos en la función de volantes laterales cada vez que el DT los ha utilizado. Se ven más incisivos a la hora de servir como alternativa de salida y hacen regresos mucho más rápidos y seguros cuando se pierde la posesión del balón.

Henríquez hace un trabajo silencioso, pero seguro en defensa y es de los tres defensores centrales el que logra llevar más peligro al arco contrario cada vez que sube a buscar el cabezazo en los tiros libres de costado.

Román Torres, continúa siendo el capo de la línea defensiva, seguro en los cierres, con su fortaleza en el juego aéreo y también realiza su aporte como salida desde atrás cuando los rivales se encierran en su propia área.

A Robayo quizás ahora se lo ve con mucha menos frecuencia en función de ataque, pero ha ganado en orden y seguridad. Junto a Fabián Vargas y M´Bami conforman,  para mi gusto, una de las mejores “primera línea” de volantes del fútbol colombiano, porque no son los tradicionales pega patadas e interruptores de juego, sino que además del sacrifico y seguridad defensiva son  técnicamente muy bien dotados y con una gran inteligencia y visión del juego.

Omar Vásquez parece haber llegado recargado y renovado de su periplo por México. Siempre se le tildó de “pecho frio” pero ahora, además de tornarse en un constante desequilibrio y dolor de cabeza para las zonas de contención rivales, se lo ve más activo y comprometido con el equipo y con los partidos, incluso algo beligerante lo que ha servido para indisponer a los jugadores rivales, aunque también para recibir amonestaciones y sanciones por su comportamiento.

Por su parte Dayro continúa en la suya: luchando incansablemente cada balón, merodeando con peligro el área rival, metiendo miedo a defensores y arqueros….cada día más adentro del corazón de los hinchas. Sin embargo ayer lo noté muy “manoteador” protestando constantemente decisiones arbitrales, así como los errores de sus compañeros.

La estructura de equipo armada por Lillo sigue dando resultados positivos. Ocho fechas sin conocer la derrota; tres victorias en línea; triunfos sobre rivales y en condiciones que hasta hace poco resultaban casi utópicos; segundo lugar en la tabla y a pocos puntos para asegurar el paso a los playoffs; son situaciones que dan cuenta del buen trabajo de este cuerpo técnico, al que la mayoría cuestionamos cuando fue nombrado y en quienes muy pocos creían al inicio de la temporada.

No obstante, Lillo con sus declaraciones a la prensa intenta mantener al equipo y a los hinchas con los pies en la tierra. Ayer, tras la victoria, cuando todos los hinchas sacábamos pecho y dábamos rienda suelta a la ilusión, Lillo remarcaba las deficiencias que le vio al equipo y enfatizaba que en otros juegos, donde no se obtuvo la victoria, había salido más satisfecho del funcionamiento del equipo.

Los hinchas en cambio somos más románticos y nos dejamos llevar por el calor de los resultados. ¿Cómo no ilusionarse si en tres ocasiones hemos salido del Nemesio con el corazón henchido de felicidad al lograr sendos triunfos categóricos sobre nuestros más enconados rivales? ¿Cómo no ilusionarse si en la cancha lo que vemos los hinchas es un equipo contundente en ataque y ordenado y compacto en defensa? ¿Cómo no ilusionarse viendo el buen nivel que exhiben nuestros futbolistas, y la alta dosis de compromiso y respeto por la camiseta que muestran en cada juego?

Es cierto que aún estamos a mitad de camino del objetivo principal que debe ser la disputa del título número 15, pero con la progresión en el nivel que muestra el equipo cada juego, resulta muy difícil no dejar volar la emoción, no salir a trabajar el día post partido con esa sonrisa que solo las victorias de Millos son capaces de dibujar en nuestro rostro, y no soñar con que contamos con un equipo con todas las capacidades y posibilidades de darnos esa inmensa alegría que todos anhelamos: una estrella más.

Cordial y albiazul saludo

@azulhstalatumba

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