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La respuesta es sencilla: ¡NO ES POSIBLE!

¿Si la respuesta es tan simple, entonces qué podemos hacer? Son muchas las compañías que están queriendo transformarse a un ritmo acelerado que esté acorde a la velocidad del mercado (Business Agility), los negocios, la tecnología y los grandes cambios que experimentan los consumidores. Es por esto que vemos cómo en las grandes y medianas organizaciones se esfuerzan para adoptar una cultura ágil, por ello la aplicación de metodologías “scrum” en diferentes ámbitos está de moda. Sin embargo, la desafortunada realidad es que pocos lo logran, básicamente porque están sumergidos en un entorno empresarial lento, en el que estas unidades o equipos ágiles trabajan fuertemente día a día, pero se estrellan con paredes cuando interactúan con el resto de la organización.

¿Qué pasa cuando se requiere un cambio tecnológico? ¿Entras en la infinita cola de requerimientos del área de sistemas? ¿Qué sucede cuando requieres nuevas personas con perfiles diferentes? vienen los eternos procesos de selección de recursos humanos y ni que decir de los cambios de políticas, un proceso en el que las áreas legales y de riesgo se vuelven un “stoper” ya que van a velocidades totalmente diferentes.

¿Si esta es la realidad, entonces que podemos hacer?:

 

  1. Es un cambio cultural, no solamente un método de trabajo: Más allá de la metodología que apliquemos, tengamos en cuenta que trabajar de una forma ágil es una filosofía, por lo tanto, está más ligado al estilo de liderazgo, al compromiso y comportamientos adoptados por todos los miembros de la organización.
  2. Convencimiento de la alta dirección: El equipo ejecutivo en cabeza del director general debe creer en que adoptar estás metodologías es importante y por ello deben apoyar ese cambio de pensamiento a todo nivel, comunicando y apoyando las decisiones y compromisos que adquieran las unidades ágiles de trabajo.

  3. Involucrar a todos: Es un esfuerzo colectivo. Solo en equipo, una organización consigue lograr una “velocidad crucero” que les permita navegar en un complejo mercado lleno de cambios e innovaciones. Por ello comunicar, sensibilizar y formar a todos en general sobre esta filosofía de trabajo es fundamental.

  4. Equipos ágiles, empoderados y autónomos: Las unidades ágiles que desarrollen las diferentes actividades planteadas deben ser interdisciplinarias, con diferentes miembros expertos en sus bloques de actividad que actúen en equipo para que tomen las mejores decisiones.

  5. Aplicación de un método práctico de los elementos del agilismo: Un enfoque práctico es clave, pero manteniendo un mínimo de rigurosidad, donde las reuniones diarias, revisión de avance, tableros de inventarios de actividades, cuadros de avance, un dueño de negocio que valide los alcances y un líder metodológico que asegure que no se pierde el rumbo son claves para asegurar el éxito. Hay metodologías como la Scrum -tal vez la más extendida- que tiene un método importante que habla de elementos como artefactos, ceremonias, roles del equipo que aplicándolo de manera organizada y práctica trae muy buenos resultados.

  6. Una unidad ágil independiente de tecnología: Muchos de los requerimientos están ligados a los sistemas de la organización, nuevos desarrollos y plataformas, sin embargo, no podemos entrar en la cola general del área de informática. Por ello se sugiere tener un equipo ágil destinado a atender estos requerimientos de una manera diferente, con capacidades de contratación, recursos y presupuestos.

  1. Perder el miedo a equivocarse, pero de forma rápida: Trabajar por ciclos incrementales bajo conceptos de prototipado, pilotaje y mínimo producto viable es fundamental, esto hace que la producción se base en soluciones completas y funcionales, validadas por los clientes, que, en todo caso si fallan nos permitirá aprender de ello para modificar, ajustando el plan de actividades.

Al final debemos entender que las organizaciones viven 3 olas de agilidad y por lo tanto debemos evolucionar en nuestros modelos de trabajo:

  1. La primera ola: equipos ágiles: El objetivo de la primera ola es hacer frente a un pequeño equipo ágil para producir un mejor software. A posterior se ha adaptado para otros tipos de ejercicios.
  2. La segunda ola: agilismo a escala: El objetivo de la segunda ola es integrar y coordinar el trabajo entre los equipos ágiles, mientras se mantienen en un entorno corporativo y empresarial.
  3. La tercera ola: agilidad empresarial: El objetivo de la tercera ola es transformar la forma en que fundamos, lideramos y gestionamos organizaciones cambiando a una mentalidad ágil, fomentando una cultura de aprendizaje organizacional y adoptando operaciones a este ritmo en toda la compañía.

¿En cuál está tu organización?

 

Juan Carlos Mejía Villa

CEO IZO Colombia y Costa Rica VP Hub Transformación

Presidente J.D ACXC

Speaker y Bloguero CX

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