¿Mamá, sabes una cosa?
¿Dime?
¡Creo que soy feliz!
Sorpresa rotunda, un comentario como esos no me lo esperaba después de 6 semanas de cuarentena. ¿Será que mi hija está viviendo en el mismo planeta que vivimos el resto de los mortales?
Saliendo de mi primera sorpresa, hice un repaso mental muy rápido de las actividades que hacemos en casa. Decidí que era mejor rebobinar lentamente la película de estas últimas semanas, para tratar de encontrar el motivo de la felicidad.
Es necesario establecer algunos criterios básicos de referencia para hacernos una idea de cómo vivimos aquí la cuarentena, debo reconocer, que no es comparable con los encierros y restricciones que se viven en otras partes del mundo.
Vivimos en la región eslovena fronteriza con Italia (ese sólo hecho puede generar especulaciones, que posiblemente esta región está en peligro eminente por la cercanía con Italia, pero, al contrario, es la región eslovena que ha tenido menos casos de covid-19). Eslovenia está formada por poblaciones menores, y el municipio más grande de la región tiene 25.000 habitantes; los diferentes pueblos que conforman la región están relativamente cerca el uno del otro; es un país totalmente campestre y en todo momento estamos en contacto con la naturaleza, es sólo abrir la ventana de la casa para observar las montañas que rodean las poblaciones, los bosques y a pocos pasos, ya estás en esa naturaleza.
En su momento más crítico, la restricción de movimiento correspondió a no poder pasar de un municipio a otro. Podemos ir al supermercado todas las veces que queramos, siempre y cuando se use mascarilla protectora. En los supermercados y farmacias, el horario de 8 a 10 de la mañana está reservado para que las compras las hagan las personas mayores de 60 años. Igualmente, la gente que tiene trabajo, que se puede hacer a través de teletrabajo, fue enviada a trabajar desde casa. La industria siguió produciendo en todo momento, claro está sí tenia suficiente trabajo para hacer. Los centros comerciales, restaurantes, cafeterías, bares, bibliotecas, cines, teatros, estadios, escuelas, universidades, jardines infantiles y todo tipo de actividad que implica la reunión de varias personas fueron suspendidas, y a la fecha siguen suspendidas. Pero en ningún momento a la gente se le privó de la libertad de salir, de practicar deporte al aire libre, de dar paseos por la naturaleza o hacer diariamente las compras básicas. Entonces el que quiere salir sale y el que no quiere no sale. Laboralmente las empresas que no funcionan normalmente durante la cuarentena; han enviado a sus trabajadores a estatus de “espera” en el Ministerio de Trabajo. A cada trabajador se le reconoce el 80 % de su salario mientras espera que sea nuevamente llamado a trabajar.
Bajo esas condiciones, ¿cómo organizamos la cantidad de tiempo libre que tenemos?
Aprovechamos la increíble oportunidad que la vida nos ofrece de tener tiempo sin afanes ni compromisos para disfrutar juntos y hacemos deportes, en ocasiones juntos, en ocasiones cada uno por su cuenta, practicamos senderismo, atletismo, kayak, ciclismo o sencillamente un paseo a la orilla del río. Nos pusimos de acuerdo para que cada uno aprovechara este tiempo para aprender lo que siempre había querido aprender y no había tenido tiempo por tener otras obligaciones: Santiago tomó clases de piano, practicó intensivamente trompeta y reparó un par de motos viejas para ir aprendiendo algo de mecánica. Emanuela tomó clases de maquillaje profesional, hizo un catálogo de diferentes tipos de maquillaje, se prepara para los exámenes de ingreso a la universidad, practica patinaje en subidas y yo aprendiendo apicultura teoría y práctica, estudio idiomas, practico meditación, escribo mucho, hago asesorías y visito el bosque todos los días, mirando día a día como la primavera se abre paso rápidamente y como la vida crece en cada rincón, como las flores silvestres adornan las praderas, las crías de ovejas, cabras, vacas se miran en las diferentes praderas y la vida sigue.
Además, incluimos en nuestro plan diario de actividades: lectura, teletrabajo, las clases escolares, la preparación del almuerzo, limpieza y organización del apartamento, charlas matutinas y vespertinas, algún programa de TV, que valga la pena, y así pasamos el tiempo, de manera constructiva, positiva, tranquila y paciente. Desde el inicio de toda esta historia nos pusimos de acuerdo que no escucharíamos noticias relacionadas con la pandemia, a excepción de las restricciones impuestas. Es de notar, que el hecho de tener garantizados los ingresos es un aliciente importante, que nos permite disfrutar despreocupadamente de este tiempo juntos. Haciendo memoria de todo el tiempo que hemos compartido, todo lo aprendido, todos los kilómetros recorridos, las pequeñas metas logradas día a día, ciertamente tenemos razones más que suficientes para ser felices.
Lo que me parece increíble es que no le haya preguntado a su hija la razón de su afirmación. La suma de conveniencias expuestas no necesariamente garantiza la felicidad. Solo un punto de vista.
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Ah no, eso es el paraíso. Así, aislamiento permanente!!
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