Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Nos toca recurrir a todo en estos momentos. A la fe, a la esperanza, al técnico, a los jugadores, al equipo, a la hinchada, a la energía y a la esperanza. Quizás este texto pueda ayudar.

Las siguientes líneas sirvieron de introducción al capítulo «Los Nostradamus del fútbol» del libro «El fútbol en boca de todos»:

Profetas del juego terminado, ¿qué nos deparará el misterioso destino del fútbol? ¿Se cumplirán nuestros pronósticos? ¿En el futuro recordaremos estos tiempos como los inicios de las etapas más maravillosas de nuestra historia futbolística o serán, al contrario, la melancolía del mañana?

Dioses de los sueños y amos de la fe, ayúdennos a no perder jamás la esperanza. Aguarden para nosotros los triunfos más apoteósicos, sobre todo para la Selección Colombia, pero también para los equipos de nuestros gustos innatos. Pedimos ser dignos de sus mágicos designios y de su prístina voluntad.

Vida, permítenos fantasear con títulos e inolvidables vueltas olímpicas. Que el mundo abra las puertas al talento futbolístico que todavía no termina de explotar en esta nación insondable.

Almas vivas y del más allá, reconozcan el más encomiable esfuerzo que hacemos por la victoria y otorguen en nuestros cuerpos la fuerza sobrenatural que necesitamos para soportar las más dolorosas derrotas.

Justicia divina, sentencia los triunfos en la cancha para quienes verdaderamente las merecen.  Perdona las cábalas y los deseos futbolísticos que tanto ocupan nuestros pensamientos en un mundo que merece peticiones más honrosas.

Hágase el gol y hágase la atajada. Que el árbitro no se equivoque. Que empiece el juego.

¡Y que ruede el balón!

Compartir post