Eddy es uno de mis amigos de colegio e infancia con el que, por vueltas de la vida, nos volvimos a encontrar mientras estudiábamos Biología. Es de esos compañeros con los que se comparten sentimientos como el amor por la ciencia y el orgullo que nos trae la cultura ancestral de nuestra región Caribe. Ayer, mientras estaba en mi jornada laboral, que por estos días anda más ajetreada que siempre, me envió este texto que me llevó a reflexionar y me gustaría compartir con ustedes.
Sentimientos de pueblo, ciencia y ambiente
En la vida nos encontramos con seres humanos increíbles y peculiares. Hay algunos que nos brindan un consejo, otros que nos iluminan la vida con su forma de ser y existen algunos con los que compartimos nuestros sueños y sentimientos. Estos últimos son difíciles de encontrar, pero el infalible destino te los obsequia en un determinado momento de nuestras existencias.
Estos seres con los que compartimos complicidades, sueños y aventuras se convierten en puertos para llegar a nuestras metas, en energías para enfrentar las luchas y en sostén para soportar los errores y las caídas que tenemos en el camino que emprendemos.
Hoy recuerdo todos aquellos que me han acompañado a construir mis sueños, los que me han ayudado a edificar mi proyecto de vida. Pero especialmente rememoro a los que desde mi niñez y adolescencia han compartido mis sentimientos de pueblo, ciencia y ambiente.
Se me vienen a la mente múltiples recuerdos de esos amigos con los que inicié mis primeros pinitos en investigación, con los que disfruté mis primeras salidas de campo, en las que analizamos y conocimos las dinámicas de muchos ecosistemas. Los mismos que a final de año compartíamos y exponíamos nuestros proyectos de investigación escolar en nuestro amado «Poli».
Recuerdo esos domingos en los que algunos amigos teníamos la oportunidad de hablar en la emisora radial del pueblo, nuestras voces se sintonizaban en toda la comarca, y muy cerca donde transmitíamos el programa radial nos acompañaba al fondo el rio Sinú que ha sido testigo de la trasformación y devenir de nuestras vidas.
Estos y muchos más recuerdos se entrelazan en mi mente y me reconfortan, manteniendo siempre la convicción que existen personas que comparten conmigo sentimientos de pueblo, ciencia y ambiente.
Hoy, mientras venía a la oficina, revisaba redes sociales y solté más de una carcajada al ver los memes sobre el comentario de un artista del momento, quién no es Cordobés, pero vivió hace un tiempo en Montería. Muchos se ofenden porque dice que nuestra región es un “pueblito artesanal” y no puedo dejar de recordar el día que me preguntaron: «En ese pueblo si saben qué es ciencia?», creyendo que me iban a ofender por ser de donde soy. Otros se molestaron porque el cantautor menciona que en nuestra región no hay artistas… no puedo dejar de pensar en tantos buenos artistas de la región, impecables, talentosos y que sacan pecho por Córdoba, pero ese es otro tema, ni más faltaba que esta bióloga que desafina hasta al tararear hable al respecto.
A lo que voy es que por sentimientos de pueblo como los que expone Eddy Ramón es que es lindo ser de un pueblito antiguo y señorial, pero también artesanal.
Inevitable no sentir cada palabra. Me sumo a esa pasión, ser de pueblo con orgullo y prepararse para la vida como gestores de cambio social y ambiental, sencillamente nos hacen sentir vivo de verdad.
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Buen relato!
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Gracias! Te invitamos a seguir leyendo Mujeres Con-Ciencia!
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Leer los artículos de ésta joven Cordobesa donde siempre resalta sus raíces con orgullo, es placentero y nos inspira a luchar por nuestros propios sueños sin olvidar de donde procedemos.
Felicitaciones Ana Pico Vargas.
¡Mujer de ciencia y orgullo de la familia!
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Gracias por tu lectura semanal. Estos comentarios motivan a seguir trabajando por la ciencia y el lugar de donde somos. Un abrazo enorme!
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