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@NataliaGnecco

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Nuestro encuentro se llevó a cabo tal como lo planeamos, en el muy “trendy” Bistro/ Bar Kilo, en pleno corazón del Barrio Gay de Montreal. Allí, en una mesa estratégicamente ubicada hacia la calle, me esperaban Daniel Sabourin, Laurier Beaudoin y Jaime Serrano, tomándose unas cervezas, entusiasmados por hablar conmigo sobre la situación de muchos gays que llegan por primera vez a vivir a Montreal atraídos por ese paraíso terrenal llamado “Village Gay”.

Daniel quien es quebequense y trabaja en Ottawa va directo al grano: “no existe un centro de acogida para los inmigrantes gays que les permita adquirir un poco de confianza en este nuevo país, ni un lugar donde ellos puedan encontrar información pertinente a la cultura, servicios de salud, trabajo e integración que les muestre la realidad, pues muchos llegan con la idea del sueño canadiense, que se puede acceder a todas las áreas con mucha facilidad y cuando aterrizan, la decepción es total”.

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De acuerdo con Sabourin, los inmigrantes gays llegan con los bolsillos estropeados, pero con planes un tanto idealistas, pues se necesitan varios meses para que sigan su proceso de aprender francés e integrarse. Él me asegura: “ lo peor es que no comprenden ciertos límites, llegan a gastar todo su dinero en las peluquerías, gimnasios, bares y restaurantes costosos para sentirse aceptados”.

Para Daniel es claro que la comunidad gay tiene un estilo de vida muy chic, eso se complementa con estereotipos como el culto al cuerpo, las fiestas, la ropa costosa, autos lujosos, etc. Lo cierto es que la mayoría de recién llegados carecen de una bitácora de vuelo, no hacen sondeos sobre sus profesiones y estudian cualquier carrera, sin aprovechar toda la experiencia profesional que han adquirido en sus respectivos países, lo cual puede ser perjudicial porque entran a un universo completamente desconocido.

Otra realidad que los afecta es la  explotación laboral y Sabourin lo encuentra inadmisible, porque los profesionales no se preocupan por estudiar las leyes de Canadá. Jaime, difiere de esta opinión, por eso interrumpe y explica: “Nuestro objetivo primordial es salir a buscar un empleo, porque debemos pagar el arriendo, las comidas, el celular, etc, los empleadores lo saben por eso nos ofrecen unos salarios muy bajos pero ¿qué opción tenemos? Ninguna. Comenzamos a trabajar en lo que sea al comienzo, luego salimos a hacer una búsqueda profesional con historias ya conocidas de gays explotados en  spas o restaurantes.

Daniel insiste: “Hay que hacer un sondeo, la gente no tiene en cuenta siquiera el tiempo que requiere aprender un idioma, acá se llega a un programa de transición e incluso hay préstamos de estudios. Pero lo que más me molesta es que las páginas de Internet de inmigración venden la idea que es muy fácil encontrar trabajo, lo cual no es así, entonces la gente termina diciendo: Canadá no me da oportunidades”.

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Para concluir esta parte de la conversación  Dan propone: “Lo primero que yo haría sería sensibilizar al Gobierno (CIC en Ottawa) para que dediquen un espacio en su sitio web dirigido a los miembros de las comunidades gays o GLBT que escogen Canadá como país para inmigrar o simplemente para visitar. En segundo lugar, abriría un centro de información en el Barrio Gay dedicado exclusivamente a los aspectos de inmigración».

Mundos diferentes

Laurier, quien había permanecido un poco callado toma la palabra y explica que para encontrar un empleo es necesario tener una red de contactos y buscar las asociaciones gays en Montreal, pues a nivel de integración estos organismos ayudan a que los recién llegados no caigan en malas compañías.

Beaudoin cree que en general la comunidad gay es abierta a los heterosexuales, pero cada persona tiene sus propias convicciones. Cuando hablamos sobre la drogadicción en los bares del Village, me explica que es una problemática que no le pertenece a una sola comunidad. “No todos los profesionales gays están matriculados en este barrio, de rumba en rumba, hay otros que tienen múltiples responsabilidades como nosotros, que trabajamos en Ottawa y simplemente venimos a Montreal porque nos gusta, es nuestra ciudad, frecuentamos algunos restaurantes, salimos con nuestros amigos, etc”.

En cuanto a temas como la homofobia, que de todas maneras existen algunos brotes aislados en Montreal, Beaudoin me dice que hay organizaciones que trabajan en las escuelas para prevenir este tipo de discriminación e incluso son campañas a nivel Federal. “Simplemente son fenómenos que se presentan, igual si me preguntas por casos como menores abusados por homosexuales, te digo que no por ser gays somos depredadores de menores. Si dejas a tu hijo sin vigilancia navegando por Internet está tan vulnerable de ser atacado por un homosexual como por un heterosexual.” Concluye Laurier.

No estoy deslumbrado

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Es el turno para Jaime Serrano, colombiano quien asegura que muchos amigos siguen creyendo que Montreal es un paraíso o Disneyland, él llegó en pleno verano, había mucha gente en las calles, el desfile gay, todo muy divertido, pero no está alucinado por esta ciudad.

Jaime cuenta que, no es amante de los gethos, pues le gusta relacionarse con personas de otros entornos, va al barrio gay a rumbear, comer o encontrarse con sus amigos, además manifiesta que los precios de alquiler son muy elevados, por eso vive un poco retirado, en la calle Ontario. Sin embargo, dice que los homosexuales en Montreal son mucho más afectivos en público con su pareja y no existe discriminación.

En cuanto a la parte afectiva, Jaime ríe con sarcasmo pues tiene muchas anécdotas. “Después de hablar con otros gays latinos, llegamos a la conclusión que los homosexuales quebequenses actúan igual: Todos se quieren mudar contigo rápido, casarse y adoptar a un niño asiático… Pienso que encontrar una pareja en Montreal es tan difícil como puede ser en Bogotá o en cualquier parte del mundo, somos hombres, seres humanos y en esa medida siempre será complicado”.

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Laurier aprovecha la pausa y agrega: “Una vez estaba saliendo con un latino y me llamaba la atención que cada vez que veíamos un policía en la calle, me soltaba la mano, mientras aquí es normal ser afectuosos”… Daniel complementa sonriendo que hay muchas parejas de canadienses que han encontrado su media naranja con inmigrantes y son estables, así  los riesgos existan, pues hay encuentros buenos y malos. Jaime aprovecha para decirme que en una ocasión un amigo se aventuró, (one night stand) salió del bar para un elegante spa y terminó con un sadomasoquista, que le pegó unos correazos tan fuertes en el trasero, que salió huyendo y pasó varias semanas adolorido.

Bien, nuestro encuentro llega a su fin, los tres quedaron exhaustos, después de una larga faena… de preguntas.

Fotos. Fierté Montréal- The Gazette

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