Por: Ana María Ramírez
En cualquiera de las empinadas carreteras boyacenses, con el rojo sol de madrugada a la espalda y algo de neblina fría en las mejillas, es muy fácil encontrarse con docenas de jóvenes pedaleando sus sueños encima de sus “ciclas”, simulando con cercana precisión las pruebas más duras de los circuitos profesionales europeos. En alguno de esos equipos informales, o en una jornada solitaria, no sería raro hallar a Juan Manuel Fajardo, de quince años, el menor de los tres hijos de Olga Jirez, quien, en palabras de su tío/padrino a quien entrevisté para esta entrada del blog, vive en una “casita no tan cómoda” en la Vereda el Alto de los Migueles, cercana a Villa de Leyva. Juan Manuel, quien perdió a su padre cuando tenía tres años, víctima de un doble homicidio por hechos desconocidos, va todos los días en su bicicleta a estudiar al pueblo y como las vías no son las mejores y la carretera es de trocha, su bicicleta sufre constantemente y cuando ha participado en pruebas de ciclismo ha tenido que retirarse por fallas mecánicas.
Simultáneamente, en muchos escenarios internacionales, Colombia ha brillado siempre gracias a sus ciclistas. Nuestra geografía accidentada ha creado piernas fuertes que compiten y ganan pruebas de montaña alrededor del mundo. Esa misma geografía agresiva y diversa que algunos académicos e historiadores culpan de la incapacidad estatal de llevar cubrimiento y beneficios a la mitad del país, es la que con sus picos, valles y altiplanos ha forjado excelentes ciclistas profesionales y aficionados. Cada generación ha grabado en la memoria nombres como el de Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, Rafael Antonio Niño, Lucho Herrera, Fabio Parra, Víctor Hugo Peña o Santiago Botero precursores de la generación actual de “escarabajos”: Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Sebastián Henao, Esteban Chaves, Miguel Ángel “Superman” López, Fernando Gaviria, Sergio Henao y Egan Bernal, entre otros. Y claro, nuestras ciclistas: Martha Bayona, María Luisa Calle, Carolina Munévar, Paula Ossa, Mariana Pajón y Liliana Moreno.
Las historias del inicio de muchos de ellos se parecen a la de Juan Manuel, quien empezó en el ciclismo por la admiración lejana a Nairo, su ídolo y referente, y la muy cercana de su hermano mayor. Siempre lo veía entrenar con su casco, sus gafas y sus zapatillas y muchas veces lo acompañaba en “una todoterreno viejita”, hasta que en la Navidad de 2015, su hermano le regaló una bicicleta de ruta. Desde ahí comenzó a entrenar cada vez más, después participó en carreras y le empezó a ir muy bien, tanto que su hermano decidió retirarse del ciclismo para darle la oportunidad a él, ya que “tener dos ciclistas en la familia era muy duro”.
Las pruebas ciclísticas en Colombia arrancaron en los años cincuenta a recorrer su vasto y diverso territorio. La Vuelta a Colombia (1951), el Clásico RCN (1961) y más recientemente el Tour Colombia (2018) han puesto a prueba el coraje y la resistencia de los ciclistas locales y extranjeros, en etapas que han vuelto a interesar a los aficionados luego de un largo periodo de declive. Por ejemplo, este año en la Vuelta a Colombia que acaba de empezar, se recorrerán 1966 kilómetros en nueve departamentos, incluyendo, por supuesto, a Boyacá. Allí las montañas han creado su propia categoría y en el mundo entero ya es común hablar de los “ciclistas boyacenses” que además de buen rendimiento se caracterizan por tener una actitud de superación inigualable. En palabras de Juan Manuel, “Nairo le dio un sentido al ciclismo de querer es poder”.
Juan Manuel reconoce que el ciclismo lo ha vuelto un joven disciplinado porque por la mañana “se mantiene estudiando y por la tarde entrenando”. Además, “el deporte te hace quererte, porque tienes que aprender a cuidarte y evitar caídas y lesiones”. Nos dice también que el ciclismo es un deporte muy caro y que para las familias que no tienen muchos recursos no es fácil apoyar a sus hijos en el desarrollo de la habilidad: “mi cicla es muy pequeña y me hace doler la espalda”. El sueño de Juan Manuel, es convertirse en profesional, “ser un ciclista World Tour y poder disputar las tres grandes”. Además de comprarle una casa a su mamá quien lo ha apoyado siempre a lo largo de su corta carrera.
Uno de los principales obstáculos para convertirse en profesional en deportes diferentes al fútbol, como el baloncesto, el ciclismo, el voleibol o el boxeo, entre otros, es la falta de una estructura que les permita a los/as niños/as desde pequeños/as, no sólo aprender el juego, sino alcanzar y construir una carrera profesional que permita concebir un proyecto de vida. Para desarrollar a los/as deportistas de alto rendimiento falta: promover la inversión en escenarios, uniformes e implementos deportivos; ejercer un control mayor sobre los recursos dedicados al deporte; descentralizar las ligas departamentales creando torneos en ciudades medianas y pequeñas; compromiso estatal y privado para el fortalecimiento de ligas profesionales diferentes al Fútbol Profesional Colombiano, como por ejemplo el fallido caso de la Liga Profesional de Voleibol y las dificultades que enfrenta la Liga Profesional de Baloncesto actualmente; y aumentar la visibilidad de estos deportes mediante la trasmisión televisiva y radial por medios públicos.
Así debería ser. Pero no lo es y en estos tiempos de redes sociales y multitudes indignadas con sus poderosas pantallas de bolsillo, se pueden obtener apoyos puntuales a partir de acciones muy concretas como la que propongo a continuación. Miguel, el tío/padrino de Juan Manuel está empeñado en conseguirle una buena bicicleta que le permita competir profesionalmente y que solamente utilice en las competencias. Hablamos de unos diez millones de pesos, que “pedaleando” entre usted y yo, y mis amigos y los suyos y los amigos de sus amigos y… bueno, ya conocemos la mecánica, podría convertirse en una realidad. Aquí está el link[1]: https://vaki.co/1560946497998
Dice su tío: “Juan Manuel es un gran estudiante y un excelente ser humano. ¡Qué bueno sería que fuera el próximo en darle grandes satisfacciones a su familia, a los boyacenses y a todos los colombianos!”. Podemos apartarnos y pasar por el lado de este joven ciclista para luego verlo alejarse y achicarse en el espejo retrovisor mientras resuelve la empinada cuesta. O podemos detenernos y darle un “giro” a la historia de Juan Manuel.
* Investigadora de Dejusticia
AVISO:
[1] Esta es una iniciativa personal impulsada por Ana María que no compromete ni se relaciona con el trabajo de Dejusticia, ni con el portal de Blogs EL TIEMPO o con www.eltiempo.com
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