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Por Randy Villalba* y Ladyane Katlyn de Souza**

Durante años, los especialistas han defendido la necesidad de reformas en todo el mundo que prioricen una mayor tributación de las grandes fortunas y herencias, y reduzcan la carga fiscal sobre la gente que percibe menores ingresos. | Foto: Mauricio Dueñas, EFE

Los temas que se discutieron en la reciente ley de reforma tributaria en Colombia parece que no son un caso aislado promovido por el cambio de gobierno. Los esfuerzos por reducir la desigualdad, promover mejores hábitos de salud y proteger el medio ambiente están tomando cada vez más relevancia en la región. Y ahora en Brasil, tras la victoria de Lula, surgen nuevas iniciativas fiscales para lograrlo.

Durante años, los especialistas han defendido la necesidad de reformas en todo el mundo que prioricen una mayor tributación de las grandes fortunas y herencias, y reduzcan la carga fiscal sobre la gente que percibe menores ingresos. Pero cuando estos últimos son los que proporcionalmente terminan pagando más se le denomina regresividad. Como en el caso de Brasil, donde las mujeres negras de bajo ingreso son las que proporcionalmente pagan más impuestos.

En la reciente ley de reforma tributaria aquí en Colombia se logró mejorar esta desigualdad fiscal con temas nunca vistos en una reforma, entre ellos, los impuestos saludables a las bebidas y comestibles ultraprocesados, a los plásticos de un solo uso, el impuesto al carbono, modificaciones en el impuesto de renta (incluyendo medidas para el sector extractivo), una mayor tributación a los dividendos, al patrimonio y a las ganancias ocasionales. Este conjunto de medidas tienen bastante similitud con lo que ahora está sucediendo en Brasil.

 

La reforma tributaria 3S

Como ocurrió en Colombia, ciertamente la reforma fiscal es uno de los temas más urgentes del nuevo gobierno en Brasil, con prioridad absoluta. Conocida como la Reforma Tributaria 3S, sigue políticas públicas ya implementadas en otros países y tiene como objetivo reducir las desigualdades sociales, recaudar más ingresos de las grandes empresas que causen daños a la salud y al medio ambiente.

Su diseño fue impulsado por organizaciones de la sociedad civil, proponiendo bajar el peso a los impuestos indirectos como el IVA o el impuesto al consumo (de carácter regresivo), y más bien gravando las rentas y los activos. De esta manera, cobrar más a los que más pueden pagar, llamando también a las empresas a ser corresponsables del desarrollo del país – en una reforma solidaria.

A partir de la discusión de los impuestos saludables, se descubrió que este es un tema que no está desconectado de la Justicia Climática, ya que va de la mano con la  tributación de combustibles fósiles y pesticidas: los impuestos sostenibles. Pues se ha encontrado una estrecha conexión entre las empresas de productos no saludables y la producción de plásticos y botellas; y de cómo los pesticidas influyen no solo en el medio ambiente, sino que se transforma en veneno de los alimentos que ingerimos. Adicionalmente, se plantea destinar los impuestos a fondos específicos: para financiar políticas públicas de empleo, lucha contra el hambre, acceso a agua potable, cobertura universal de salud y desarrollo sostenible. Sin embargo, en Colombia, este tema de la destinación no se discutió lo suficiente.

Otro paso relevante en el que avanza esta propuesta es en prohibir los incentivos fiscales de las industrias relacionadas con estos productos dañinos para la salud, incluyendo aquellas que están en las Zonas Francas. Esto, pues actualmente no hay transparencia sobre los beneficios para estos sectores que se estiman son gigantescos. Al respecto, las presiones de la industria han estado presentes para nublar el panorama e inclinarlo a su favor.

La reforma fiscal 3S tiene grandes posibilidades de ser aprobada en el gobierno Lula, ya sea en su totalidad o a través de diferentes propuestas de enmienda constitucional que aborden los tres ejes de transformación. Además, se trata de una reforma que tiene gran apoyo popular, principalmente entre las personas jóvenes.

Esperamos que Brasil pueda seguir los pasos de la reforma colombiana, y del mismo modo, el diseño fiscal en Colombia pueda incluir elementos de esta propuesta en el futuro. Por ejemplo: 1) la destinación específica de los recursos del impuesto saludable para mejorar la cobertura de agua potable; 2) la prohibición de los incentivos fiscales a las empresas de productos nocivos; y 3) no solo castigar a quienes generan daños en la salud, sino también disminuir impuestos a los productos que si son saludables de la canasta básica. Por lo pronto, animar y celebrar esta iniciativa solidaria, sostenible y saludable de nuestros vecinos como un buen augurio de que más políticas como esta nos esperan en el nuevo año.

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Investigador de Dejusticia

** Fellow de Dejusticia

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